ACNUR alerta de que la pandemia de COVID-19 deja las vidas de las mujeres y niñas refugiadas «en peligro»

El impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 amenaza las vidas de las mujeres refugiadas, desplazadas y apátridas, dejándolas «en peligro», ha alertado este lunes el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) con motivo del Día Internacional de la Mujer.

«Vemos incrementos extremadamente preocupantes en informaciones sobre violencia basada en el género, incluida la violencia doméstica, matrimonios forzados, trabajo infantil y embarazos adolescentes», ha señalado el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, que ha reiterado que los impactos de la pandemia «no tienen precedentes».

ACNUR ha insistido en que estas circunstancias están relacionadas con las «crecientes» presiones socioeconómicas, tensiones en los hogares y las comunidades y el cierre de los centros educativos, todo ello inducido por la pobreza que lleva aparejada la pandemia.

De hecho, algunas supervivientes incluso están recurriendo a la «drástica medida» de retirar las denuncias contra sus agresores debido a la dependencia económica hacia sus parejas abusivas, denuncia la agencia dependiente de Naciones Unidas.

«Vemos graves manifestaciones de desigualdad de género en algunas de las personas más vulnerables del mundo», ha resumido Grandi, que también ha mencionado una «trágica erosión» de algunos de los más «importantes» avances en materia de igualdad de género logrados en las últimas décadas.

Por su parte, la responsable de Protección de la agencia, Gillian Triggs, ha señalado que, además de los riesgos de sufrir violencia, abuso, explotación sexual o tráfico –todos consecuencia de la desigualdad de género–, los efectos de la pandemia también se ceban con la educación que reciben las niñas refugiadas. «Muchas chicas son obligadas a dejar la escuela y trabajar, son vendidas o casadas», ha lamentado.

Las mujeres refugiadas también están sobrecargadas de cuidados a proporcionar en el hogar, lo que las obliga a tener trabajos precarios en la economía informal o en las calles. Las crecientes demandas en su hogar también minan sus oportunidades para recibir educación, mientras que las expone más al virus.

Por ello, Grandi ha urgido a la comunidad internacional a que «ayude a proteger» los derechos de las mujeres desplazadas forzosas y apátridas, lo que requiere «apoyo a los programas humanitarios que combaten la desigualdad de género» y la «expansión de la educación». «Es imperativo que también se incluyan en paquetes de alivio socioeconómico diseñados e implementados por los gobiernos», ha agregado.

El 85 por ciento de los refugiados a nivel mundial están acogidos por países en desarrollo y dependen profundamente de la ayuda humanitaria o el trabajo como jornaleros. Muchos han perdido ahora sus frágiles medios de vida y se han visto empujados a la pobreza extrema, lo que tiene un impacto «desastroso» y de «amplio alcance», según ACNUR.

No obstante, los programas de prevención y respuesta están severamente «infrafinanciados». «A no ser que se lleven a cabo esfuerzos coordinados para mitigar los impactos de género de la COVID-19, corremos el riesgo de dejar a las refugiadas, desplazadas y apátridas detrás», ha remachado Triggs.

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