Brufau (Repsol) advierte de que los altos costes energéticos están poniendo en riesgo a la industria europea
El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha advertido de que los altos costes en Europa del gas natural y la electricidad están «poniendo en riesgo a la industria europea y a la competitividad de muchos sectores» frente sus competidores mundiales.
En su participación en la jornada Impacto geopolítico en los mercados energéticos 2024: análisis y perspectivas , organizada por Fundación Repsol, Brufau, señaló que, a pesar de la «normalización» de los precios energéticos tras el shock provocado por la invasión de Rusia en Ucrania en 2022, que llevó a las compañías a adaptarse a «un escenario volátil» y a un aumento de la dependencia del Viejo Continente con otras economías, los altos precios siguen siendo un lastre para la industria europea.
En este sentido, puso como ejemplo que el coste energético de una refinería o una planta química en Estados Unidos es actualmente más de tres veces inferior en comparación con el de España, con unos precios de 13 euros por megavatio hora (MWh), frente a los 45 euros/MWh en el país. «Haciendo, por tanto, muy difícil que nuestros productos sean competitivos en otras geografías», añadió al respecto.
Por ello, consideró que los informes elaborados por Enrico Letta y Mario Draghi deberían «marcar las políticas de la nueva Comisión Europea», ya que «avalan la reconciliación de la política industrial con la política energética», al mismo tiempo que no se aumenta la dependencia con otros proveedores externos.
A este respecto, valoró como el informe Draghi pone sobre la mesa la «oportunidad» para Europa de convertir la transición energética en «una ventaja competitiva que permita fomentar la actividad industrial y, al mismo tiempo, reforzar la autonomía estratégica».
«No nos olvidemos que la industria genera empleo de calidad, con puestos de mayor cualificación, más estables y con buenos salarios», dijo.
No obstante, afirmó que este reto «es colosal», por lo que «no hay tiempo que perder» y la transición energética debe incorporar una realidad geopolítica, «que es la que realmente marca la oferta y la demanda energética, ya que los recursos energéticos, como el carbón, el petróleo, la energía natural o los minerales críticos para las energías renovables, no están distribuidos de forma uniforme por todo el mundo», aseveró.
EL MIX ENERGÉTICO DE UN PAÍS NO DEBE BASARSE EN «POLÍTICAS IDEOLÓGICAS».
Además, estimó que el mix energético debe ser una combinación de las fuentes de energía que un país utiliza, basándose en «la realidad de la demanda y no en políticas ideológicas». «Un enfoque basado en la demanda permite invertir en las tecnologías más rentables, competitivas y alineadas con las necesidades del mercado, capaces de asegurar un suministro constante de energía a un costo asequible», dijo.
Igualmente, destacó que la autonomía estratégica es «crucial para Europa en un mundo geopolíticamente inestable», evitando así la vulnerabilidad que generan las dependencias exteriores y aumentando la resiliencia económica.
En este escenario, indicó que la transición energética se presenta como «una doble oportunidad» para reforzar esta autonomía aumentar la actividad industrial.
UN BARRIL DE PETRÓLEO POR ENCIMA DE LOS 70 DÓLARES.
Por otra parte, el director de Estudios de Repsol, Antonio Merino, estimó que el precio del Brent se mantenga por encima de los 70 dólares el barril y vaticinó unos precios del gas natural en recuperación, ya que en este caso la sobreproducción de los años anteriores no se va a registrar en 2025.
Merino señaló que según las estimaciones de oferta y demanda se mueven los inventarios, y así el precio estaría en unos 75 dólares, aunque el descuento de la prima de riesgo es de unos cinco dólares. De esta manera, consideró una horquilla de entre 72 y 80 dólares y afirmó que «no hay nadie que esté esperando un precio de mercado por debajo de los 70 dólares». «Cuando baja de 70-75 dólares los países de la OPEP tienen problemas y corrigen la producción», dijo.
Por otra parte, Merino rompió también una lanza en favor del vehículo de combustión eficiente frente al coche eléctrico como la mejor manera de generar menos CO2.
«Si tengo un coche diésel que genera menos CO2 y lo tengo que sustituir por uno eléctrico, la batería, para generar menos CO2 que seguir con mi coche, debería durarme entre 25-30 años. Todos los componentes de una batería son intensivos en CO2», dijo.
Asimismo, Merino subrayó la necesidad de contar con un modelo que no encarezca el precio de la energía, ya que si toda la industria y servicios dependen de ello se plantea un escenario que «no favorece la competitividad».
ACOTAR LA INCERTIDUMBRE DEL CAMBIO CLIMÁTICO.
Mientras, el research lead economist economics of climate change del BBVA Research, Julián Cubero, afirmó que el cambio climático es «un riesgo» que afecta a la situación de las entidades debido a la gran incertidumbre que genera.
A este respecto, señaló que se puede estimar su efecto, pero no es posible medirlo. «Hay tantos escenarios como entidades que generen modelos y cambian constantemente. Nuestro trabajo es acotar la incertidumbre», dijo.