El acercamiento de los países del Sahel a Rusia tras alejarse de Occidente incrementa la inestabilidad
Los yihadistas siguen ganando posiciones en Malí, Burkina Faso y Níger y extendiendo la amenaza
Los países del Sahel están inmersos en los últimos años de un proceso de alejamiento de Occidente, y en particular de Europa con Francia a la cabeza, que les ha llevado a buscar la ayuda y apoyo que antes de recibían de los europeos en Rusia, mucho menos exigente en sus condiciones, y que se está convirtiendo en una amenaza a largo plazo.
Este proceso ha traído aparejado un fortalecimiento de los grupos yihadistas, que han sabido aprovechar el vacío en la lucha antiterrorista para ganar posiciones e incrementar aún más la inestabilidad, con el consiguiente riesgo que para Europa podría tener en un futuro en forma de un aumento de la inmigración, según advierten los expertos.
«Los esfuerzos antiterroristas occidentales en el Sahel en la última década no han conseguido degradar la insurgencia regional, lo que ha contribuido a un colapso de la gobernanza y a la emergencia de juntas militares en Burkina Faso, Malí y Níger», resume Liam Karr, experto del proyecto Critical Threats, en un artículo reciente recogido por Europa Press.
La junta de Malí primero, a la que se sumó luego Burkina Faso y por último Níger, donde hubo un golpe de Estado en julio, parecen estar siguiendo todas un mismo guión de ruptura en primer lugar con Francia, que se vio forzada este año a poner fin definitivamente a su operación antiterrorista Barkhane en el Sahel, pero también en general con la UE. No obstante, en Malí aún sigue desplegado un contingente español en el marco de EUTM, aunque sin poder entrenar a las fuerzas malienses como estaba previsto.
RECHAZO A OCCIDENTE
Los militares «han repudiado el enfoque antiterrorista occidental de contención» mediante la neutralización o captura de yihadistas y «de construcción de capacidades del Estado en favor de estrategias más agresivas y asociaciones con Rusia», subraya Karr, que incide en que además han sabido aprovechar para generar un sentimiento antifrancés y antieuropeo vinculando la frustración de la población con el «fracaso de Occidente para debilitar la insurgencia».
Además de la salida de las tropas francesas de la región, la Misión de la ONU en Malí (MINUSMA) también acaba de completar su retirada de este país, donde pese a no tener capacidad de lucha contra el terrorismo sí que era un elemento de disuasión en cierta medida. A esto se suma el hecho de que Níger ha decidido suspender sus acuerdos en materia de defensa y seguridad con la UE.
Entretanto, los tres países han creado una nueva Alianza de Estados del Sahel (AES) tras abandonar el G-5 Sahel que se creó junto con Mauritania y Chad para combatir la amenaza yihadista en la región y han puesto sus esperanzas en Rusia. Esto se debe, según Karr, a que «Rusia ofrece una asociación más atractiva que aborda sus necesidades generales de seguridad para el régimen y se alinea con sus posturas antioccidentales y su visión militarista».
El respaldo de Moscú se ha traducido con la presencia de mercenarios rusos del Grupo Wagner en Malí, donde contaría con un contingente de unos 1.000 efectivos, mientras que en el caso de Burkina Faso no ha habido un despliegue pero sí apoyo militar de otro tipo y en Níger está por ver lo que ocurre, después de la reciente visita realizada por el viceministro de Defensa ruso al país.
Además, los grupos de defensa de los Derechos Humanos han denunciado un número creciente de matanzas y abusos por parte de las fuerzas de seguridad –apoyadas por Wagner en el caso maliense– o por voluntarios de defensa u otros grupos armados que respaldan al Ejército contra la población civil en los otros países, lo que exacerba aún más la situación y genera más inestabilidad y desconfianza.
