El acusado de abusar de un menor con discapacidad niega los hechos y alega que sufre disfunción eréctil
El hombre acusado de abusar sexualmente de un menor de 17 años con una discapacidad mental en el baño de la estación de tren de Santander, en febrero de 2020, ha negado los hechos y ha alegado que sufre disfunción eréctil desde 2006.
Así lo ha asegurado en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial, en el que la Fiscalía ha señalado que los hechos están «bastante probados», por lo que ha mantenido su petición de ocho años de cárcel para cada uno de los dos delitos de los que está acusado, la acusación particular ha dicho que se trata de un «depredador sexual», y la defensa cree que «no hay absolutamente nada acreditado» y ha solicitado su absolución.
El acusado, con 67 años en el momento de los hechos y que contaba con antecedentes por hechos similares, ha reconocido haber estado en la estación de tren aquel día, como indica la Policía en las imágenes de las cámaras visionadas en la sala, si bien ha asegurado que no tuvo «contacto con nadie» y solo entró al lavabo del servicio para limpiarse la nariz porque tenía una hemorragia.
«No he cometido esta aberración», ha afirmado el hombre, que ha asegurado que tiene «una incapacidad para ello» y no tiene «deseo sexual», y ha apuntado que debido a esta acusación perdió su trabajo y amistades, y ha sufrido «daño moral y de salud».
Sin embargo, la víctima, que ahora tiene 19 años, sostiene que se encontró al acusado en los urinarios de la estación de tren, le «acorraló» y le «obligó» a entrar al baño para «hacerle una felación». «Me quedé en shock», ha indicado el joven, que ha explicado que estaba «asustado» y accedió a entrar para que no le diera «un guantazo».
Según su relato, fue entonces cuando el hombre cerró la puerta, se bajó los pantalones y le dijo que le hiciese una felación. «Me agarró por la cabeza» y «me lo tragué», ha indicado la víctima, que ha explicado que, acto seguido, «se la chupó» a él y le dio «un beso en la boca» y «un abrazo».
A continuación, el joven salió del baño pero volvió a entrar para lavarse porque «me sabía mal la boca», y el acusado le ofreció lotería, ir a un hotel, así como su número de teléfono, ante lo que se negó. «Se quedó sentado en la estatua que hay en la estación vigilándome y hasta que no me fui no se marchó», ha añadido.
En calidad de testigo ha declarado la madre del joven que ha detallado que ese día, al recogerle en la estación de tren, le notó «nervioso» e «inquieto» y una vez en casa mientras comían la confesó lo sucedido, tras lo que acudieron al hospital y a poner una denuncia.
Según las forenses que reconocieron al joven, este sufre de un grado de discapacidad del 35 por ciento y es «especialmente manipulable y vulnerable». También han apuntado que «le cuesta» revivir los hechos y desde entonces sufre ansiedad, se ha reducido su autonomía, siente miedo y tiene cambios de humor.
Asimismo, la médico de Atención Primaria que atendió al acusado en 2006 por una consulta relacionada con la disfunción eréctil, sin tratamiento ni seguimiento, ha señalado que «tenía algún problema de eyaculación».
«La disfunción eréctil no quiere decir que no tenga erección, hay grados de disfunción, es una dificultad para mantener relaciones sexuales, sobre todo la penetración», ha aclarado la médico, quien ha indicado que el acusado la dijo en aquel momento que no mantenía relaciones sexuales pero sí se masturbaba.
También se han expuesto en la sala los informes del Instituto de Toxicología, que concluyen que no se encontraron restos de semen en la boca de la víctima. No obstante, las técnicos han precisado que este permanece aproximadamente de seis a ocho horas y, teniendo en cuanta la higiene del joven y que la prueba se realizó ocho días después de los hechos, «lo normal es que no apareciera».
Además, dos agentes de la Policía Nacional han explicado que tras la denuncia, en la que el relato de la víctima fue «coherente», solicitaron las grabaciones de la cámara de la estación de tren y mostraron al joven la fotografía de seis personas que tenían «características similares» y «antecedentes por hechos similares», entre las que identificó al acusado sin «ninguna duda».
Finalmente, ha testificado un «conocido» del acusado que ha señalado que aquel día se encontró al hombre fuera de la estación, quien estaba sangrando por la nariz y le dijo que iba al baño a lavarse.
La Fiscalía cree que los hechos relatados por el menor se han «acreditado», ha señalado el reconocimiento fotográfico, así como la «casualidad» de que esa persona se encontrara en la estación como muestran las cámaras y cree que el comportamiento del acusado en las imágenes «no tiene explicación» con el sangrado de nariz.
Así, dice que «no hubo consentimiento» por parte de la víctima y considera al acusado autor de dos delitos de abuso sexual y mantiene su petición de condena, por cada uno de los delitos, de ocho años de prisión y cinco de libertad vigilada. En concepto de responsabilidad civil, solicita que el acusado indemnice al joven con 10.000 euros.
Por su parte, la defensa considera que en las imágenes de las cámaras «no se puede ver contacto» entre ambos, ha aludido a los certificados médicos que aluden a la disfunción eréctil del acusado, ha recordado que no hay restos de semen en la boca del joven y cree que su comportamiento es «incoherente» y «se lo han puesto fácil» en el reconocimiento fotográfico. Además, ha indicado que los antecedentes penales del acusado por delitos sexuales son «negativos» a día de hoy.
Por esta razón, ha aludido a la presunción de inocencia de su cliente y ha pedido su absolución, si bien ha señalado que, de no considerarse así, «únicamente» se le podría condenar por un delito de abuso sexual de tipo básico, con una pena de un año de prisión, teniendo en cuenta el atenuante de discapacidad que presenta.