Podemos sale del Gobierno con críticas a Sánchez y en pleno cisma con Sumar pero sin abandonar el grupo en el Congreso

Quedan en un rol secundario mientras Más Madrid, IU y comunes tienen ministerios pero apelan a su autonomía y el valor de sus votos

La salida de Podemos del Ejecutivo de coalición, donde no tendrá ningún representante, ahonda en el cisma interno con Sumar y a un complicado encaje en su relación, dado que los morados descartan salir del grupo parlamentario pero, desde su autonomía frente al proyecto de Díaz, lanzan abiertamente críticas al Ejecutivo.

Esta mañana se ha formalizado, con los actos de traspaso de carteras, esa nueva realidad para los morados que entran en un rol secundario, al perder la visibilidad del Ejecutivo y sumido en un declive electoral tras haber liderado a la izquierda alternativa, y una estrategia de crítica abierta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por parte de sus dos principales dirigentes: las exministras Ione Belarra e Irene Montero.

«Pedro Sánchez nos echa de este Gobierno», ha lanzado Montero este martes tras dejar el Ministerio de Igualdad y en términos similares se ha expresado Belarra, que tildaba de «injusta» y «enrome error político» su exclusión en presencia de la líder de Sumar, Yolanda Díaz.

La dirección del partido ha arremetido también contra Díaz, a la que han acusado de ser «colaboradora necesaria» de su «expulsión» del Gobierno. Y la propia Belarra mandó ayer una carta a la militancia en la que reprochaba a la líder de Sumar había creado un «partido político unipersonal», en connivencia con el PSOE, para sustituirles por una izquierda «subordinada» al PSOE y «servil» ante los poderes fácticos.

Sin embargo, esta mañana la coportavoz estatal, Isa Serra, descartaba en los micrófonos de RNE que Podemos vaya a irse del grupo parlamentario de Sumar, cerrando así especulaciones sobre una posible marcha al Grupo Mixto, y que «tiene sentido» continuar en él desde un «refuerzo de su autonomía», ya sea con una posible libertad de votos en temas centrales o desde su posicionamiento político sobre las medidas del Gobierno

Sin embargo, en el Ejecutivo no preocupan que los morados puedan ir por libre en el Congreso y consideran que disponen de una amplia mayoría en la cámara, aunque la nueva hoja de ruta de los morados, avalada por su militancia, fija que los votos de sus cinco diputados no se «regalan» y deberán negociarse siempre.

Aparte, Podemos y Sumar pactaron para confluir juntos que la formación de Belarra tendría el 23% de los recursos económicos que le corresponden a Sumar por las subvenciones electorales, que podrían correr riesgo si abandona el grupo plurinacional.

ÚLTIMO CHOQUE: LA OFERTA DEL VIERNES Y EL RECHAZO DE PODEMOS

El malestar de los morados con Sumar es patente desde hace meses, tanto con la conformación de las listas electorales, denunciando que se vetó a Montero, como con su papel en el grupo parlamentario, donde quedaron fuera de las portavocías adjuntas lo que limita enormemente su capacidad de presentar iniciativas.

Y mientras los morados quedan relegados del Ejecutivo otras fuerzas relevantes de la coalición que mostraron un apoyo claro a Díaz sí formarán parte del Ejecutivo, como es IU, En Comú Podem y Más Madrid.

El último episodio de desencuentro se vivió el viernes cuando Díaz remitió al partido una oferta para que el exsecretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, fuera su cuota en el Ejecutivo por su valía profesional y ser el cargo con mejores relaciones en el espacio. Una propuesta que venía asociada a que cesaran sus ataques a Sumar, cumplir la disciplina de voto marcada en el Ejecutivo y concurrir juntos a las elecciones europeas.

La respuesta de Podemos fue rechazar ese ofrecimiento y criticarlo como una «estrategia» para tratar de tapar su exclusión, llegando a tildarla de «treta», maniobra «burda» y jugada de «última hora» para esconder la ausencia de negociación para su inclusión en el ejecutivo, dado que era conocido y avalado por sus inscritos que su apuesta era Montero.

