Creadora de Nutri-Score dice que este sistema de etiquetado «permite comparar rápidamente la calidad nutricional»
La médico y nutricionista Pilar Galán, miembro del equipo que diseñó y desarrolló el etiquetado nutricional frontal Nutri-Score destaca que este sistema permite a los usuarios «comparar rápidamente» la calidad nutricional de los productos en el momento de la compra», permitiéndole orientar su selección hacia aquellos con mejor calidad nutricional, al encontrarse en la cara frontal de los envases.
A su juicio, se trata de una herramienta útil frente al riesgo de dietas poco saludables que impera hoy en Europa, junto al incremento de enfermedades no transmisibles (obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer). «Sintetiza las cifras y los términos incomprensibles de los valores nutricionales que figuran en el etiquetado nutricional obligatorio en la parte posterior de los envases y ciertos elementos de la lista de ingredientes, en forma de un logotipo de colores sintético, sencillo, intuitivo y comprensible para todos», defiende en una entrevista con Infosalus.
La también investigadora senior del Equipo de Investigación en Epidemiología Nutricional EREN y de la Universidad Sorbona Paris Nord recuerda que se trata de un logotipo nutricional de colores asociado a letras, que describe 5 clases de calidad nutricional, que van del verde (asociado con la letra A) al naranja oscuro/rojo (asociado con la letra E).
Según explica, esta clasificación se basa en el cálculo de «un algoritmo definido en criterios de salud pública, validados científicamente», y por el que el producto adquiere una serie de puntos en función de la composición nutricional por cada 100 gramos o mililitros.
«Tiene en cuenta, por una parte, el contenido de los nutrientes considerados como desfavorables o críticos desde el plano nutricional: kilocalorías, azúcares simples, ácidos grasos saturados y sodio. Y, por otra parte, los nutrientes o ingredientes considerados como favorables (proteínas, fibras y porcentaje de frutas, verduras, leguminosas, frutos oleaginosos y aceite de oliva, colza o nuez)», detalla.
Así, la doctora Galán incide en que la puntuación final obtenida, de acuerdo con 4 límites predefinidos sobre una base científica, clasifica el resultado en 5 categorías según su calidad nutricional representada en forma de una cadena de 5 colores que van desde el color verde oscuro al rojo, representando respectivamente la mejor y la peor calidad nutricional.
Entre las ventajas de Nutri-Score resalta también que permite a los consumidores en el momento de su compra de comparar:
-Alimentos pertenecientes a categorías diferentes, pero con una verdadera pertinencia en sus condiciones de uso o de consumo, por ejemplo, yogures comparados con cremas de postres; o para alimentos consumidos en el desayuno, permite comparar por ejemplo cereales desayuno, pan de molde, galletas, bizcochos, bollería industrial, etc.
-Alimentos de la misma categoría, por ejemplo, en la familia de los cereales del desayuno comparar mueslis con cereales con chocolate, o con cereales con chocolate y rellenos (que pueden variar de la A a la E ); comparar galletas secas con galletas con chocolate; o lasaña con carne, con salmón, con espinacas; o los diferentes tipos de pizzas por ejemplo.
– Mismo tipo de alimento pero de diferentes marcas, por ejemplo pizzas de queso de diferentes marcas.
A su juicio, otro aspecto positivo de Nutri-Score es que «incita a la industria a mejorar la calidad nutricional de los alimentos que fabrica ofreciéndoles la oportunidad, por el sistema propuesto, de valorizar sus esfuerzos en términos de reformulación».
LA EXPERIENCIA EN OTROS PAÍSES
Galán recuerda que Nutri-Score ha sido ya adoptado oficialmente en 7 países europeos (Francia, Bélgica, España, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos y Suiza) y que en España, a finales 2019, HISPACOOP evaluó la utilidad de este etiquetado en 2.000 adultos españoles, viendo que el 92,1% de las personas creían que les ayudaría a cuidar su alimentación y a optar por opciones de productos más saludables. Además, el 76,7% consideró que les ayudaría a comparar y elegir entre productos de la misma categoría, aunque sean productos diferentes.
Sobre si su impresión en los productos ha facilitado una mejoría en la calidad de la compra, Galán mantiene que los resultados de los estudios realizados «son convergentes» y muestran que la presencia de Nutri-Score mejora la calidad nutricional general de la cesta de la compra (disminución de calorías y lípidos, en particular ácidos grasos saturados, sal y un aumento de frutas, verduras y carnes no procesadas), «sin aumentar el precio de la compra».
Es más, sostiene que la eficacia de Nutri-Score es superior a la del resto de logotipos estudiados: «Según los estudios, la calidad nutricional general de la cesta de la compra mejoró de 4,5 a 9,4% por el solo hecho de añadirlo. Todos los estudios muestran que su efecto es particularmente evidente en las poblaciones desfavorecidas».
Igualmente, constata que las estadísticas realizadas en población general, y en poblaciones específicas con alto riesgo (estudiantes, población con bajos ingresos y personas con enfermedades crónicas), muestran que Nutri-Score ayuda a los consumidores a clasificar correctamente los productos según su calidad nutricional, y que era particularmente eficaz en poblaciones en riesgo de dietas menos saludables y en personas con menos conocimientos nutricionales, a la vez que han demostrado que es «igual de eficaz» en poblaciones de bajo nivel socioeconómico.
PRINCIPALES CRÍTICAS A NUTRI-SCORE
Entre las principales críticas que se realizan al sistema, Galán señala que Nutri-Score no clasifica los alimentos como sanos o perjudiciales para la salud, ni tampoco aporta una información en valor absoluto, sino en valor relativo, para comparar los alimentos entre sí y entre los que se consumen en las mismas condiciones de consumo (por ejemplo, los cereales entre ellos, o los aceites entre ellos o las bebidas entre ellas).
En lo que respecta al aceite de oliva, la investigadora de la Universidad de Paris subraya que este alimento «no está penalizado por Nutri-Score», ya que lo clasifica con una C, la mejor puntuación entre las grasas añadidas, y entre los aceites vegetales.
«Está mejor clasificado que los aceites de soja, girasol (el segundo consumido por los españoles) y maíz (clasificados D), o los de coco o palma (clasificados E) y mejor que la mantequilla (clasificada E). Esta clasificación es totalmente coherente con las recomendaciones de salud pública que, tanto en España como en otros países, no impulsan a consumir el aceite de oliva sin límites, aunque sí que recomiendan a los consumidores que favorezcan el aceite de oliva con respecto a los demás aceites vegetales y, sobre todo, con respecto a las grasas de origen animal», sentencia.
En cuanto al impacto más allá del propio etiquetado, la científica española remarca que Nutri-Score es solo una medida más en el marco de las políticas nutricionales de salud pública, y complementario al resto de acciones de educación nutricional, de comunicación sobre recomendaciones genéricas, y a la prohibición de la publicidad de alimentos clasificados D y E por Nutri-Score (especialmente dirigida a los niños).