EEUU critica el «papel poco cooperador» de Rusia y su implicación en operaciones en el conflicto en Libia

Estados Unidos ha criticado nuevamente este viernes el «papel poco cooperador» que juega Rusia en el conflicto en Libia y ha señalado que Moscú y el Grupo Wagner siguen implicados en operaciones por tierra y aire en el país africano.

El Mando África de Estados Unidos (AFRICOM) ha señalado que las autoridades rusas siguen posicionando equipamiento militar «capaz de llevar operaciones cinéticas» a través del despliegue de mercenarios del Grupo Wagner, propiedad de un aliado del presidente de Rusia, Vladimir Putin.

«Rusia sigue jugando un papel poco cooperador en Libia al enviar suministros y equipamiento al Grupo Wagner», ha dicho el director de operaciones del AFRICOM, Bradfor Gering, quien ha resaltado que «las imágenes por satélite siguen desenmascarando sus continuas negativas».

Las autoridades estadounidenses han acusado en numerosas ocasiones a Moscú de violar el embarco de armas al país a través del envío de armamento y equipamiento al país, donde apoyan al mariscal de campo Jalifa Haftar, alineado con las autoridades asentadas en el este.

En esta ocasión, ha manifestado que las imágenes por satélite muestran a fuerzas y equipamiento del Grupo Wagner en las líneas de frente en la ciudad de Sirte, hacia donde ha avanzado el conflicto después de que el Gobierno de unidad, reconocido internacionalmente, rechazara la ofensiva lanzada por Haftar en abril de 2019 contra la capital, Trípoli.

«Las imágenes reflejan el amplio rango de la participación rusa», ha recalcado el subdirector de Inteligencia del AFRICOM, Gregory Hadfield. «Sigue pareciendo que intentan lograr posicionarse en Libia», ha añadido, según un comunicado.

En este sentido, el AFRICOM ha detallado que las últimas pruebas apuntan al envío de aviones de carga, sistemas antiaéreos, camiones antiminas, vehículos blindados, además de otros suministros, lo que «complica la situación y aumenta el riesgo de que un fallo de cálculo derive en una violencia continuada e innecesaria».

«El tipo y volumen de equipamiento demuestra una intención de acciones ofensivas de combate sostenias, no de ayuda humanitaria, e indican que el Ministerio de Defensa ruso está apoyando estas operaciones», ha argumentado Gering.

Por último, el director de Asuntos Públicos del AFRICOM, Chris Karns, ha destacado por ello que «la participación rusa es evidente, por lo que el Kremlin miente cada vez que lo niega».

El AFRICOM publicó a mediados de junio «nuevas pruebas sobre la actividad de aparatos rusos» en Libia, incluido el envío de aviones militares, y recalcó que el papel de Moscú en el conflicto «incrementa la violencia y retrasa una solución política».

Posteriormente, acusó el 15 de julio a Moscú de «complicar» los esfuerzos para lograr un alto el fuego en Libia y acusó al Grupo Wagner de colocar bombas y minas antipersona en los alrededores de la capital del país.

LA INJERENCIA INTERNACIONAL

Haftar, que cuenta con el respaldo de Egipto, Rusia y Emiratos Árabes Unidos (EAU), lanzó en abril de 2019 una operación para hacerse con el control de Trípoli, donde tiene su sede el Gobierno de unidad que lidera Fayez Serraj.

Tras el avance inicial, el conflicto quedó estancado hasta que Turquía decidió intervenir del lado del Gobierno libio, revirtiendo la situación y expulsando a las fuerzas de Haftar. La batalla está ahora en torno a la ciudad de Sirte, ciudad natal del difunto Muamar Gadafi.

El ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, afirmó el 8 de julio que Haftar estaba dispuesto a firmar un alto el fuego «inmediato», al tiempo que pidió a Turquía que convenciera de ello al Gobierno de unidad.

Sin embargo, su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, puso en duda días después la voluntad de Haftar de aceptar un alto el fuego y dijo que creía que el mariscal de campo intenta «ganar tiempo» tras los varapalos que ha sufrido sobre el terreno durante los últimos meses.

La duplicidad institucional en Libia se retrotrae a las elecciones parlamentarias de 2014, que dividieron las administraciones, sin que las asentadas en el este –anteriormente reconocidas por la comunidad internacional– y el Gobierno de unidad, surgido de un acuerdo en 2015, consiguieran pactar su unificación desde entonces.

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