DDHH-ONG denuncian que cada 36 segundos muere una persona en África Oriental por hambre y piden financiación y educación

Casi el 10% de la población mundial padece hambre. Cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación

Oxfam Intermón estima que, de aquí a final de año, cada 36 segundos una persona muera víctima del hambre en tres países de África Oriental (Somalia, Etiopía y Kenia), cuyas zonas más afectadas se encuentran al borde de la hambruna, mientras que Acción contra el Hambre pone el foco en la innovación, además de la financiación, Misiones Salesianas en la educación y World Vision denuncia el impacto del alza de los precios en esta lacra. Las ONG lanzan esta alerta por el Día Mundial de la Alimentación, que se celebra cada 16 octubre.

En Somalia, Oxfam señala que se está viviendo la peor crisis de hambre que se recuerda, donde el número de personas que padecen hambre aguda ya supera el de la hambruna de 2011, cuando más de 250.000 personas murieron. Actualmente, casi una de cada seis personas padece hambre extrema en Somalia.

Gran parte de la región sufre los efectos de cuatro escasas temporadas de lluvias consecutivas, a los que previsiblemente se sumarán los de una quinta en los próximos tres meses. Además, el cambio climático ha diezmado los cultivos y forzado a las comunidades dedicadas al pastoreo a abandonar su forma de vida tradicional.

Esta crisis se ha visto agravada en muchos lugares por el conflicto, los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19 y el aumento de los precios de los alimentos consecuencia, en parte, de la guerra en Ucrania.

El análisis de Oxfam Intermón alerta de que el ritmo de personas que mueren como consecuencia del hambre en Somalia, Etiopía y Kenia se ha incrementado desde el mes de mayo, cuando la organización estimó que el hambre se cobraba una vida cada 48 segundos y alertó del peligroso retraso en la provisión de ayuda a millones de personas al borde de la hambruna.

Debido a la escasez de datos, no ha sido posible incluir en el análisis a Sudán del Sur, también al borde de una crisis de hambre como consecuencia de las inundaciones y el conflicto. En estos cuatro países, más de seis millones de niños y niñas sufren o se disponen a sufrir desnutrición aguda.

«Avanzamos de forma inexorable hacia una hambruna, y cada vez más y más personas mueren bajo el yugo del hambre», afirma la directora regional de Oxfam en el Cuerno de África y África Oriental y Central, Parvin Ngala, que alerta de «una catástrofe de enormes dimensiones».

Según el último informe de Naciones Unidas, en 2021 ya había 828 millones de personas que padecían hambre (casi el 10% de la población mundial), lo que implica un aumento de alrededor de 46 millones desde 2020 y 150 millones desde el inicio de la pandemia de la COVID-19.

Estas tendencias son el resultado de múltiples factores que se retroalimentan entre sí, que van desde conflictos hasta crisis climáticas, económicas y sanitarias, factores que están impulsando el hambre hacia formas más complejas e interconectadas que afectan, especialmente, a tres grandes zonas del mundo: la región africana del Sahel, Oriente Medio y Latinoamérica.

Para afrontar esta crisis alimentaria global, Naciones Unidas estima necesarios 41.000 millones de euros destinados a ayuda humanitaria, de los que solo un 37,5% ha sido cubiertos hasta ahora.

FALTA DE AYUDAS PARA LA INFANCIA

Por su parte, desde Acción contra el Hambre denuncian que, a pesar de todos los avances de las últimas décadas en la lucha contra la desnutrición infantil, 45 millones menores de cinco años en el mundo sufren desnutrición aguda y las predicciones apuntan a que esta cifra continuará creciendo en los próximos años.

Uno de los retos de esta ONG es abordar la desnutrición aguda en la infancia, la cara más dramática del hambre: en la actualidad, solo el 20% de los niños y niñas que sufren de desnutrición reciben tratamiento.

