Investigadores identifican nueve posibles tratamientos contra la COVID-19

Un equipo dirigido por científicos de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) ha identificado nueve posibles tratamientos contra la COVID-19, entre ellos tres que ya han sido aprobados para tratar otras enfermedades.

El equipo, cuyos resultados se publican en la revista científica Cell Reports , examinó miles de fármacos y moléculas similares a fármacos existentes para comprobar su capacidad de inhibir la replicación del coronavirus causante de la COVID-19, el SARS-CoV-2. A diferencia de muchos estudios anteriores, analizaron la actividad anticoronaviral de las moléculas en diversos tipos de células, incluidas las células de las vías respiratorias humanas, que son similares a las afectadas principalmente por el COVID-19.

De los nueve fármacos que reducen la replicación del SARS-CoV-2 en las células respiratorias, tres ya han sido aprobados: el fármaco para el rechazo de trasplantes ciclosporina, el fármaco contra el cáncer dacomitinib y el antibiótico salinomicina. Estos fármacos podrían probarse rápidamente en voluntarios humanos y en pacientes de COVID-19.

Los experimentos también arrojaron luz sobre los procesos clave que utiliza el coronavirus para infectar diferentes células y descubrieron que el fármaco antiviral remdesivir, que cuenta con una autorización de uso de emergencia para el tratamiento de la COVID-19, parece funcionar contra el virus en pruebas de cultivo celular en células respiratorias, mientras que la hidroxicloroquina no lo hace.

«Nuestros descubrimientos aquí sugieren nuevas vías para las intervenciones terapéuticas contra la COVID-19, y también subrayan la importancia de probar los fármacos candidatos en las células respiratorias», explica la coautora Sara Cherry.

Para su proyecto de cribado, Cherry y sus colegas reunieron una biblioteca de 3.059 compuestos, entre los que se encontraban unos 1.000 fármacos aprobados y más de 2.000 moléculas similares a fármacos que han mostrado actividad contra objetivos biológicos definidos. A continuación, comprobaron la capacidad de todos ellos para inhibir de forma significativa la replicación del SARS-CoV-2 en las células infectadas, sin causar mucha toxicidad.

Inicialmente, realizaron pruebas antivirales utilizando tipos celulares que podían cultivar fácilmente en el laboratorio e infectar con SARS-CoV-2, a saber, células de riñón de mono verde africano y una línea celular derivada de células hepáticas humanas. Con estas pruebas, identificaron y validaron varios compuestos que funcionaban en las células de riñón de mono, y 23 que funcionaban en las células de hígado humano. La hidroxicloroquina, que se utiliza como medicamento contra la malaria, y el remdesivir, fueron eficaces en ambos tipos de células.

Dado que el SARS-CoV-2 es principalmente un virus respiratorio y se cree que inicia las infecciones a través de las células de las vías respiratorias, los investigadores buscaron un tipo de célula respiratoria que pudieran infectar experimentalmente con el virus. Finalmente identificaron una línea celular adecuada, Calu-3, derivada de células humanas de las vías respiratorias. U

tilizaron estas células derivadas de las vías respiratorias para probar los compuestos antivirales identificados mediante el cribado de células hepáticas humanas, y descubrieron que sólo nueve tenían actividad en las nuevas células. Entre los nueve no estaba la hidroxicloroquina. El remdesivir funcionó en las células Calu-3 pero no se incluyó en la lista porque ya se utiliza contra la COVID-19.

Al identificar diferentes conjuntos de fármacos que funcionan en distintos tipos de células, los investigadores también arrojan luz sobre los mecanismos que utiliza el SARS-CoV-2 para entrar en las células. Los resultados sugieren que en las células renales y hepáticas, el virus utiliza un mecanismo que puede ser interrumpido, por ejemplo, por la hidroxicloroquina; sin embargo, el virus parece utilizar un mecanismo diferente en las células respiratorias, lo que explica la falta de éxito de la hidroxicloroquina en esas células – y en los ensayos clínicos de COVID-19.

Entre los nueve antivirales activos en las células respiratorias se encuentran la salinomicina, un antibiótico veterinario que también se está investigando como fármaco anticanceroso; el inhibidor de la enzima quinasa dacomitinib, un fármaco anticanceroso; el bemcentinib, otro inhibidor de la quinasa que se está probando contra el cáncer; el antihistamínico ebastina; y la ciclosporina, un fármaco inmunosupresor utilizado habitualmente para prevenir el rechazo inmunitario de los órganos trasplantados.

El estudio destaca que la ciclosporina es especialmente prometedora, ya que parece actuar contra el SARS-CoV-2 en las células respiratorias y no respiratorias, y a través de dos mecanismos distintos: la inhibición de las enzimas celulares denominadas ciclofilinas, que el coronavirus secuestra para apoyarse, y la supresión de la inflamación potencialmente letal de la COVID-19 grave.

«El uso de la ciclosporina en los pacientes hospitalizados por COVID-19 puede reportar importantes beneficios, y los ensayos clínicos que se están llevando a cabo están poniendo a prueba esta hipótesis», afirma Cherry.

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