El acusado de abusar de su sobrina dice que «no quería hacerlo: Cuando fui consciente me tiré de la cama»
El acusado de abusar sexualmente de su sobrina de ochos años mientras dormía en su cama ha reconocido parcialmente los hechos este lunes en el juicio contra él, celebrado en la Audiencia Provincial de Cantabria, en el que ha asegurado que «no era consciente» de lo que estaba haciendo y «no quería hacer eso, obviamente».
«Cuando fui consciente (de lo que hacía), me tiré de la cama. Es lo único que recuerdo», ha alegado en su defensa el procesado, que se enfrenta a seis años de prisión que piden para él la fiscal y la acusación particular, ejercida por su hermana y madre de la menor. Esta última parte no solicita indemnización -la Fiscalía reclama 3.000 euros, de los que ha consignado 2.500-, pero sí interesa su expulsión del país cuando adquiera el tercer grado.
En la sesión, desarrollada en la Sección Primera y que ha quedado vista para sentencia, también se ha reproducido un DVD con la declaración de la víctima, como prueba preconstituida, a un equipo psicosocial en el juzgado de instrucción.
En la grabación la pequeña relata los tocamientos -en la zona de la vagina, los pechos y el trasero, estas últimas por debajo del pijama- y cómo empezó a decir a su tío que parase pese a lo cual la «abrazaba» y agarraba «fuerte» mientras ella se sentía «incómoda».
«NO ME ACUERDO CÓMO LLEGUE A CASA»
Los hechos sucedieron en una madrugada de julio de 2018 en el domicilio del enjuiciado -que vive con su madre y abuela de la niña-, al que regresó a primera hora de la mañana «borracho», después de haber estado toda la noche de fiesta, bebiendo «muchísimo alcohol» y no sabe si le «metieron sustancias tóxicas» también.
«No me acuerdo siquiera cómo llegue a casa», se ha justificado, para indicar que solo recuerda despertarse, cuando oyó decir a la niña «¡no tío no!», momento en el que tomó conciencia de lo que estaba haciendo -«tocando el trasero» a la pequeña- y «directamente me tiré de la cama. Es lo único que recuerdo». Y según ha añadido, cree que estaría imaginándose que estaba con una chica. «Es lo que he sacado yo en conclusión. No era consciente», ha insistido.
Después de lo sucedido, ha indicado que se quedó «de rodillas» en el suelo porque «estaba en shock», y luego se levantó y se duchó, ya que tenía que ir a trabajar a un supermercado. Al regresar al dormitorio para vestirse la pequeña ya no estaba, pues había ido la cocina, donde estaba la abuela, a la que no dijo nada porque tenía problemas de corazón pero sí le pidió que la llevara con su madre.
El acusado ha destacado que hasta entonces la relación con su sobrina era «buena» pero desde ese día no ha vuelto a hablar con ella ni tampoco con su hermana, que supo de los hechos horas después de que tuvieran lugar, aunque no interpuso denuncia hasta dos años y medio después, cuando su hija se sintió «preparada».
ESTABA DORMIDA, ME EMPEZÓ A TOCAR Y ME DESPERTÉ
Así, la víctima testificó a la edad de diez años, corroborando que se quedó a dormir en casa de su abuela y que ambas se metieron en la cama del procesado pensando que no iba a regresar esa noche. Pero volvió a primera hora, se acostó y empezó a tocarle sus «partes», con lo cual se esperó.
«Yo estaba dormida. Él vino y me empezó a tocar el culo, la vagina y las tetas. Yo me desperté y le decía que parase», manifestó la pequeña al equipo psicosocial que la atendió, al que precisó que estos tocamientos duraron unos «minutos» y que él la «apretaba fuerte» cuando ella se intentaba ir y la seguía tocando.
Asimismo, la víctima testificó que tras lo sucedido se «sentía mal», y que aunque ahora no tiene «miedo» de su tío, «antes un poco sí». En su testimonio también ha salido a relucir que previamente a los hechos denunciados el hombre la sentaba encima de él y ella «notaba su pene».
RELATO CREÍBLE
Las peritos que examinaron a la pequeña a través de la prueba preconstituida y analizaron su relato encontraron parámetros de credibilidad en el mismo, en concreto 11 de los 19 establecidos en total. Han destacado al respecto que la declaración es «coherente», sigue una estructura «lógica» o incluye «detalles». Junto a esos «términos probables» de veracidad concluyeron que no había secuelas.
En el plenario también han testificado la madre de la pequeña, a la que manifestó que su tío le había hecho «tocamientos», tras lo cual su hermano le manifestó que «lo sentía muchísimo» y que «no sabía que le había pasado», que «se le había ido la pinza».
Y la madre del procesado y abuela de la pequeña ha señalado que su hijo llegó a casa «muy borracho: era la primera vez en mi vida que yo le había visto así». «Parecía que estaba hablando con un mueble, porque ni se le entendía», ha apostillado, al tiempo que ha señalado que le había manifestado que la niña estaba en su cama.
Después de lo sucedido, esta testigo ha dicho que notó a la pequeña «como si estuviera enfadada» y la llevó con su madre, que ese mismo día por la noche la llamó para contarle los tocamientos. Tras esto, el hombre justificó su acción porque «pensó que estaba con una amiga» en la cama.
RECONOCIMIENTO DE LOS HECHOS
La fiscal, que ha modificado su escrito de acusación provisional únicamente para recoger la cuantía consignada del total reclamado en concepto de responsabilidad civil, ha incidido en su informe en el reconocimiento «parcial» de los hechos por parte del acusado, que ha admitido que tocó el trasero a su sobrina, aunque por «error», porque estaba «bebido y soñando con otra persona». Algo «suficiente» a juicio del ministerio público para acreditar su responsabilidad penal y que haya sentencia condenatoria.
La abogada de la acusación particular ha considerado en cambio que el hombre ha reconocido «casi al cien por cien los hechos», y ha remarcado la credibilidad del relato de la pequeña, que «da fe de lo que sucedió». Y ha rechazado en cualquier caso el alegato sugerido de que estaba teniendo «un sueño erótico», pues esta parte cree que «sabía perfectamente lo que hacía», a lo que ha sumado el hecho de que existan «otras conductas impropias» previas a esta denuncia.
La defensa considera que fue una situación «realmente particular», en la que su cliente estaba «intoxicado», hasta el punto de que parecía «un zombi», y que todo sucedió en un «duermevela». También ha hecho hincapié en que cuando fue consciente y se dio cuenta de lo que estaba haciendo, «se cae de la cama» y se queda en el suelo «de rodillas llorando».
Tras aludir a la dificultad probatoria y de practicar pruebas de descargo dos años y medio después de los hechos, este letrado ha pedido a la sala que se tengan en cuenta esos extremos a la hora de aplicar la pena que para este supuesto -delito abuso sexual a menores tipo básico- oscila entre los dos y seis años de prisión, interesando que en caso de condena se aplique el grado mínimo.
Además de la atenuante por consumo de alcohol y drogas, la defensa ha introducido la de reparación del daño -tras el «esfuerzo enorme» realizado por su patrocinado- y de dilaciones indebidas, y ha interesado asimismo la suspensión de condena privativa de libertad.
El juicio ha acabado con el acusado -contrario a su expulsión del país- ejerciendo su derecho a la última palabra: «Siento mucho los hechos. No tuve intención nunca de hacer nada a nadie».