Las intervenciones para reducir el estrés podrían ayudar a los profesionales sanitarios durante al menos un año

Las intervenciones para reducir el estrés relacionado con el trabajo de los profesionales sanitarios podrían producir mejoras en la forma en que afrontan el estrés durante al menos un año. Los hallazgos de una revisión Cochrane con las últimas evidencias disponibles se suman a las conclusiones de una revisión de 2015 que encontró evidencia de certeza baja de que las intervenciones, como el tratamiento cognitivo-conductual (TCC), la relajación mental y física, eran mejores que ninguna intervención.

En la revisión actual, los investigadores incluyeron 117 estudios de los efectos de diferentes intervenciones para el alivio del estrés, de los cuales 89 estudios eran nuevos. Estos 89 estudios se publicaron entre 2013 y 2022. Un total de 11.119 trabajadores sanitarios de todo el mundo fueron asignados aleatoriamente a distintas intervenciones, y el estrés se evaluó mediante cuestionarios que medían los síntomas de estrés a corto plazo (hasta tres meses después de finalizar la intervención), a medio plazo (entre 3 y 12 meses) y a largo plazo (seguimiento después de más de un año).

La revisión de Cochrane analizó las intervenciones a nivel del trabajador sanitario individual que centraban la atención bien en la vivencia de estrés o bien fuera de la vivencia de estrés (desviando la atención de esa vivencia). Las estrategias para centrar la atención en el estrés incluían la TCC y la formación en habilidades de asertividad, afrontamiento y comunicación.

Entre las intervenciones que desvían la atención fuera del estrés se incluían la relajación, la atención plena (mindfulness), ejercicios como el yoga y el tai chi, masajes, acupuntura y escuchar música. Los investigadores querían comprobar si distintos tipos de intervención eran mejores que ninguna intervención para reducir el estrés.

Los trabajadores sanitarios de los estudios sentían estrés y desgaste profesional con niveles entre bajos y moderados, lo que puede provocar síntomas físicos como cefaleas, tensión muscular o dolor, pero también síntomas mentales, como depresión, ansiedad, problemas de concentración y problemas emocionales y de pareja.

Sietske Tamminga, profesora de salud pública y laboral del Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos), que dirigió la investigación, señaló que «el personal sanitario se enfrenta a menudo a situaciones estresantes y de gran carga emocional en el cuidado del paciente, en el sufrimiento humano y en la presión que viene derivada de la relación con los pacientes, familiares y la misma organización para la que trabajan, así como elevadas exigencias laborales y largas jornadas de trabajo».

«Descubrimos que los trabajadores sanitarios podrían reducir su estrés mediante intervenciones a nivel individual, como con el tratamiento cognitivo-conductual, haciendo ejercicio o escuchando música», añade Tamminga.

Según la investigadora, «esto puede ser beneficioso para el propio personal sanitario y repercutir en los pacientes a los que atienden y en las organizaciones para las que trabajan. El efecto puede durar hasta un año y la combinación de intervenciones también puede ser beneficiosa, al menos a corto plazo. Los empresarios no deberían dudar en facilitar una serie de intervenciones contra el estrés a sus empleados. Los efectos a largo plazo de las intervenciones para gestionar el estrés siguen siendo desconocidos».

Los investigadores indican que se necesitan estudios más amplios y de mejor calidad que analicen los efectos a corto y largo plazo de las intervenciones a nivel individual para aumentar la certeza de la evidencia. «Necesitamos más estudios sobre intervenciones que aborden los factores de riesgo relacionados con el trabajo, tanto a nivel individual como organizativo», afirma Tamminga.

«Podría ser incluso más beneficioso mejorar las propias condiciones de trabajo, en lugar de limitarse a ayudar a las personas a sobrellevar mejor las pesadas cargas psicosociales. Por ejemplo, los empresarios podrían abordar los problemas de falta de personal, exceso de trabajo y turnos socialmente inadecuados. Si te decides a cambiar, tienes que cambiar los factores de riesgo subyacentes en lugar de centrarte en los síntomas».

Según algunos estudios, entre el 30 por ciento y el 70 por ciento de los médicos y enfermeros y el 56 por ciento de los anestesiólogos experimentan síntomas de agotamiento como consecuencia de su trabajo. Las investigaciones anteriores han tendido a centrarse en un tipo concreto de intervención en grupos específicos de trabajadores sanitarios.

«Hasta donde sabemos, no existen revisiones actualizadas que examinen la efectividad de varios tipos de intervenciones a nivel individual dirigidas a reducir el estrés en diversos tipos trabajadores sanitarios para proporcionar una visión más completa», afirman los autores de esta revisión.

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