Al Qaeda 3.0, la era post Al Zawahiri
De confirmarse la muerte de su líder, el grupo que fundó Bin Laden inicia una nueva fase en su historia
A falta de confirmación oficial, son cada vez más numerosas las voces que dan por muerto a Ayman al Zawahiri, líder de Al Qaeda desde que falleciera en una operación de Estados Unidos su fundador, Usama bin Laden, en mayo de 2011. El veterano yihadista egipcio habría fallecido de causas naturales recientemente, o al menos su frágil estado de salud le mantiene apartado, por lo que el grupo terrorista encara una nueva fase.
En la historia de Al Qaeda, fundada en 1988 por Bin Laden, sin lugar a dudas los atentados del 11-S en el año 2001 marcaron un antes y un después. Si el grupo terrorista quedó definitivamente en el radar de Washington a raíz de los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania en 1998 y el atentado contra el USS Cole en Yemen en 2000, el que sigue siendo el mayor atentado terrorista hasta la fecha convirtió a Al Qaeda en la amenaza a batir.
Comenzó entonces una guerra contra el terrorismo que a día de hoy continúa y que puso en el punto de mira a la organización y su líder, obligándole a adaptar su manera de operar. Cada vez más cercados en su feudo tradicional a caballo entre Afganistán y Pakistán, los líderes de Al Qaeda apostaron por la creación de filiales en distintas partes del mundo con las que seguir golpeando a Estados Unidos, su enemigo número uno.
La muerte de Bin Laden y el ascenso a la jefatura de Al Zawahiri no haría sino acelerar este proceso. Sin embargo, como se han hartado de repetir hasta la saciedad los expertos, Al Zawahiri no es Bin Laden ni tiene el carisma que tenía el saudí. Como resultado de ello, el proceso de descentralización que ya había comenzado con este se ha visto acelerado en los últimos años.
«Mientras la Al Qaeda responsable del 11-S era una organización de estructura rígida y estrechamente controlada, la Al Qaeda de hoy podría ser descrita de forma más precisa como un movimiento ligeramente interrelacionado, que incluye a grupos que piensan igual pero regionalmente distintos, cada uno de los cuales persigue agendas cada vez más locales», destaca Charles Lister, director del programa de lucha contra el terrorismo y el extremismo del Middle East Institute, en un artículo publicado en la web especializada Jihadica.
Aunque tanto Al Zawahiri como la shura –el máximo órgano de gobierno de Al Qaeda– «todavía ejercen una poderosa aura y forman un punto focal para la causa, el verdadero valor práctico que representan en términos de controlar y dirigir parece ser mínimo, en el mejor de los casos», subraya este experto.
PROCESO DE DESCENTRALIZACIÓN
Así pues, la desaparición del líder podría acelerar este proceso de descentralización, el cual ya ha provocado la escisión de algunas de estas filiales. La primera de ellas fue Estado Islámico, que surgió inicialmente como filial en Irak de la mano de Abú Musab al Zarqaui, el cual siempre mantuvo una postura mucho más radical a la oficial de Al Qaeda y dio muchos quebraderos de cabeza a Bin Laden.
La decisión de su entonces líder, Abú Bakr al Baghdadi, de dar el salto a Siria aprovechando la guerra civil en este país terminaría provocando el cisma, ya que Al Qaeda ya contaba en el país con una filial, el Frente al Nusra con Abú Mohamad al Golani como su líder. De nada sirvieron los esfuerzos de mediación de Al Zawahiri y otros destacados miembros de Al Qaeda.
La separación se hizo oficial en febrero de 2014 y comenzaría así la expansión de Estado Islámico, que llegó a hacerse con el control de una amplia zona de Irak y Siria. Aunque todo ocurrió con Al Zawahiri como líder, tampoco está claro que de estar vivo Bin Laden hubiera conseguido impedir esta escisión.
