AM-Anciano de Mallorca asegura que asaltantes le golpearon y temió por su vida:»Hasta que decidí hacer algo, defenderme»


PALMA, 8

Pau Rigo, el anciano de Porreres (Mallorca) que mató a un ladrón que entró en su casa en febrero de 2018, ha asegurado en el juicio que los asaltantes le golpearon en repetidas ocasiones y que temió por su vida y la de su esposa. «Hasta que decidió hacer algo, defenderme», ha dicho para justificar que cogiera una de sus escopetas y disparara contra uno de ellos.

La Audiencia Provincial ha continuado este viernes con la repetición del juicio con jurado popular contra el octogenario, para quien la Fiscalía pide una pena de cuatro años de prisión por un delito de homicidio y cuya defensa solicita que sea absuelto al considerar que actuó en legítima defensa. A lo largo de la segunda sesión de la vista oral ha declarado tanto Rigo como los otros tres procesados, acusados de planificar y perpetrar el robo.

En su interrogatorio, Rigo, quien en el momento de los hechos tenía 78 años, ha relatado que fue abordado por dos ladrones –hermanos entre sí, uno de ellos el fallecido–, quienes le golpearon en distintos momentos del asalto. Ello, sumado a que sospechó que buscaban más dinero del que tenía y que había sufrido recientemente otro robo violento en su domicilio, le hizo temer por su vida y por la de su esposa, ha subrayado.

Según su relato, aprovechó una ocasión para ir a por una de sus dos escopetas, que tenía cargada, y se apostó con intención de amedrentar a los ladrones y que se marcharan. Al verle, ha asegurado, uno de ellos se percató de que estaba esgrimiendo el arma y se dirigió hacia él con intención de golpearle con una pata de cabra.

Lo intentó en una ocasión, ha dicho Rigo, pero pudo esquivar un impacto que le hubiera «roto la cabeza» y entonces accionó el arma. «Nunca pensé en disparar. Fue en defensa, yo no ataqué, me atacaron, que no es lo mismo. ¿Qué iba a hacer? Disparé a bulto. No sabía dónde había disparado», ha aseverado.

El anciano ha señalado que, al tener la escopeta cargada con dos cartuchos, tuvo oportunidad de haber acabado con la vida de ambos asaltantes. «Pero no pensé en eso. Me sentiría mal si hubiera hecho eso», ha reconocido.

Por su parte, el ladrón que conservó su vida ha negado que ni él ni su hermano golpearan a Pau Rigo antes de que éste efectuara el disparo. «En ningún momento fuimos agresivos con él, golpeándole o tirándolo al suelo. Él estaba con total libertad», ha dicho el hombre, para quien el Ministerio Público pide seis años de prisión por sendos delitos de robo y lesiones.

«No vengo aquí a decir que el Pau es un asesino, le tengo empatía, podría ser mi abuelo. Estoy segurísimo de que él no quería que pasara lo que pasó. Soy consciente de que fui el provocador, me equivoqué, pero pienso que ese arma no tendría que haberse disparado», ha declarado.

Por su parte, los dos vecinos de Campos acusados de planificar el robo y trasladar a los asaltantes hasta el domicilio del anciano, quienes se enfrentan a cinco años de prisión y ya cumplen condena por perpetrar otro robo en casa de Rigo, han admitido su participación en los hechos.

RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS

A partir del relato de los cuatro acusados, el tribunal del jurado ha podido escuchar una reconstrucción de los hechos sucedidos la mañana del 24 de febrero de 2018. Así, los tres implicados en el robo han admitido que estuvo planificado con antelación y han reconocido el papel que desempeñó cada uno.

Fue uno de los dos vecinos de Campos, que conocía a Rigo y había estado en su domicilio en alguna ocasión, quien propuso al otro volver a perpetrar un robo, pues sospechaba que el octogenario, hoy de 84 años, podía tener dinero en efectivo en su caja fuerte después de haber vendido un negocio de máquinas tragaperras.

