Critican que el discurso de Bolsonaro sobre Lava Jato «refuerza» la impunidad contra la corrupción
Los fiscales de Lava Jato han censurando este jueves las palabras del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien un día antes aseguró que había «acabado» con esta operación pues ya «no hay más corrupción en el Gobierno», considerando que estas declaraciones demuestran «desconocimiento» y «refuerzan la percepción sobre la ausencia de un compromiso efectivo contra la corrupción».
A través de un comunicado, los fiscales que forman el equipo de Lava Jato en Paraná, en el sur de Brasil, han señalado que estas palabras del presidente Bolsonaro evidencian no sólo un «desconocimiento sobre la actualidad de los trabajos» de investigación, sino también «la necesidad de su continuidad».
«El apoyo de la sociedad, fuente primaria de todo poder político, así como la adhesión efectiva y coherente de todos los poderes de la República es fundamental para que ese esfuerzo continúe y tenga éxito», reza el texto.
El mismo día en que Bolsonaro aseguraba que la corrupción ya no formaba parte de las estructuras del Gobierno, el grupo de fiscales ha recordado que una de sus últimas operaciones anticorrupción, la número 76, se saldó con la incautación de 45 millones de reales (unos 6,8 millones de euros) en sobornos procedentes de varios delitos, entre ellos el de organización para delinquir y lavado de dinero, contra la petrolera Petrobras.
En el mismo comunicado, el grupo de trabajo ha señalado que se enfrentan a «fuerzas poderosas» que trabajan en «la dirección opuesta», por lo que su trabajo «es más esencial que nunca», pues varias son las instituciones brasileñas afectadas por una «corrupción endémica».
Las declaraciones de Bolsonaro también han sido criticadas por el que fuera su ministro de Justicia, Sergio Moro, quien decidió abandonar el Gobierno tras acusar al presidente brasileño de interferir en la labor de la Policía Federal.
Sin aludir al discurso de Bolsonaro, Moro deslizó en Twitter que «los intentos de acabar con Lava Jato representan una vuelta de la corrupción», un «triunfo de la vieja política de los esquemas que destruyen Brasil y hacen más frágiles la economía y la democracia». «Esta película ya nos la sabemos», ha apostillado.
En cualquier caso, la operación iniciada en 2014 aún sigue abierta, aparentemente más mermada por los recortes impulsados en los últimos meses por Bolsonaro.