El futuro de la presencia francesa en el Sahel, a debate con los líderes regionales

Macron espera que sus homólogos del G5 Sahel le aclaren qué esperan de Francia ante las crecientes protestas contra su presencia

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha citado este lunes en la ciudad de Pau a sus homólogos de los países del G5 Sahel –Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger– con el objetivo de que estos le aclaren si desean que las tropas de la operación Barkhane que Francia mantiene en la convulsa región sigan desplegadas, ante el creciente rechazo de la población local.

Macron anunció la convocatoria de la cita a principios de diciembre durante la cumbre de la OTAN y días después de que Francia sufriera su mayor revés en la historia de sus misiones en el extranjero en años, con la muerte de trece militares en un accidente de helicóptero durante una operación antiterrorista en Malí el 25 de noviembre.

El mandatario dijo que espera de sus homólogos del Sahel que le «aclaren y formalicen qué es lo que piden de Francia y de la comunidad internacional», ante las crecientes protestas en estos países, en especial en Malí, donde ha habido incluso asaltos contra bases de la Misión Multidimensional de la ONU (MINUSMA). Este mismo viernes cientos de personas han protestado en Bamako en este sentido.

Francia tiene desplegados unos 4.500 soldados en el marco de su operación antiterrorista Barkhane en la región pero Macron ha venido exigiendo a sus socios, especialmente los europeos, una mayor implicación y participación en la lucha contra los grupos yihadistas que han convertido en el último año al Sahel en un polvorín, habida cuenta de que la región es vista como la puerta hacia Europa.

Según ha denunciado esta misma semana el representante especial de la ONU para el Sahel, Mohamed Ibn Chambas, en los últimos meses la región ha experimentado «un devastador aumento en los ataques terroristas contra objetivos civiles y militares».

El epicentro de esta violencia, detrás de la que están tanto la filial de Al Qaeda en la región –el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM)– como la de Estado Islámico –Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS)– así como otros grupos autóctonos como Ansarul Islam, lo constituyen Malí, Burkina Faso y el oeste de Níger, la región conocida como Liptako Gourma.

Este último país, sin ir más lejos, ha sido el reciente escenario de un brutal ataque yihadista contra sus militares en la base de Chinagoder, el pasado 9 de enero, que se ha saldado con 89 soldados fallecidos, en lo que se considera el peor asalto hasta la fecha contra el Ejército del país africano, caracterizado por el extraordinario potencial ofensivo del que hicieron uso los terroristas, quienes llegaron a perseguir a los soldados en motocicletas, según fuentes de Defensa de Níger.

LAS VÍCTIMAS SE MULTIPLICAN POR CINCO

En estos tres países, según Chambas, hubo en 2019 más de 4.000 muertos, una cifra que quintuplica los 770 que dejaron las acciones de los grupos terroristas en 2016. El responsable de la ONU llamó además la atención sobre el hecho de que «el foco geográfico» se está trasladando hacia el este, «amenazando cada vez más a los países costeros de África Occidental».

Los ataques han tenido como resultado también el aumento en el número de desplazados, que ronda ya el millón en los tres países, y además han provocado un incremento de las tensiones y la violencia intercomunitaria, con agricultores y pastores –esencialmente peul o fulani– como protagonistas.

Los peul, que habían convivido de forma pacífica con otras etnias esencialmente agrícolas de forma tradicional, son vistos ahora con suspicacia, ya que los yihadistas han aprovechado su marginación como el caldo de cultivo perfecto para reclutar a sus combatientes.

Las regiones más afectadas son también algunas de las más desfavorecidas en estos tres países, donde la presencia del Estado es mínima y en las que los yihadistas están llegando incluso a presentarse como alternativa ante una población que se siente olvidada.

Así las cosas, los líderes del Sahel son conscientes de que la situación en sus países se encuentra en un punto crítico y han reconocido que el terrorismo se ha convertido en uno de sus mayores desafíos, si bien se muestran convencidos de que puede ser erradicado, aunque no sin la ayuda de la comunidad internacional.

POSTURA DEL G5 SAHEL

Los mandatarios de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, Chad, Idriss Deby, Mauritania, Mohamed Cheij el Ghazuani. Malí, Ibrahim Boubacar Keita, y Níger, Mahamadou Issoufou, se reunieron a mediados de diciembre en Niamey con el fin de aunar posturas y de mostrar un frente único, una cita a la que ha seguido esta misma semana otra de sus ministros de Exteriores con vistas a preparar la cita de Pau.

En su declaración conjunta, se comprometieron a mejorar la coordinación entre sí así como con las fuerzas internacionales y reclamaron una vez más que la fuerza del G5 Sahel sea puesta bajo mandato de la ONU, además de reforzar el de la MINUSMA.

Pero también dejaron claro que la vía militar sola no basta para derrotar a los terroristas –algo que desde la ONU y las ONG que trabajan en la región se han hartado de recordar– y reclamaron la «necesidad de la creación de un plan de tipo Marshall para los países miembros del G5 Sahel» habida cuenta de que «la pobreza es una de las causas del terrorismo».

En general, los mandatarios sahelianos, en especial los tres más afectados por el terrorismo, se han pronunciado a favor de la permanencia de las tropas francesas. El más rotundo de todos ha sido Keita, sin duda porque también es el que se enfrenta a una mayor contestación de la población de su país.

Esta misma semana el presidente de Malí ha defendido que «quienes reclaman la marcha de las fuerzas extranjeras son enemigos de las Fuerzas Armadas malienses». Así, insistió en que las fuerzas extranjeras no son enemigas del país y sostuvo que «es esencial no confundir el combate».

La cumbre de Pau arrancará a primera hora de la tarde del lunes y a ella asistirán Macron y los cinco presidentes del G5 Sahel, según el Elíseo. Al término de la misma está prevista una rueda de prensa, sin que esté claro si en ella comparecerán los seis presidentes.

Posteriormente, Macron ha organizado una cena de trabajo a la que han sido invitados el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, así como el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki, y la secretaria general de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), Louse Mushikiwabo.

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