El Consejo General de Enfermería pide mayor formación para reducir las consecuencias del ictus en la población joven
El Consejo General de Enfermería ha reclamado, con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemora este sábado 29 de octubre, una mayor inversión en formación y educación en salud para reducir el alarmante incremento de ictus en población joven.
Y es que, cuando se habla del ictus automáticamente se tiende a pensar en una persona de edad avanzada o alguien con un estilo de vida poco saludable. Sin embargo, este accidente cerebral afecta ya a 110.000 personas en España cada año y, a pesar de su prevalencia, tan sólo el 50% de la población sabe reconocer sus síntomas e, incluso, menos conocen que el ictus puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad.
De hecho, la prevalencia va en aumento llegando al 10 por ciento de casos en personas jóvenes y de mediana edad, según las últimas cifras de la Sociedad Española de Neurología (SEN). «De siempre se ha visto el ictus como una enfermedad que afecta a las personas mayores y el problema es que se sigue viendo así. Cuando una persona joven tiene un ictus, él mismo y la familia y amigos nos dicen que no sabían que alguien de esa edad pudiera tenerlo», ha comentado la coordinadora del grupo de estudio neurovascular de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica (SEDENE), Rosa Roldán.
El ictus es un accidente cerebrovascular que supone uno de los motivos de asistencia neurológica urgente y la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres. Saber detectar a tiempo los signos que saltan las alarmas puede marcar notablemente la diferencia, ya que cada minuto que pasa la persona sufriendo un ictus, las posibilidades de recuperación se van reduciendo.
«El ictus es una emergencia sanitaria que requiere atención urgente en las primeras 3-6 horas, pues la actuación precoz es fundamental para evitar muertes y reducir las consecuencias de las secuelas que provoca, por ello resulta de vital importancia detectar sus síntomas y actuar con celeridad. Ante la presencia de cualquier síntoma es imprescindible buscar asistencia sanitaria urgente», ha comentado el presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya.
Con el objetivo de concienciar a la población y ayudar a detectar rápidamente los síntomas de este accidente cerebral, el organismo ha recordado todos los detalles sobre esta patología en una infografía: cómo comportarse, cómo actuar, qué hacer ante un caso de ictus son algunas de las preguntas que responde este material de uso público.
Y es que, una mala alimentación, el aumento de la obesidad, un consumo de sustancias tóxicas desde edades tempranas o una situación de estrés constante son algunas de las causas que pueden desencadenar un ictus en una persona joven.
«Pero también se pueden producir otros factores que no podemos controlar, ya que a partir de los 40 años todos tenemos arterioesclerosis que también es otro factor de riesgo. Las enfermedades cardiológicas, como el foramen oval permeable, las malformaciones como aneurisma y malformaciones arteriovenosas pueden producir también hemorragias cerebrales en personas jóvenes», ha enfatizado Roldán.
Para reducir el «alarmante incremento» de ictus en población joven y de mediana edad la figura de la enfermería se presenta como agente promotor de la salud. «Las enfermeras somos las encargadas de la promoción de la salud para que las personas adquieran hábitos de vida saludables, buena alimentación, abandono de hábitos tóxicos, además de las encargadas de detectar estados de ansiedad y poder derivar a las personas a los especialistas. Después de todo somos las que más contacto tenemos con las personas en consultas, hospitalización, domicilio, en todos los niveles asistenciales», ha apostillado Roldán.
El acceso a esta información podría prevenir el 90 por ciento de los casos de ictus, tal y como indica la SEN, por eso enfermería debe estar presente en todo el proceso de prevención y seguimiento. «Cuando un paciente tiene un ictus, desde el minuto cero la enfermera debe dar no sólo los cuidados en fase aguda, sino también integrar al paciente y la familia en el proceso, es decir, ir enseñándoles herramientas y conocimientos para afrontar esa nueva vida después del ictus. Prevenir complicaciones que incluso pueden aumentar la mortalidad como evitar neumonías por aspiración también es intervención enfermera, además de la detección precoz y saber actuar ante complicaciones que pueden empeorar el pronóstico y aumentar las secuelas si no se detectan a tiempo», ha zanjado Roldán.