Director del MAS explica que se actuó «con sentido común y diligencia» ante la «emergencia» del incendio

El director del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander, Salvador Carretero, ha explicado que ante la «emergencia» que supuso el incendio registrado hace un mes en este edificio se actuó «con sentido común y diligencia», y se procedió a evacuar las obras que se salvaron de las llamas, unas embaladas y protegidas y otras no, pero por «motivos de urgencia».

«Lo que teníamos nosotros delante de nuestros ojos era un incendio, una emergencia, y había que actuar con sentido común y con diligencia. Embalar todas las obras nos hubiera llevado muchísimo tiempo, tiempo que no teníamos», ha defendido el responsable del MAS, para quien ante circunstancias como éstas «el sentido común se impone», y «de ninguna manera» se actuó de manera «irresponsable» o «sin control».

Carretero, que ha confesado estar «triste» y «exhausto física y mentalmente» tras el fuego, –en el que se perdieron cuatro piezas de arte y el 90% de los 28.000 volúmenes que conformaban la biblioteca, al tiempo que sufrieron daños además tres esculturas que están siendo restauradas–, ha explicado que las obras que no se vieron afectadas son las que estaban almacenadas en un búnker habilitado en la planta baja del inmueble debido a los trabajos de rehabilitación y mejora de la accesibilidad que se estaban realizando.

Ha detallado que se evacuaron en «tres días y medio» ante el «peligro» de que se reactivaran las llamas o por riesgos en la «frágil» estructura del edificio, mientas que el almacenamiento en este lugar «aislado» y «seguro» se había llevado a cabo durante 36 días. Pero «había que salvar la colección»; cualquier «otra cosa» hubiera sido una «insensatez» o «negligencia», ha argumentado el director del Museo.

En una entrevista a la Cadena Ser Cantabria recogida por Europa Press ha detallado que las decisiones fueron «claras» y se adoptaron entre «todo» el equipo, en función de la «jerarquía» de las obras, es decir, de sus cualidades histórico-artísticas de la colección, que estaba «inventariada», «asegurada» y «perfectamente almacenada», es decir, que se sabía donde estaba «cada una» de las piezas.

En consecuencia, fueron embaladas para su evacuación las obras que eran «muy importantes» -las «pata negra»-, mientras que otras se «protegieron» y el resto no, de modo que se sacaron directamente del edificio por «motivos de urgencia». Pero Carretero ha precisado que estas últimas son las que presentaban elementos como un cristal o metacrilato, que se podía limpiar si resultaban manchadas durante el desalojo, por ejemplo. En este sentido, Carretero ha negado que hubiera «nunca» algún ejemplar junto a «escombros».

Carretero, que lamenta la «ligereza» con la que se ha hablado de este asunto y que el «grave» incendio -del que aún se desconocen las causas- se haya «entremezclado con una batalla política y un frente mediático», ha señalado que desde el pasado mes de mayo, cuando arrancaron las obras de reforma y mejora de la accesibilidad en el MAS, que afectaban a una cuarta parte de la superficie del inmueble, los sistemas de seguridad pasaron a depender de la empresa adjudicataria de las mismas, y ha indicado al respecto que no funcionaron pues no estaban operativos, aunque deberían haberlo hecho «con normalidad».

Ha precisado al respecto que solo estaba bajo «control» del Museo la colección artística almacenada en el búnker habilitado en la planta baja, en un lugar «acotado», con acceso «independiente» al del resto del edificio, con vigilancia las 24 horas del día y para el que se había aprobado un protocolo de seguridad «estricto». Esa parte de la colección se salvó del incendio: está «sana y salva, a buen recaudo y en perfectas condiciones», ha valorado Carretero, que ha indicado que en su totalidad, entre las piezas expuestas y almacenadas, el MAS se compone de más de un millar de obras de arte a las que se suman unas 2.000 de otro tipo.

ES NORMAL QUE ESTUVIERAN ALMACENADAS

Carretero, que lleva al frente de este museo un «puñado de años», desde enero de 1990, cuando accedió al cargo tras una oposición «muy dura», ha afirmado además que es «normal» que las obras se almacenen en un museo durante una reforma. «Es normal que un museo en obras almacene la colección en el propio edificio. Es normal que permanezca abierto al público mientras está en obras. Es normal que se cierre el publico», ha comentado, para indicar que todo depende de las «circunstancias» y del «alcance» de los trabajos.

En cuanto a las cuatro obras que se perdieron -un gran lienzo de más de 2×5 metros de Antonio Gomar, una pintura de Ignacio Angulo, un díptico de Joaquín Martínez Cano y una escultura de papel de Ocaña- ha explicado que no se guardaron en el búnker junto a las demás por cuestiones de conservación y atendiendo también a sus características técnicas (dimensiones) y materiales.

BIBLIOTECA

De la biblioteca especializada del MAS, que se empezó a crear en la década de los 90 con un centenar de volúmenes y que había llegado a los 28.000 (de los que solo estaban catalogados cerca 15.000 por falta de «personal y dinero» para concluir esta tarea) el director del museo ha señalado que los ejemplares se habían distribuido en cajas y palés en la segunda planta del edificio, para «repartir» el peso de los mismos por todo el edificio. La segunda planta resultó afectada por el incendio que «se llevó por delante» el 90% de los libros.

También ha asegurado que desde el suceso no ha estado «desaparecido» ni «ocultado». «No me escondo», ha sentenciado al respecto, para salir al paso de las críticas vertidas -como las de los grupos de la oposición en el Ayuntamiento-. Frente a ello, ha indicado que ha estado «trabajando como un cabrón», tanto él como el resto del personal del MAS, del Consistorio y de las empresas externas contratadas a raíz del siniestro. «Mañana tarde y noche», ha remachado.

Finalmente, ha admitido que la pérdida de las obras de arte y ejemplares de la biblioteca es «dolorosa», pero ha señalado que él es «positivo» y «muy tenaz» por lo que confía en que el incendio en el MAS sirva para ampliar el edificio actual, que está «mucho más que constreñido» y «ya no da más de sí», y en el que el «poco» personal existente realiza una labor «muy prolija» supliendo la falta de medios humanos con «trabajo». «No hay mal que por bien no venga», ha comentado para finalizar.

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