BBVA apuesta por la educación financiera y digital para evitar la exclusión de colectivos vulnerables
Afirma que la digitalización permite la inclusión financiera de personas en zonas remotas y reduce la economía informal
BBVA ha señalado la importancia de promover la educación financiera y digital para luchar contra la exclusión de colectivos vulnerables y evitar que algunas personas elijan productos financieros inadecuados o sean víctimas de fraude.
«La falta de educación financiera o digital» de ciertos grupos de población «y la proliferación y creciente complejidad de los productos y servicios financieros a su disposición aumentan el riesgo de tomar decisiones financieras inadecuadas, ser víctimas de fraude o elegir un producto que no sea para ellos», ha declarado a Europa Press la directora de programas de inversión en la comunidad y responsable de los programas de Educación Financiera de BBVA, Lidia del Pozo.
Según ha concretado, esos colectivos vulnerables no están formados únicamente por personas con bajos ingresos, sino que incluyen también a jóvenes, personas con necesidades educativas especiales, personas mayores, mujeres, migrantes, habitantes de áreas rurales o personas en situación de desempleo.
La ausencia de programas de educación financiera creados específicamente para estos segmentos de población puede contribuir a su exclusión del sistema financiero, según Del Pozo.
Por ello, BBVA lanzó el pasado mes de marzo su Plan Global de la Educación Financiera hasta 2025 –para formar a un millón de personas y alcanzar los 50 millones de personas que accedan a sus contenidos sobre esta materia_y participa también en el Aula Financiera y Digital que varias asociaciones del sector financiero presentaron la semana pasada.
DIFICULTAD PARA HACER FRENTE A IMPREVISTOS
Lidia del Pozo ha explicado que tener un buen nivel de educación financiera es fundamental para poder tomar decisiones financieras informadas y adecuadas y así poder planificar el futuro y acceder a mejores oportunidades, por lo que sería «muy adecuado» iniciar esa formación ya en edades tempranas.
Sin embargo, hay muchas personas que llegan a la vida adulta sin haber adquirido unos conocimientos básicos en ese campo.
Según la Encuesta Internacional sobre Educación Financiera de 2020 de la OCDE, algo más de la mitad de los adultos (el 52%) tiene unas nociones financieras suficientes y solo el 26% sabe qué es el interés simple y el interés compuesto.
«Una de las principales consecuencias de no tener una buena educación financiera es la merma de capacidades para enfrentarse a shocks e imprevistos», ha afirmado Del Pozo, que ha apuntado que las personas que tenían una mejor educación en ese ámbito han soportado mejor la crisis del Covid-19 y sus consecuencias económicas y sociales.
Respecto al problema de la exclusión financiera, ha indicado que, según el Banco Mundial, el 31% de la población adulta (1.700 millones de personas, aproximadamente) no tiene actualmente una cuenta bancaria básica.
«Son personas que viven en contextos de vulnerabilidad y pobreza que dificultan su inclusión financiera y esto les impide acceder a soluciones financieras que podrían mejorar sus condiciones de vida», ha comentado, defendiendo la necesidad de evitar que ese fenómeno se extienda «por falta de competencias como la planificación financiera, el ahorro o el endeudamiento responsable».
En cuanto a la digitalización, Del Pozo la ve como «una fuente de oportunidades», ya que, a su juicio, permite la inclusión financiera de personas en zonas remotas, reduce la economía informal y ayuda a desarrollar productos más adaptados a necesidades concretas y realizar operaciones de forma sencilla y rápida.
Pero la digitalización «también puede ser una fuente de riesgos», por lo que una educación financiera digital y en ciberseguridad «es hoy más importante que nunca», ha añadido la directiva de BBVA.
CRECIMIENTO SOSTENIBLE Y JUSTO
Por último, sobre la relación que tiene la educación financiera con el cambio climático, ha señalado que las personas que están concienciadas sobre esta cuestión «pueden decidir cómo gastar su dinero de forma sostenible, en productos y servicios que no impacten en el medio ambiente, y tomar decisiones de inversión o ahorro que ayuden a movilizar capital hacia un crecimiento sostenible y justo».
Asimismo, ha argumentado que los conocimientos sobre finanzas son una herramienta para «promover el crecimiento inclusivo y facilitar la inclusión financiera responsable de los colectivos más vulnerables», al permitirles acceder con más facilidad al sistema financiero y optar a mejores oportunidades.