Demuestran la utilidad del estudio de la función del corazón con resonancia magnética cardíaca en tras infarto agudo
Un trabajo de investigadores del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) en el Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA y el Hospital Clínico de València, demuestra la utilidad de un novedoso estudio de la función cardíaca mediante resonancia magnética cardíaca en determinados pacientes que han padecido un infarto agudo de miocardio.
«El infarto de miocardio se produce por una falta de riego sanguíneo a una zona de miocardio, o músculo cardíaco, debido a una obstrucción en la circulación de las arterias que transportan esta sangre», explica Víctor Marcos, investigador del CIBERCV en el Grupo de Investigación Traslacional en Cardiopatía Isquémica de INCLIVA, quien ha presentado recientemente los resultados de este estudio, realizado en colaboración con investigadores del Hospital Universitari Vall d Hebron, del Hospital Clínic de Barcelona, del Grupo ASCIRES y de la Universidad Politécnica de València.
«Debido a esta falta de aporte sanguíneo, el músculo cardíaco puede debilitarse e incluso formar una cicatriz, con lo cual la función de bomba del corazón se ve comprometida en muchos casos», ha añadido el investigador.
José Gavara, investigador del mismo grupo especializado en resonancia magnética y primer firmante del estudio, destaca que «esta técnica nos permite obtener unas imágenes muy precisas y estudiar de forma muy fiable la función cardíaca, así como detectar la zona con cicatriz o necrosis».
La novedad del trabajo radica en que la realización de una resonancia magnética cardíaca en estos pacientes, en cualquier momento de su evolución, permite predecir el riesgo de eventos adversos en un tiempo de seguimiento tan largo como más allá de 5 años tras el estudio con resonancia magnética. José Gavara ha realizado la cuantificación de las imágenes de resonancia magnética en colaboración con investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (Center for Biomaterials and Tissue Engineering) y del Grupo ASCIRES.
«La función cardíaca es dinámica. En algunos pacientes se mantiene estable, pero en otros puede modificarse a lo largo del tiempo. Sabemos que los pacientes con disfunción sistólica, o debilidad en la función de bomba del corazón, tienen peor pronóstico. Lo que nosotros demostramos es que esto se puede determinar de forma precisa con la resonancia magnética cardíaca, y así conseguimos una muy buena estratificación del riesgo de nuestros pacientes en cualquier punto de su evolución tras un infarto», explica Víctor Marcos.
Para la investigación, que se ha publicado en Journal of Magnetic Resonance Imaging , reclutaron a 1.013 pacientes de los tres hospitales que han colaborado en el proyecto. Todos ellos habían sido ingresados por un infarto agudo de miocardio y se sometieron a estudios secuenciales mediante resonancia magnética cardíaca a lo largo del seguimiento, a criterio del cardiólogo a cargo de los pacientes.
«La función cardíaca se categoriza actualmente en tres grupos: reducida (inferior a un 40%), en rango intermedio (entre un 40% y un 49%), y preservada (50% o más). Nuestro primer hallazgo relevante es que son los pacientes con función cardíaca reducida (inferior a un 40%), mediante resonancia magnética cardíaca, los que realmente tienen un peor pronóstico», detallan los investigadores.
Otra conclusión fundamental del estudio es que los cambios en la función cardíaca, normalmente hacia la mejoría, son relativamente frecuentes tras el infarto agudo de miocardio, y que, por ello, muchos pacientes se pueden beneficiar de una resonancia magnética cardíaca para determinar en qué situación de riesgo se encuentran.
En línea con los datos previamente publicados por el mismo grupo, en todos los casos hay que partir de una prueba muy accesible, la ecocardiografía. Son los pacientes con una fracción de eyección (el principal parámetro que mide la función de bombeo del corazón) inferior al 50% mediante ecocardiografía los que se podrían beneficiar más del estudio con resonancia magnética cardiaca para predecir mejor su pronóstico. Se da, pues, un paso más hacia la medicina personalizada y la selección adecuada del uso de la resonancia magnética, así como la interpretación de sus resultados en pacientes con infarto de miocardio previo.
«Cuando determinamos la función sistólica de un paciente, podemos situarle en una categoría de riesgo, más baja o más alta. Pero esto es como una fotografía estática, y la función cardíaca puede variar. Conocemos muchas variables que hacen más probables estos cambios, tanto a mejor como a peor», señala Marcos.
Lo interesante de los resultados es la posibilidad de obtener en los pacientes de riesgo elevado (aquellos con infarto extenso y función deprimida mediante ecocardiografía), una estimación más exacta de la función de bombeo de su corazón mediante resonancia magnética. «El uso de esta técnica en estos pacientes de riesgo tan elevado puede ser de utilidad en cualquier momento de su evolución y nos puede ayudar a detectar con precisión cambios en su perfil de riesgo a lo largo de los años», explica.