Desarrollan un método para cuantificar la radiación en la sangre en el tratamiento de un tumor y reducir la toxicidad
Un equipo multidisciplinar del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra está desarrollando un método que permita cuantificar la dosis de radiación depositada en la sangre circulante durante el tratamiento de un tumor y reducir así la toxicidad del mismo.
Los primeros resultados han sido presentados este miércoles en el Congreso Mundial de Protonterapia (PTCOG 61) que se está celebrando esta semana en Madrid con la colaboración del Cancer Center Clinica Universidad de Navarra y Quirónsalud.
El estudio, que cuenta con 25 pacientes, demuestra que se puede realizar una aproximación personalizada para planificar y administrar de forma específica la dosis según cada paciente. Una de las principales ventajas de la terapia con protones respecto a la radioterapia convencional es su capacidad para dirigir con mayor precisión el haz deradiación al tumor reduciendo los efectos adversos en los tejidos sanos adyacentes.
Con este método, se podrá customizar todavía más el tratamiento estudiando la estructura vascular que contiene la sangre circulante del paciente para ajustar la dosis y la dirección del haz.
«Otros estudios utilizan como órgano a riesgo tejidos más grandes como el riñón. En este caso, nosotros hemos estudiado la vasculatura porque se ha visto cómo la dosis puede afectar a las células sanguíneas e inducir efectos indeseados, como la linfopenia (alteración en la que la sangre no tiene suficientes linfocitos). Así, los vasos sanguíneosde alrededor del tumor se convierten en un parámetro más a la hora de establecer el tratamiento con ese objetivo de reducir al máximo su toxicidad», ha señalado la ingeniera biomédica que realiza su tesis en el departamento de Física y Matemática Aplicada de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra, Marina García.
Para ello, se van a analizar parámetros como los vasos sanguíneos, sus contornos o el flujo, y aspectos técnicos como la estructura temporal de la entrega del haz, el nivel de energía o la hora de inicio y fin de este campo.
«Hay casos, dependiendo de la localización del tumor, como puede ser en la región del cuello, en los que es prácticamente imposible evitar vasos principales. Pero hay otros en los que puedes desviar ligeramente el haz y conseguir esa mejora», ha añadido el catedrático de Física Aplicada de la Facultad de Ciencias, Javier Burguete.
El fin último de este proyecto es mejorar la práctica clínica en oncología radioterápica mediante el desarrollo de algoritmos que permita la incorporación de los planificadores de radioterapia de la sangre circulante como órgano especialmente decisivo en la inmunidad de los pacientes.
«La sangre ha sido la gran olvidada de los tejidos humanos a proteger de la radiación. La disponibilidad de protones y fotones permite estudiar cómo proteger la inmunoterapia de los pacientes mediante planificación dosimétrica», ha comentado el catedrático de Oncología Radioterápica, investigador principal del proyecto y director científico de la Unidad de Protonterapia del Cancer Center Clínica Universidad deNavarra, Felipe Calvo.
La investigación se mantiene activa y los siguientes pasos serán estudiar las implicaciones clínicas mediante los análisis de sangre (biomarcadores) para establecer la correlación de dosis en sangre y cómo se ha dañado la misma.