El acusado de Liaño estaba «frío y tranquilo» cuando declaró por el doble crimen
El jefe de la patrulla que fue a la casa antes de los hechos dice que la «intención» era detener al hombre, pero el sargento «ordenó lo contrario»
El acusado del doble crimen de Liaño, por la muerte en diciembre de 2021 de quien había sido su pareja y el bebé de ambos de once meses, se mostró «frío y tranquilo» cuando los agentes de la Guardia Civil le tomaron declaración por estos hechos, horas después de que aparecieran los cuerpos, «como si no fuera con él» lo que había pasado.
Además de ese comportamiento, «carente de emoción», en algún momento del interrogatorio el hombre se llegó a «enfadar, levantar la voz y amenazar» incluso, pues manifestó ante los efectivos que si un vecino presentaba alguna foto suya que pudiera incriminarle con lo ocurrido entonces «iba a ir detrás» (de las víctimas).
Los integrantes de la Policía Judicial que intervinieron en su declaración en el cuartel de Campogiro lo han indicado así este miércoles, en su comparecencia en calidad de testigos en el juicio a José R., que se celebra esta semana y la próxima en la Audiencia Provincial de Cantabria y en el que se enfrenta a prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel por dos delitos de asesinato.
En la tercera sesión de la vista, con jurado popular, también han declarado amigos de la mujer fallecida, que tenía 40 años, y de la que se ha reproducido un audio de WhatsApp que envió la tarde de los hechos -el 16 de diciembre de 2021- a un hombre con el que había quedado esa noche.
Se lo mandó después de avisar a la Benemérita para que sacaran al sospechoso de su casa, a la que había regresado días antes pese a la orden de alejamiento dictada hacía mes y medio, cuando denunció un episodio de violencia de género.
En esa conversación, la víctima comunicaba a su interlocutor que los guardias civiles se habían llevado al procesado y, según entendía y añadía ella, él estaba «preso». «Ya estoy tranquila», expresaba a continuación.
Sin embargo, el implicado abandonó el lugar por indicación de los agentes, que le citaron en el cuartel al día siguiente, regresando poco después a la vivienda donde presuntamente se llevaron a cabo las agresiones y donde fueron hallados los cadáveres el día 17.
«FUE UBNA DECISIÓN DEL SARGENTO»
En el plenario también ha declarado el jefe de la patrulla desplazada antes del crimen al domicilio, que ha corroborado la versión de su compañero, que testificó el martes. Así, ha señalado que fueron con la «intención» de detener a José R. por quebrantamiento de la orden de alejamiento.
Lo había hablado así antes de salir del puesto con su superior, quien después decidió algo «contrario» a eso, al indicarles por teléfono que instaran al denunciado a personarse en el cuartel la jornada siguiente. «Fue una decisión del sargento», ha sentenciado este agente, que si bien era el jefe de la pareja movilizada, la «capacidad de decisión» última era del mando.
Al margen de eso, este testigo ha corroborado que no contactaron con la mujer para indicarle que el hombre no estaba arrestado -como ella pensaba- sino en libertad. «En principio, no creí conveniente hacer esa llamada», se ha justificado.
Sí la telefonearon sobre las seis de la tarde, para que acudiera a presentar la denuncia, pero saltaba el buzón de voz (los investigadores sitúan la agresión entre las 17.08 y 17.44 horas).
Según ha dicho, no les «sorprendió» que no contestara ni devolviera la llamada, pues pensaban que no iba a formalizar denunciar, algo «muy normal» en los quebrantamientos de condenas.
Los tres guardias civiles que intervinieron fueron expedientados administrativamente (suspensión de empleo y sueldo) por no aplicar el protocolo establecido para estos casos, según el cual el implicado debe ser detenido.