Conflictos familiares, miedos, tristeza o abusos sexuales pueden desencadenar TCA, según experta

Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) son la punta del iceberg de una situación emocional mal resuelta, según la psicóloga de la Unidad de Terapia Nutricional de IVADI en el Hospital La Salud (Valencia), Carmen Duro, que ha desvelado que las causas que subyacen bajo estas patologías son múltiples, como conflictos familiares, perfeccionismo, autoexigencia, miedos o abusos sexuales.

Las personas que padecen algún TCA pasan por momentos difíciles en sus vidas que no saben cómo gestionar. «Son una manera de hacer tangible el dolor», ha asegurado. Esto ocurre, añade, porque los pacientes se centran en aquello que sí pueden controlar como es cuerpo y su alimentación «pensando que eso les aporta cierta seguridad».

Sin embargo, afirma que es un autoengaño porque ese control, les lleva normalmente a un descontrol y entran en un círculo vicioso. «Por ejemplo, una persona que restringe su alimentación durante mucho tiempo y de forma muy estricta puede caer en una ansiedad que le lleve a pegarse atracones y luego al vómito con sentimiento de frustración y culpa. Es decir, que pasan del control al descontrol de forma cíclica», ha afirmado.

La pandemia ha favorecido la aparición de TCA, como anorexia, bulimia, vigorexia o trastorno por atracón, tal y como demuestra los datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), que indican que el 70 por ciento de los adolescentes no se siente a gusto con su cuerpo y seis de cada diez chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas y alrededor del 30 por ciento de ellas revela conductas patológicas.

Concretamente, el confinamiento y el efecto de las redes sociales han provocado que los casos aumenten un 20 por ciento. «Cuando una se compara, siempre sale perdiendo y hay que tener mucho grado de madurez y pensamiento crítico para no dejarse arrastrar. Si lasredes no se usan de forma plenamente consciente y, además, la persona está en un momento de la vida vulnerable con conflictos sin resolver, es relativamente fácil que afloren los TCA», ha asegurado Carmen Duro.

En este sentido, un once por ciento de los adolescentes está realizando conductas de riesgo susceptibles de acabar cumpliendo criterios para el diagnóstico de un trastorno de la conducta alimentaria, según la Fundación ABB. «Lo más duro, es que nunca se ven bien porque el problema real no está en su aspecto sino en algo mucho más profundo», ha recalcado.

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