Los pacientes con leucemia mieloide crónica tienen más riesgo de presentar formas más graves de Covid-19
La COVID-19 está teniendo un impacto significativo en los pacientes con leucemia mieloide crónica (LMC), un tipo de cáncer hematológico que representa en torno al 15 por ciento de todas las leucemias, ya que estos presentan un mayor riesgo de sufrir las formas más graves del SARS-CoV-2, según advierten desde el Grupo Español de Leucemia Mieloide Crónica, de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).
«Como en muchas otras patologías crónicas, la telemedicina he llegado sin avisar y nos hemos tenido que adaptar tanto hematólogos como pacientes; por otro lado, algunos abordajes terapéuticos, como la discontinuación del tratamiento, están siendo difíciles de llevar a cabo», explica el hematólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y coordinador del V Simposio Anual del Grupo Español de Leucemia Mieloide Crónica (GELMC), Santiago Osorio, junto con Guillermo Ortí, del Hospital Universitario Vall d Hebron (Barcelona).
Por otro lado, más allá de la Covid-19 afirman que no cabe duda de que los inhibidores de tirosina cinasa (ITC) han logrado controlar la LMC en la mayoría de los pacientes, asociando una gran mejora de la supervivencia y esperanza de vida, prácticamente similar a la de la población general sin la enfermedad, pero «todavía hay retos pendientes», indica Ortí.
Así, por ejemplo, «es necesario mejorar los criterios para una discontinuación exitosa del tratamiento con ITC», afirma. Por otro lado, la LMC «va a incrementar su prevalencia de forma significativa en los próximos años, con lo que el mantenimiento de la respuesta y la tolerancia será esencial en estos pacientes», añade. «También habrá que estar atentos a los nuevos ITC con distintos perfiles de seguridad y efectividad para aquellos pacientes refractarios o intolerantes a los ITC actualmente disponibles», comenta.
Con respecto a la discontinuación del tratamiento con ITC, varios estudios biológicos muestran que la proporción de células natural killer (NK) podrían tener un algún papel en el mantenimiento de la remisión libre de tratamiento. «Este hallazgo es bastante interesante porque sugiere que la LMC es una enfermedad en la que el sistema inmune innato y adaptativo desempeña un rol clave tanto en el control de la enfermedad como en la discontinuación», apunta el experto.
No obstante, todavía está por determinarse y concretarse dicho rol. En las bases biológicas de la LMC, el conocimiento de la célula leucémica stem también es un área en continuo avance. «Sabemos que la mayoría de estas células no son sensibles a los ITC, por lo que se están estudiando algunos mecanismos para poder entender su fisiopatología y eliminarlas de la médula ósea del paciente». Por otro lado, «la aparición de mutaciones en el dominio cinasa de BCR-ABL1 puede implicar la necesidad de adaptar el tratamiento que el paciente está recibiendo», explica Ortí.
«Por ello, la monitorización cuantitativa del nivel de transcritos BCRABL1 con técnicas de secuenciación masiva es esencial en el seguimiento de nuestros pacientes y en determinados momentos de la enfermedad», afirma. «Permite controlar de una manera muy sensible la respuesta al tratamiento, así como cualquier posible recaída, y es algo que está perfectamente estandarizado a nivel internacional, lo cual permite la comparación de resultados entre centros», concluye.