Burkina Faso, una crisis humanitaria sin solución a la vista
Las ONG confían en que no haya un estallido de violencia postelectoral y advierten de la necesidad de abordar la desigualdad
Burkina Faso se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes que las ONG confían en que las elecciones presidenciales y parlamentarias de este domingo no contribuyan a agravar y que imposibilita que muchos de sus ciudadanos, en particular el millón que se ha visto desplazados, puedan ejercer su derecho de voto. La persistente desigualdad, una de las causas en la raíz de la violencia, será el desafío a afrontar para quien salga elegido.
El país del Sahel ha experimentado en los últimos años un significativo deterioro de su seguridad, inicialmente en el norte, fronterizo con la convulsa Malí, pero que ha ido avanzando hacia el centro y el este del país. A los ataques de las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico en el Sahel se han sumado también las acciones de grupos de autodefensa así como de las fuerzas de seguridad, que en el último año cuentan también con el apoyo de voluntarios.
El resultado son casi 2.300 muertos, incluidos civiles, en lo que va de año, un dato superior a todo 2019, y eso que desde el pico alcanzado en marzo la llegada de la pandemia parece haber bajado un poco el nivel de violencia, de acuerdo con los datos del proyecto ACLED. Un buen ejemplo del deterioro de la situación es que el número de desplazados internos era de apenas 8.000 al inicio de 2018 mientras que en agosto de este año se superó el millón.
También se ha disparado el número de personas que tienen problemas para garantizar su sustento. Según los últimos datos de la ONU, las personas en inseguridad alimentaria han aumentado en un 50 por ciento desde marzo hasta alcanzar los 3,3 millones.
Ayudar a quienes lo necesitan, tanto a los que tuvieron que huir dejando todo atrás como a quienes les han acogido en sus comunidades, es todo un desafío para las ONG que trabajan en el país, que tienen serios problemas de acceso a algunas zonas debido a la presencia de los yihadistas.
«Algunos lugares son inaccesibles y por tanto para nosotros y otras organizaciones humanitarias es difícil llegar a la población necesitada», reconoce a Europa Press el jefe de la misión en el país de Médicos Sin Fronteras (MSF), Tommaso Santo. «La población civil necesita urgentemente protección y la comunidad internacional debe incrementar sus esfuerzos de asistencia» en Burkina Faso, reivindica.
«El principal desafío sigue siendo el acceso a los desplazados internos», coincide el director del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) en Burkina Faso, Manenji Mangundu, que también apunta a la falta de fondos. «Miles de desplazados internos se encuentran en zonas de difícil acceso por la inseguridad o el estado de las carreteras», explica.
Los desplazados «viven en condiciones precarias que les exponen a muchos riesgos para la salud, como la malaria y la desnutrición», subraya Santo. «Muchos carecen de agua y saneamiento, comida, cobijo y atención sanitaria» en un contexto en el que numerosos centros de salud han cerrado sus puertas por la violencia. Además, los equipos de MSF también se encuentran con otra «consecuencia devastadora» de la inseguridad, «el impacto en la salud mental».
MÍNIMO RIESGO DE VIOLENCIA ELECTORAL
Pese a estas circunstancias, ambos coinciden en que el riesgo de violencia electoral como la vivida en otros países de la región, como Guinea o Costa de Marfil, parece bajo en el caso de Burkina Faso. «El riesgo de violencia postelectoral es mínimo», señala Mangundu, que pone de relieve que la campaña electoral ha trascurrido de forma pacífica y ve en ello una señal de «un escrutinio tranquilo».
No obstante, reconoce que si fuera necesaria una segunda vuelta –algo que los expertos parecen no descartar aunque el presidente Roch Marc Christian Kaboré parte como favorito para la reelección– la tensión podría verse exacerbada. En opinión del responsable de NRC, todo dependerá de quién gane al final, puesto que algunos de los candidatos opositores se han mostrado dispuestos a dialogar con los terroristas mientras que si gana el presidente actual «podría haber una reacción» de los grupos yihadistas.
Por su parte, Santo confía en que el proceso trascurra de forma tranquila dados «los enormes desafíos para la población» que ya existen, si bien asegura que MSF tiene preparados «planes de emergencia». En todo caso, pase lo que pase en las elecciones, y dado lo volátil de la situación en Burkina Faso, reconoce que «parece que la situación no va a mejorar próximamente».
En todo caso, como recuerda Oxfam, en el Sahel en general, incluido Burkina Faso, las desigualdades económicas y el profundo sentimiento de injusticia de la población «están en la raíz de muchas de las crisis», también en lo relativo a la inseguridad ya que en muchos casos el sentimiento de abandono por parte del Estado y la falta de oportunidades para los jóvenes empujan a estos a las filas de los grupos yihadistas.
CAMPAÑA CONTRA LA DESIGUALDAD
En el país, el 20 por ciento más rico acapara el 44 por ciento de la riqueza, de ahí que más de una treintena de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Oxfam, hayan aunado esfuerzos bajo el lema No dejar a nadie atrás para animar a los candidatos presidenciales a que tengan en cuenta el problema de la desigualdad.
Así, han conseguido que nueve de los trece candidatos, entre ellos el presidente Kaboré y el líder de la oposición, Zépririn Diabré, firmen su manifiesto, en el que se comprometen a trabajar «por una sociedad burkinesa justa, igualitaria y unida».
De acuerdo con los datos de los promotores de la campaña, el 60 por ciento de la población –12 millones de personas– carece de acceso a servicios universales de salud y solo el 60 por ciento de quienes viven en las zonas rurales del país tiene acceso a agua potable, frente al 96 por ciento de quienes residen en las ciudades.
Nueve de cada diez trabajadores en el país no están cubiertos por legislación laboral –la séptima peor situación a nivel mundial–, mientras que aunque los menores de 35 años representan el 30 por ciento de la población solo son el 20 por ciento de los cargos electos.
Además, un niño que viva en una zona urbana tendrá 27 veces más probabilidades de completar la educación secundaria que una niña que viva en su misma zona. Por otra parte, se estima que el 88 por ciento de los niños desplazados carecen de certificado de nacimiento, por lo que no existen oficialmente .
Pero sin duda, si hay un dato que puede explicar la creciente tensión intercomunitaria que vive Burkina Faso, promovida en parte por los yihadistas y que enfrenta a la comunidad peul, tradicionalmente dedicada al pastoreo trashumante, y el resto de grupos étnicos, más centrados en la agricultura, es el dato en este sector.
Aunque la agricultura supone la fuente de ingresos de más del 80 por ciento de la población del país, el presupuesto cayó un 38 por ciento entre 2017 y 2018 y en el caso de la ganadería, principal fuente de ingresos, solo recibe el 10 por ciento del presupuesto pese a que aporta el 35 por ciento de los beneficios.