El Congreso recuerda a Landelino Lavilla, «arquitecto de la Transición», en el primer aniversario de su fallecimiento

«Necesitamos más Landelinos que nunca, hombres y mujeres de Estado que estén a la altura del momento político», dice el ministro Campo

MADRID, 12

El Congreso ha rendido tributo este martes, en el primer aniversario de su fallecimiento, a quien fuera el presidente de la Cámara durante la I Legislatura y exministro de Justicia de la Unión de Centro Democrático (UCD), Landelino Lavilla, a quien han definido como «arquitecto de la Transición, han quien han elogiado por ser «un gran hombre de Estado» y de quien han celebrado su vocación de servicio público y sus firmes convicciones democráticas.

Lavilla falleció a los 85 años el 13 de abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia del Covid, lo que llevó a la presidenta de la Cámara, la socialista Meritxell Batet, a posponer un acto en su memoria hasta que las circunstancias lo permitieran.

Y ha sido este martes, justo un año después, cuando la Cámara Baja que él presidió entre 1979 y 1982 ha acogido este homenaje a Lavilla, donde se han dado cita sus familiares y en el han participado diversas personalidades que trabajaron codo con codo con él, como el que fuera su secretario general durante su Presidencia, Nicolás Pérez-Serrano; Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los conocidos como padres de la Constitución; o la presidenta del Consejo de Estado, María Teresa Fernández de la Vega.

Al acto, en el que han intervenido la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campos, también han asistido exministros de Justicia (Alberto Ruiz Gallardón, Tomás de la Cuadra o Dolores Delgado) expresidentes del Congreso (Federico Trillo, Luisa Fernanda Rudi y Ana Pastor), miembros de las Mesas del Congreso y del Senado y distintos portavoces parlamentarios.

SUS PRINCIPALES HITOS

En nombre de toda la familia, uno de los hijos del homenajeado, Juan Juan José Lavilla Rubira, ha expresado su gratitud al Congreso, la casa a la que a su padre siempre le gustaba volver, por este «entrañable» acto, en el que ha glosado los principales hitos de Lavilla, singularmente su contribución «eficaz y sustancial» a la ejecución de la Transición como ministro de Justicia y su papel en la Presidencia del Congreso, que dirigió, ha dicho, con «ecuanimidad, objetividad y sentido institucional».

El resto de intervinientes tampoco han ahorrado en elogios hacia Lavilla o Lande , como cariñosamente se dirigía a él su secretario general en el Congreso en aquella época, Nicolás Pérez Serrano, quien se ha confesado «landeliano». El otrora letrado mayor del Congreso ha definido al que fuera su jefe como «uno de los más ilustres y eficaces presidentes de la historia moderna» y ha destacado los tres textos más relevantes en los que trabajó (la Ley para la Reforma Política, la propia Constitución y el Reglamento del Congreso).

De su lado, su amigo y uno de los ponentes de esa Carta Magna de 1978 Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón ha dicho de él que fue «un hacedor de Historia», le ha señalado como «el verdadero arquitecto de la Transición española» y le ha loado por haber sido un hombre «cabal, modesto, discreto, capaz y competente». «Fue un verdadero hombre de Estado» que no sólo elaboró la Constitución como ministro de Justicia sino que «la crió», ha proclamado.

María Teresa Fernández de la Vega, exvicepresidenta del Gobierno y actual presidenta del Consejo de Estado, ha destacado la generosidad, sabiduría y talante de Lavilla en su tarea como consejero, «un hombre excepcional», un «amigo» y un «maestro» cuya memoria, trayectoria y ejemplo, según ha revelado, le siguen guiando aún hoy en su tarea al frente de la institución que capitanea. «Lavilla es un protagonista indiscutible de la historia democrática de España», ha resumido.

DESBROZÓ EL CAMINO DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA

Una reflexión que también ha verbalizado el ministro de Justicia, Juan Carlos Moreno, quien considera que Lavilla, «uno de los padres de la Transición», ha dejado una huella en la historia de la democracia «muy difícil de olvidar» en tanto que, según sus palabras, «desbrozó el camino jurídico para pasar de una dictadura a una democracia plena».

Campo sostiene que aunque «algunos» quieran «tergiversar» lo que fue la Transición, no podrán borrar nunca «el sentido de Estado» y la «valentía» de los hombres de aquella época. «Necesitamos más Landelinos que nunca, hombres y mujeres de Estado que estén a la altura del momento político y sepan leer lo que la sociedad reclama y necesita», ha defendido el ministro, quien considera que «algunos hoy se equivocan» cuando hacen «ruidos y aspavientos» porque lo único que consiguen es «alejarse» de la sociedad.

El acto, durante el que se ha escuchado dos piezas musicales por parte de los estudiantes del Real Conservatorio de Música de Madrid David Grande Jiménez y María Vitoria Martínez López, ha concluido con el discurso de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.

Al igual que quienes le han precedido en el uso de la palabra, Batet también ha ensalzado la figura de Lavilla, «el presidente de referencia de nuestra historia democrática» en tanto que configuró las reglas y funcionamiento del Parlamento hasta nuestro días, y un hombre de quienes todos han aprendido y a quienes todos quieren inspirarse en su actuación.

A su juicio, «el legado fundamental» de Lavilla, y que «traspasa las fronteras de partidos e ideologías», fue «el respeto al otro, la escucha sincera y la apertura de sus ideas». «La autoridad de Landelino Lavilla nace no sólo de sus conocimientos y capacidades; nace también de haber hecho del diálogo y la negociación una bandera», ha dicho.

BIOGRAFÍA

Licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid, Landelino Lavilla (Lleida, 1934) fue uno de los rostros más conocidos de la UCD que, bajo el liderazgo de Adolfo Suárez, dirigió la Transición.

Político de arraigadas creencias católicas, durante su carrera política fue subsecretario de Industria, letrado del Tribunal de Cuentas y del Consejo de Estado, ministro de Justicia en 1976, y senador en las Cortes Constituyentes, hasta que, tras las elecciones generales de 1979, fue elegido diputado por Jaén y pasó a asumir la Presidencia del Congreso, durante la cual tuvo lugar la intentona golpista del 23 de febrero de 1981.

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