Armas fabricadas con impresoras 3D, una nueva amenaza para las fuerzas de seguridad
Por el momento despiertan interés en círculos de extrema derecha pero podrían dar el salto al crimen organizado y grupos terroristas
Fabricar un arma de fuego con una impresora 3D ya es posible, aunque aún sigue siendo necesario contar con una bala metálica como proyectil, pero esta tecnología está evolucionando con rapidez inicialmente entre fanáticos de las armas y grupos de extrema derecha, esencialmente, pero los expertos temen que pueda terminar dando el salto al crimen organizado y grupos terroristas.
En 2013, Cody Wilson, un estudiante de Derecho de la Universidad de Texas consiguió fabricar una pistola con una impresora 3D y realizar un disparo ante las cámaras de la BBC. De las 16 piezas que componían el modelo Liberator , 15 estaban hechas de plástico salvo el percutor, que era de metal.
«Existe una demanda de armas» pero «hay estados en todo el mundo en los que te dicen que no puedes tenerlas y eso ha dejado de ser cierto», declaró entonces Wilson a la cadena británica, esgrimiendo que la tecnología había cambiado esa circunstancia.
En cuanto a si sentía algún remordimiento por el uso que se pudiera dar a Liberator , cuyos planos compartió en Internet para que otros también pudieran fabricarla, reconoció que «podría usarse para hacer daño a otras personas» pero al fin y al cabo era un arma. «Eso no creo que sea una razón para no hacerlo o una razón para no publicarlo», sostuvo.
Para fabricar aquella pistola de un solo disparo y que podía desintegrarse al realizarlo, Wilson empleó una impresora 3D que costaba 8.000 dólares. Sin embargo, desde entonces estas máquinas han evolucionado mucho y también lo ha hecho su coste, que ahora es de unos pocos cientos de euros.
LLAMADA DE ATENCIÓN SOBRE LA AMENAZA
Liberator fue «una llamada de atención porque en la era posterior al 11-S había mucho miedo a que un arma de plástico de impresión 3D pudiera ser utilizada por terroristas por ejemplo para entrar en edificios o aviones y para llevar a cabo ataques», reconoce Leon, jefe del equipo del Proyecto de Análisis de Armamento y Explosivos en Europol. «Ahí es cuando comenzó el seguimiento de esta amenaza», explica en un podcast de la agencia europea de Policía dedicado precisamente a esta cuestión.
«Fue un punto de inflexión porque mostró al mundo que se podía fabricar un arma impresa en 3D y que realmente funcionara», coincide Rajan Basra, experto del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalicación (ICSR), en otro podcast sobre la materia de la Red Global sobre Extremismo y Tecnología (GNET).
Aquella pistola «inspiró a muchas otras personas para que se implicaran en esta tecnología y crearan diseños más eficaces y en los once años transcurridos hemos visto emerger todo un movimiento dedicado a crear armas impresas en 3D de distintos tipos», explica este experto.
El siguiente hito se produjo en 2019 en la ciudad alemana de Halle. Stephan Balliet, un joven de 27 años de extrema-derecha, mató a dos personas e hirió a otras dos en las inmediaciones de la sinagoga de la localidad, donde se estaba celebrando la festividad de Yom-Kippur, tras no haber conseguido acceder al interior.
Balliet retransmitió en directo en redes sociales todo el ataque, en el que empleó armamento de fabricación casera con algunas piezas impresas en 3D además de compartir documentos con instrucciones sobre cómo fabricar e imprimir las armas que él mismo había empleado.
Aunque en la grabación se puede escuchar al autor del ataque expresando su frustración por el mal funcionamiento de las armas, supuso la constatación de que se estaba ante una «amenaza real» que en esa ocasión no había sido exitosa, subraya Basra, quien desde entonces tiene contabilizados al menos 18 casos en los que personas han sido declaradas culpables de compartir bocetos, intentar hacerse con ellos o fabricar este tipo de armas, además de utilizarlas.
INTERÉS PRINCIPAL ENTRE SUJETOS DE EXTREMA DERECHA
Si se tiene en cuenta la ideología del sujeto en cuestión, según este experto, «casi todos ellos son individuos o grupos de nacionalistas blancos o de extrema derecha». Un dato que concuerda con el recuento que ha realizado Yannick Veilleux-Lepage, profesor del Royal Military College de Canadá y publicado en junio en CTC Sentinel , la revista del Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de Westpoint en Estados Unidos.
De enero de 2017 a junio de 2024 ha contabilizado 35 casos documentados de extremistas de derecha vinculados con armas de impresión 3D. De ese total, 22 son casos de intentos de fabricar o adquirir este tipo de armamento y 12 son por posesión de archivos sobre estas armas. Pero lo más llamativo, según resalta el autor, es que los casos se han disparado desde 2021, con ocho casos, igual que en 2022, mientras que en 2023 hubo once.
Por lo que se refiere al reparto geográfico, el país a la cabeza es Reino Unido, con nueve, seguido por Australia, Alemania y Estados Unidos, con tres cada uno. Bélgica, Italia y Países Bajos contabilizan dos casos cada uno, y otros once países, incluida España, cuentan con un caso. El autor apunta a la legislación británica en materia antiterrorista como la principal causa del elevado número de casos en Reino Unido.
En cuanto al caso que recoge de España se trata del desmantelamiento del primer taller ilegal de armas 3D en Santa Cruz de Tenerife que se saldó con un detenido por delitos de tenencia ilícita de armas y depósito de explosivos, según informó en su momento la Policía Nacional. Durante el registro se intervinieron, entre otros, dos impresoras 3D así como 19 armazones de arma corta elaborados mediante impresión 3D, nueve cargadores, dos silenciadores además de una réplica de fusil de asalto AR-15 de Airsoft.
Después de esta operación, la Policía Nacional ha informado de otras varias incluido un detenido en A Coruña en agosto de 2022 por fabricación y tenencia de un subfusil AR9 ensamblado con piezas impresas en 3D mientras que la Guardia Civil detuvo a seis personas y desarticuló tres talleres clandestinos en Madrid, Jaén y León en el marco de una operación internacional el pasado diciembre.
POCA INFORMACIÓN SOBRE EL ENTORNO CRIMINAL Y TERRORISTA
En la actualidad, Europol tiene «poca información sobre el uso de armamento 3D en el contexto criminal», según Leon, que explica que las grandes bandas de crimen organizado en las que se centra la agencia policial «siguen prefiriendo las armas convencionales por ahora». Eso no significa que no se estén produciendo y empleando, admite.
Por su parte, Rajan Basra se muestra convencido de que esta tecnología se extenderá geográficamente a otras partes del mundo y «será adoptada por diferentes movimientos, independientemente de su ideología política», no solo de extrema-derecha.
Además, a medida que esto ocurra, «existen mayores probabilidades de que alguien finalmente use un arma de fuego de impresión 3D en un ataque terrorista», previene este experto, para quien la clave está no tanto en concienciar sobre la amenaza como en que empresas tecnológicas como Google, YouTube o Facebook, que se emplean para compartir los diseños o tutoriales, actúen para retirar este contenido y evitar su difusión.
Por lo pronto, según se desprende del último informe del comité de la ONU encargado de dar seguimiento a las sanciones contra Al Qaeda y Estado Islámico, los grupos yihadistas también han puesto el ojo en esta tecnología. Así, apunta a que Al Shabaab, la filial de Al Qaeda en Somalia, «está trabajando en la utilización de impresoras 3D para diseñar explosivos, armas y componentes de sistemas de aeronaves no tripuladas».