LOS YIHADISTAS SE AFIANZAN
Así las cosas, los grupos yihadistas están ganando fuerza rápidamente en el Sahel, según alerta en un reciente análisis Soufan Center, especializado en el seguimiento de la actividad terrorista. Por su parte, Estado Islámico Provincia Sahel (ISSP, antiguo Estado Islámico en el Gran Sáhara) «ha reclutado a decenas de nuevos combatientes y se está haciendo con el control de grandes franjas de territorio en toda la región».
Además, desde de la salida de las tropas francesas, ha conseguido implantar cierta forma de gobierno en algunas de las zonas bajo su control, especialmente en el noreste de Malí, en la frontera con Burkina Faso y Níger. «Si el gobierno de ISSP demuestra ser más atractivo que lo que los líderes de las juntas en la región pueden ofrecer, será un enorme desafío difícil de revertir», previene Soufan Center.
El principal riesgo, según han venido advirtiendo los expertos, es que se consiga instaurar un «mini califato» que atraiga combatientes de otras partes como ocurrió en su momento en Siria e Irak, algo a lo que ya ha llamado en el pasado Estado Islámico.
Por lo que se refiere al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la filial de Al Qaeda en el Sahel, se ha visto expulsado por Estado Islámico de algunas zonas de Malí pero se ha hecho fuerte en el centro del país y cerca de la capital, Bamako, en el sur. Además, «ha comenzado a poner la vista en tomar zonas» en los países del golfo de Guinea, «incrementando ataques en Costa de Marfil, Benín, Togo y Ghana», resalta Soufan Group.
Su líder, Iyad ag Ghali, reapareció recientemente en un vídeo en el que advirtió a los tres países, así como a Rusia por apoyarle, de que la lucha «ha entrado en una nueva fase» e hizo un llamamiento a los musulmanes de estos países a que combatan a los «gobiernos traidores».
Asimismo, el líder de JNIM, que antes combatió en las rebeliones tuareg, dejó claro que su grupo no lucha junto a los separatistas tuareg, que el pasado verano retomaron las armas. Precisamente, el Marco Estratégico Permanente (CSP), que aglutina a los rebeldes tuareg, ha anunciado el bloqueo de las principales carreteras del norte de Malí, después de que el Ejército, con apoyo de Wagner, se hiciera primero con el control de Kidal y luego de Aguelhok, dos ciudades que habían estado bajo control tuareg en la última década.
LA INSEGURIDAD SEGUIRÁ AUMENTANDO
Así las cosas, tanto Critical Threats como Soufan Group alertan de que la situación corre el riesgo de seguir deteriorándose. Según Karr, el apoyo continuado de Rusia a las juntas y la estrategia militar agresiva de estas «sin respetar las vidas de civiles casi con toda seguridad exacerbará la insurgencia regional».
«Una intensificada inseguridad e influencia rusa en el Sahel amenazará los intereses estratégicos europeos y estadounidenses aumentando la migración, lo que podría desestabilizar el norte de África y Europa», alerta Karr en su artículo.
Además, añade, «un mayor control yihadista sobre partes de Burkina Faso, Malí y Níger también aumentará el riesgo de amenaza transnacional dando a los milicianos de Estado Islámico y Al Qaeda los recursos y el espacio para orquestar ataques contra los países africanos vecinos o ataques en Europa, si optaran por ello».
«A media que los actores rusos siguen desestabilizando los países en los que operan y empujando a los civiles a los brazos de los grupos yihadistas, el Sahel está por convertirse en una región ingobernada dominada por organizaciones terroristas, muchas de las cuales aumentan sus capacidades con cada vez que pasa», previene a su vez Soufan Group.
En este sentido, llama la atención tanto a Estados Unidos como a Europa de que están «distraídos» por el conflicto en Oriente Próximo y en Ucrania y «no dan muestras de tener una estrategia coherente sobre cómo abordar la situación en el Sahel» mientras que sus competidores directos, Rusia y China, están cada vez más presentes.