El choque se saldó con la renuncia de Álvarez a ser ministro y su decisión de abandonar el partido al entender que había perdido la confianza de la dirección.

Por un lado, desde Sumar fuentes de la coalición remarcan que hubo intención real de tratar de integrar a los morados y pensaban que esa oferta, que planteaba requisitos planteados al resto de partidos con el añadido del cese de la hostilidad hacia Sumar, provocaría un movimiento de los morados y una contraoferta para alcanzar una tercería vía entre Álvarez y Montero, fruto de cierto consenso.

Frente a ello, en el sector morado rechazan que ese documento era ofensivo, dado que ya venía implícito la elección de un ministro quitando la capacidad de Podemos de decidir y aseverar que no es serio enfocar una negociación in extremis cuando en las semanas previas la falta de diálogo por parte de Sumar ha sido absoluta.

Ahora, la cúpula de Podemos se siente con «autonomía completa», tras apoyar la investidura, para decidir sobre futuros acuerdos electoral y marca su deseo de unidad de acción con otras fuerzas de izquierda en el arco parlamentario, como se desliza en el escrito de Belarra a sus bases.

El pasado sábado el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, expresó su deseo de que tener unidas de acción con Podemos, Bildu y BNG para presionar a Sánchez, pero que eso no implicaba plantear una coalición para las elecciones europeas. Y es que no está claro que para esa cita electoral se reedite una coalición Sumar-Podemos, sobre la que los morado rehúsan despejar esa incógnita mientras recientemente estrecharon alianzas con otros partidos progresistas comunitarios de cara a las europeas.

MOMENTO COMPLICADO PARA EL PARTIDO Y AÑOS DE DESPLOME ELECTORAL

La confirmación de la ausencia de Podemos del Ejecutivo viene en un momento complicado para el partido, que ha visto como tres dirigentes de su Ejecutiva han dejado el partido y ha acometido un ERE tras la debacle electoral del 28M, que le convirtió en fuerza extraparlamentaia en Madrid, Canarias y Comunidad Valenciana, aparte de una fuerte caída en regiones como Aragón o Asturias.

La situación dista mucho de cuando irrumpió en 2015, llegando a obtener más de cinco millones de votos que se tradujeron primero en 69 diputados, arengando al electorado progresista con «asaltar los cielos», y poco después en alianza con IU hasta los 71 diputados.

Además, logró su mayor cuota de poder en el plano municipal, impulsando candidaturas de unidad popular que le llevó a conseguir los denominados ayuntamientos del cambio en Madrid (Manuela Carmena), Barcelona (Ada Colau), Zaragoza, La Coruña, Ferrol, Santiago o Cádiz, entre otras.

El panorama cambió en 2019, mermado por sus disputas internas, con una caída en las generales de 3,5 millones (en la repetición electoral del 10N) y 35 diputados, aunque pese a ese desplome logró entrar en el Gobierno al alcanzar un acuerdo de coalición con el PSOE.

En 2020, el partido sufrió un severo golpe al quedarse fuera del Parlamento de Galicia y un fuerte descenso en Euskadi, donde redujo a la mitad su representación (de 11 a 6 parlamentarios). En las elecciones madrileñas de 2021, la formación morada e IU mejoraron sus resultados (de 7 a 10 escaños) pero sufrieron un terremoto político tras dejar Iglesias la política tras la contundente victoria del PP.

Luego, el adelanto electoral de Castilla y León volvió a sufrir otro varapalo al quedarse con solo un diputado y las últimas andaluzas del año pasado, con el experimento de frente amplio de Podemos, IU y Más País (con la coalición Por Andalucía ) fracasó al cosechar solo cinco diputados sin impedir la mayoría absoluta de Juanma Moreno (PP). El único paréntesis en esa tendencia fueron los comicios autonómicos catalanes de 2021, donde los comunes lograron conservar sus ocho diputados.