Acción contra el Hambre considera que asumir el desafío de acabar con el hambre requiere, además de financiación, de innovación, a través de diagnósticos más sencillos y de la mejora de los accesos a los tratamientos.

«Hay que simplificar los protocolos de tratamiento, buscar alternativas a los productos nutricionales y seguir empoderando a los agentes comunitarios no sanitarios, algo que nos permita salir de los enfoques tradicionales», apunta el director de i+D+I de Acción contra el Hambre, Amador Gómez.

SAM Photo es un claro ejemplo de cómo la innovación puede ser un instrumento perfecto para paliar el hambre. Esta app, desarrollada por Acción contra el Hambre, que permite fotografiar a niños y niñas menores de cinco años en lugares remotos o afectados por conflictos, determina si padecen desnutrición aguda mediante fotodiagnóstico.

Para debatir y encontrar nuevas propuestas, Acción contra el Hambre también ha impulsado Together Against Hunger ( Juntos contra el Hambre ), un movimiento que fomenta la solidaridad, formado por expertos, activistas, filántropos, donantes y legisladores comprometidos con la urgencia de tomar acciones clave para acabar con el hambre en el mundo, cuyo primer encuentro tuvo lugar en Washington los días 12 y 13 de octubre.

«En la lucha contra el hambre nada va a cambiar si no modificamos las formas de trabajar, atrevámonos a romper el perímetro y a explorar otros caminos», concluye Gómez.

EL IMPACTO DE LOS PRECIOS EN EL HAMBRE Y EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN

Para Misiones Salesianas, el hambre se ha convertido en la punta del iceberg de la desigualdad y de la pobreza (el hambre en el planeta aumentó el año pasado hasta situarse en 828 millones de personas,150 millones más que antes de la pandemia) por lo que defiende el papel de la educación, que considera clave para transformar la vida de los niños, niñas y jóvenes más desfavorecidos.

A su juicio, asistir a la escuela permitirá a este colectivo adquirir buenos hábitos de higiene, conocer sus derechos, recibir una alimentación sana, aspirar a cumplir sus sueños profesionales y contribuir al desarrollo de sus comunidades

Mientras, World Vision ha presentado el informe Price Shocks en el que destaca cómo la espiral de precios de los alimentos está contribuyendo a una crisis mundial de hambre y poniendo a los niños y niñas en mayor riesgo de muerte.

«Los precios de los alimentos han aumentado en todo el mundo en los últimos años, mientras nos enfrentamos a una triple crisis provocada por la COVID-19, los conflictos y el cambio climático», explica la directora de respuesta a la Crisis de Hambre de World Vision, Mary Njeri.

«La mayoría de las personas de todo el mundo están experimentando el impacto del aumento de los precios de los alimentos, pero para algunos, las consecuencias son potencialmente mortales: casi 50 millones de menores están ahora tan delgados para su estatura que corren riesgo de muerte. El número de personas con hambre aguda ya ha aumentado un 25% desde principios de año, y a menos que tomemos medidas urgentes, más familias tendrán que luchar para alimentarse», asegura.

El estudio de World Vision revela que el año pasado se produjo un aumento general del 14% en el precio de los alimentos. Las subidas han sido especialmente acusadas en algunos de los países más pobres, sobre todo en los que dependen de las importaciones o se ven afectados por el cambio climático.

Por ejemplo, mientras que en España se ha producido un aumento del 6% en el último año, los precios de los alimentos han aumentado un 143% en Sudán, un 42% en Etiopía y un 33% en Angola desde 2021. En las Islas Salomón, los precios del arroz y los lácteos se han triplicado desde 2021.

«Siempre decimos que nunca más, pero las familias están actualmente al borde de una crisis devastadora, y no nos equivoquemos, a menos que actuemos ya, miles de niños y niñas morirán de hambre. Hay suficiente dinero y alimentos en el mundo. Ningún niño debería pasar hambre en el siglo XXI; debemos actuar ahora», concluye Njeri.

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