Siempre según su relato, acordaron buscar colaboradores y se lo propusieron a los hermanos. Una vez les convencieron, adquirieron pasamontañas y dos patas de cabra, les trasladaron hasta la finca y aseguraron que los pasarían a buscar una vez perpetrado el robo.

De cualquier modo, ha proseguido el hermano del fallecido, llegaron hasta la parcela propiedad de Rigo, se descalzaron y esperaron hasta que, al amanecer, el anciano saliera por la puerta de su casa. Entonces, ha reconocido, lo abordó por la espalda, le tapó la boca para impedir que gritara y le pidió que se tranquilizara para evitar tener que emplear la violencia.

Una vez consiguieron las llaves de la caja fuerte, ha proseguido, él bajó al sótano para vaciarla. No obstante, tuvo que pedir ayuda a su hermano, momento en el que el matrimonio se quedó solo.

Según el ladrón, una vez metieron el botín en sendas mochilas, abandonaron el sótano con intención de marcharse. No obstante, se encontraron a Rigo armado con la escopeta. «Dijo: os mato . Y pum, disparó», ha relatado. Aunque su primera reacción fue auxiliar a su hermano, al observar que el anciano pretendía cargar el arma se abalanzó sobre él para arrebatársela.

Hasta ese momento, ha aseverado, no había golpeado a Rigo en ninguna ocasión. También ha negado que su hermano se dirigiera hacia el anciano con intención de golpearle en la cabeza con una pata de cabra.

«No quiero enjuiciar a Pau en ningún momento, pero estoy segurísimo de que si yo hubiera ido agresivamente seguramente yo no estaría aquí sentado y mi hermano no estaría muerto», ha dicho. A lo largo de su declaración, el asaltante ha recalcado en varias ocasiones que su superioridad física era evidente y que, salvo después del disparo, cuando golpeó a Rigo, no se aprovechó de ello.

«POR POCO ME MATA. RECIBÍ TANTOS GOLPES QUE NO SÉ LO QUE PASÓ»

En cambio, Rigo ha asegurado que el robo fue violento y que, aunque no emplearon armas ni cuchillos como en el primer robo que sufrió, recibió tantos golpes que no recuerda algunos pasajes de lo ocurrido.

Cuando los asaltantes le introdujeron de vuelta en su domicilio, retorciéndole el brazo, lo primero que hicieron fue desconectar los dos teléfonos fijos de la casa y arrebatarle el móvil a su esposa, ha recordado. «Me dijeron que me calmara, que venían a robar dinero», ha dicho el anciano, quien ha asegurado que en diversas ocasiones les escuchó hablar de una cantidad de 200.000 euros.

«¿Qué podía hacer? Dos tíos jóvenes con un tipo de 78 años. Les seguí la corriente», ha relatado. Le abrió la caja fuerte a uno de los ladrones mientras el otro custodiaba a su esposa y, una vez saquearon los 15.000 euros que tenía, empezaron a buscar por el resto de la casa. «Cada vez se ponían más nerviosos, me empujaban más fuerte, me preguntaban dónde tenía el dinero», ha añadido.

«Hasta que no pude más, pensé que esta gente nos iba a matar, pensé que eran los mismos del último robo, que me habían puesto una pistola en la cabeza y un cuchillo en el cuello. Pensé que iban a hacer lo mismo y que íbamos a morir. Y ante eso decidí luchar por mi vida», ha sentenciado.

Después les esperó a una distancia prudencial con la escopeta en la mano y les instó a irse por la puerta con el botín. A partir de ese momento, ha reconocido, solo recuerda verse amenazado por uno de ellos, esquivar un golpe, disparar «a bulto» y perder el conocimiento.

El primer juicio por estos hechos acabó con la absolución de Rigo y la condena de los tres ladrones, pero un fallo en el veredicto del jurado llevó al Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB) a ordenar su repetición.

En este, la acusación particular, que ejerce la familia del fallecido, pide para el anciano una pena de 10 años de prisión por homicidio; la defensa del asaltante solicita que su representado sea condenado a un año de cárcel; y los planificadores podrían alcanzar un acuerdo con la Fiscalía para ver rebajada su petición de pena, inicialmente de cinco años.

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