El 40% de los padres con hijos prematuros dice que su relació n de pareja se ha visto afectada

El 40 por ciento de los padres con hijos prematuros dice que su relación de pareja se ha visto afectada, si bien el 56 por ciento dice que «no afecta» o que «afecta igual» que tener un hijo a término, tal y como ha mostrado un trabajo realizado por la Fundación NeNe sobre una muestra de familias de 1.200 niños y publicada con motivo del Día Mundial de la Prematuridad.

Los principales problemas relacionados con la gran prematuridad del hijo que afectan a la relación de pareja son el mayor peso por sus posibles consecuencias es que el hijo desarrolle secuelas o problemas importantes de salud; y que uno de los progenitores, generalmente la madre, se entregue intensivamente al cuidado del bebé, sacrificando la atención a la pareja y a otros hijos.

Pese a esto y otros problemas, el hecho de tener y criar a un hijo gran prematuro no siempre es negativo para la relación de pareja, más bien al contrario. De hecho, hay cuatro veces más parejas que piensan que la prematuridad del hijo ha reforzado su unión (el 32% del total de las que reportan consecuencias para la relación), aunque durante un tiempo hayan podido dedicarse menos tiempo o se hayan generado tensiones entre ellos, que parejas cuya unión se ha roto por ese motivo. En concreto, el 8 por ciento de parejas declara que la prematuridad del hijo ha sido el motivo que ha llevado a la ruptura; entre estas parejas «rotas» predominan las que tienen hijos con secuelas importantes de salud.

Así, cuando la gran prematuridad afecta a la relación de pareja, como sucede en el caso del 40 por ciento de los entrevistados, hay muchas más probabilidades de que acabe uniéndola que separándola. A partir de la unión de esas parejas que explican cómo han luchado juntos por sacar adelante al hijo, se conforman las familias resilientes que tan beneficiosas son para el desarrollo de los niños nacidos muy prematuramente.

PROBLEMAS EN LA RELACIÓN CON OTROS HIJOS

Por otra parte, el trabajo ha puesto de manifiesto que de las familias que tienen más de un hijo y han participado en el proyecto, el 29 por ciento reconoce que el hecho de que uno de ellos (o más de uno) sea muy prematuro afecta a la relación que mantienen con otros hijos y a su crianza.

Para estas familias, el tener que centrarse o preocuparse más del desarrollo del hijo prematuro les quita tiempo de dedicación a otros hijos (53,2% de los casos); les lleva a preocuparse menos del desarrollo del resto de los hermanos (el 20%) o más (el 8,6%) (el 18,2% restante señala otros aspectos en los que la crianza se ve afectada por la gran prematuridad de uno de los hermanos).

El que un niño haya nacido muy prematuramente y/o tenga secuelas importantes también influye en la vida de sus hermanos de muchas otras maneras. Por ejemplo, es «muy frecuente» que los horarios de los hermanos tengan que supeditarse a las rutinas que imponen los tratamientos y terapias del hijo nacido prematuramente, quien, además, puede acaparar la mayor parte de la atención de los padres (una situación que lleva a los hermanos a recurrir a estrategias muy diversas para demandar activamente la atención de los progenitores).

Para el hijo nacido prematuramente, el tener hermanos es un factor muy positivo porque con sus juegos y actividades le estimulan, favoreciendo así su desarrollo. Asimismo, el hecho de que haya varios hijos dificulta la sobreprotección que muchos expertos atribuyen a estas familias.

Del mismo modo, los abuelos también padecen las consecuencias de la prematuridad; lo pasan doblemente mal porque sufren por su hijo y sufren por su nieto. Cuando existe, la ayuda que las familias reciben de la generación anterior se considera imprescindible, aunque en estas relaciones a veces se aprecian algunos conflictos porque no siempre los abuelos comprenden bien las exigencias que conlleva la crianza de estos niños, por ejemplo, la necesidad de tomar determinadas medidas como la restricción de las visitas, destinadas a prevenir las infecciones a las que son más vulnerables estos niños.

Finalmente, el trabajo ha mostrado que otra fuente de posibles conflictos es la mayor tendencia por parte de los abuelos a «malcriar» a estos nietos que ven más vulnerables que a otros y «que han sufrido tanto», expresión de ese estilo de crianza «compensatoria» que sería más frecuente en las familias con niños nacidos muy prematuramente.

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