Con el paso del tiempo, también el Frente al Nusra ha terminado por romper sus lazos con Al Qaeda. Tras cambiar varias veces de nombre y aliarse con otros grupos armados que luchan contra el régimen de Bashar al Assad, Hayat Tahrir al Sham –nombre actual de la organización que lidera Al Golani– es a día de hoy la principal fuerza en Idlib, último bastión cuyo control no ha conseguido recuperar Damasco.
Como resalta Lister en su artículo, otras filiales de Al Qaeda parecen estar siguiendo en cierta medida los pasos de Hayat Tahrir al Sham. Así pone como ejemplo al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la filial en el Sahel y que lidera Iyad ag Ghali, un curtido combatiente tuareg que posteriormente se pasó a las filas del yihadismo, primero al frente de Ansar Dine y ahora de JNIM.
Aunque su ideología se corresponde en gran medida con la de Al Qaeda, los métodos que usa para ampliar su influencia han evolucionado dramáticamente y, sobre todo en el norte de Malí, ha sabido presentar a JNIM como «un actor más creíble» y en el que la población confía «para mediar en el conflicto más que el Gobierno central». Cabe recordar que el depuesto presidente maliense, Ibrahim Boubacar Keita, se mostró dispuesto a dialogar con Ag Ghali y con Amadou Kouffa, líder del Frente para la Liberación de Macina, uno de los grupos que componen JNIM.
¿QUIÉN SERÁ EL NUEVO LÍDER?
En cualquier caso, el devenir de Al Qaeda tendrá mucho que ver con quién tome las riendas de la organización. El heredero natural de Al Zawahiri, a tenor del organigrama del Al Qaeda, debería haber sido su número dos , Abú Muhamad al Masri, pero se ha conocido ahora que fue asesinado en Teherán en agosto por supuestos agentes israelíes por órdenes de Estados Unidos.
El siguiente en la línea sucesoria sería, a priori, Saif al Adel, otro veterano yihadista argelino que, al igual que Al Masri, ha estado viviendo en Irán desde 2003, buena parte de este periodo bajo custodia de las autoridades iraníes. Desde el Soufan Center, que dirige Alí Soufan, antiguo agente del FBI y experto en Al Qaeda, advierten de que el nombramiento de Al Adel podría generar oposición en las filas del grupo.
Además, aunque su nombramiento daría «continuidad y ofrecería un nivel de credibilidad interna, dado su reconocimiento como veterano yihadista, algunos podrían cuestionar lo inteligente de nombrar a un líder con base en Irán que podría ser tan vulnerable como Al Masri de ser asesinado», subraya en un análisis el Soufan Center.
Sin olvidar el que el líder de un grupo terrorista suní como Al Qaeda esté afincado en el país chií por antonomasia podría generar acusaciones de que la organización actúa como marioneta de Irán, independientemente de si eso es cierto o no», añade.
Lister también considera impensable que el futuro líder de Al Qaeda resida en Irán y que pueda ser capaz de «ejercer alguna influencia significativa sobre las ampliamente dispersas filiales profundamente desconfiadas de Irán», teniendo en cuenta que Al Adel todavía está bajo «alguna forma de cautividad» de Teherán y no podría abandonar el país.
No obstante, pese a que no parezca haber un sucesor claro para Al Zawahiri, Daniel Byman, experto del Center for Middle East Policy, se muestra convencido de que Al Qaeda Central y sus filiales serán capaces de presentar «un líder probado en batallas que al menos tenga cierta credibilidad». Además, añade en un artículo para Brookings Institute, «es posible que el nuevo líder sea más carismático que Al Zawahiri».
El nuevo líder se beneficiará del declive de Estado Islámico pero tendrá ante sí el desafío de mantener en el seno de la organización a todas sus filiales. El sucesor, subraya Byman, «podría encontrarse a cargo del nombre de Al Qaeda y un pequeño grupo de combatientes en Afganistán y Pakistán, y nada más». Por ello, no es descartable que para afianzar su poder pueda buscar cometer un ataque de envergadura en Occidente, advierte.