Amnistía denuncia la muerte de 19 civiles en bombardeos «indiscriminados» sobre el noroeste de Birmania

La ONG Amnistía Internacional ha denunciado que al menos 19 civiles, entre ellos varios niños, han muerto como consecuencia de ataques aéreos «indiscriminados» perpetrados por las Fuerzas Armadas birmanas en los estados de Rajine y Chin, situados en la zona noroeste del país asiático.

El director de Amnistía para la región, Nicholas Bequelin, ha lamentado que «mientras las autoridades birmanas urgían a la población a quedarse en casa para ayudar a frenar la COVID-19», el Tatmadaw (nombre oficial de las Fuerzas Armadas) «estaba tirando casas abajo y matando a civiles en ataques indiscriminados que equivalen a crímenes de guerra».

Estas operaciones habrían sido llevadas a cabo en zonas donde Internet lleva más de un año inactivo y se han conocido por los «impactantes testimonios» de algunos de los damnificados que, según Amnistía dan cuenta de hasta que punto las fuerzas birmanas siguen actuando con «impunidad» pese a las críticas recibidas en estos últimos años, principalmente a raíz del éxodo rohingya.

La ONG también ha analizado imágenes recogidas mediante satélite y verificado grabaciones que recogen sobre el terreno las consecuencias de los ataques, en el marco de una investigación iniciada en mayo. Las víctimas serían en esta ocasión mayoritariamente budistas y cristianas, aunque algunos medios también han informado de abusos contra rohingyas, de fe musulmana.

«NUESTRA FAMILIA ESTÁ DESTROZADA»

«Todo el pueblo vio el avión (…) el sonido era muy fuerte», cuenta un vecino de una localidad de Chin al recordar una serie de ataques que ocurrieron a mediados de marzo. Tras las explosiones, recorrió la zona y localizó sin vida a su hermano, así como a un amigo de este de 16 años.

Otras dos personas de la misma zona afirman que tienen constancia de nueve cadáveres, entre ellos el de un niño de siete años. «Nuestra familia está destrozada», lamenta el padre de este pequeño en declaraciones a Amnistía Internacional, que este miércoles ha publicado un informe sobre el tema.

Los relatos recabados hablan también de propiedades confiscadas y de torturas y malos tratos contra personas detenidas por su presunta vinculación con grupos armados como el Ejército de Arakán. La esposa de uno de estos sospechosos relata que, cuando visitó a su marido, le contó que le habían tenido atado y le habían golpeado durante cinco días, sin comida ni agua.

Amnistía ha denunciado que estos abusos suelen preceder a una confesión forzada en la que los detenidos dicen pertenecer a una milicia y, como en el caso citado anteriormente, terminan siendo imputados por delitos de terrorismo.

MENSAJE AL MUNDO

Bequelin ha advertido de que las técnicas de las Fuerzas Armadas pueden ser nuevas o no, pero la «constante» sigue siendo la absoluta falta de respeto por la vida de los civiles en el marco de la lucha contra grupos armados. «Las atrocidades no han parado. De hecho, la crueldad del Ejército birmano se ha hecho más sofisticada», ha apuntado.

El responsable de la ONG ha llamado a la comunidad a internacional a tomar medidas. «Este patrón de violaciones sin duda es un tema para el Tribunal Penal Internacional. El Consejo de Seguridad (de Naciones Unidas) debe actuar», ha reclamado.

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