Un estudio descarta el efector protector de la hidroxicloroquina en pacientes en tratamiento crónico
La investigación Incidencia de la COVID-19 en pacientes en tratamiento crónico con hidroxicloroquina , liderada por Farmacéuticos de Atención Primaria y publicada recientemente en la revista científica Medicina Clínica , ha descartado su efecto protector en pacientes en tratamiento crónico.
La hidroxicloroquina fue una de las primeras esperanzas terapéuticas para hacer frente a la COVID-19. El consumo de este fármaco fue promovido por las instituciones sanitarias de diferentes países, pero las expectativas puestas en él se fueron diluyendo poco a poco. En junio de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la cancelación del ensayo Solidaridad , que estudiaba el potencial de la hidroxicloroquina, al comprobar de primera mano que este tratamiento no reducía la mortalidad en los pacientes hospitalizados por COVID-19 cuando se comparaba con el tratamiento de referencia.
A principios de este mes de marzo, la OMS llegaba incluso a desaconsejar «fuertemente» el uso de la hidroxicloroquina como medida de profilaxis para prevenir la COVID-19 por «no tener un efecto significativo sobre la muerte y el ingreso en el hospital» y por aumentar el riesgo de efectos adversos.
«Observamos que toda la investigación sobre la eficacia y la efectividad de los tratamientos para la COVID-19 provenía de pacientes hospitalizados, lo que nos animó a promover un estudio donde la muestra estuviera formada por pacientes ambulatorios que ya estaban utilizando la hidroxicloroquina como tratamiento en indicaciones autorizadas», explican Ángeles Lloret Callejo y Francisco Tejada, farmacéuticos de atención primaria de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete y miembros de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP).
En el estudio, en el que se implicaron farmacéuticos de atención primaria de doce Áreas de Salud de Castilla La-Mancha y cuatro distritos sanitarios de Andalucía, participaron 3.817 pacientes que entre el 1 de enero y el 28 de febrero de 2020 habían retirado de la oficina de farmacia envases de hidroxicloroquina, y cuyo tratamiento con este fármaco había tenido una duración mínima de 6 meses.
«La conclusión más importante que extrajimos a partir de nuestros datos es que la hidroxicloroquina consumida de manera crónica no protege frente a la infección por COVID-19», afirman los coordinadores de la investigación, que reconocen que no tenían muchas esperanzas en un resultado positivo sobre el efecto protector de la hidroxicloroquina.
No obstante, ambos aseguran que al disponer de una muestra de pacientes tan grande y estudiar más variables, como la influencia del tratamiento concomitante con AINEs, ARA II o IECAs o la presencia o no de diferentes comorbilidades, «los resultados podían aportar información interesante en el tratamiento global del paciente ambulatorio y con diagnóstico de COVID-19».
Además de confirmar que el uso de la hidroxicloroquina no protege frente a la infección por COVID-19, el estudio reafirmó que, a diferencia de lo que se pensó en las primeras etapas de la pandemia, el uso de fármacos que inhiben el sistema renina-angiotensina y de AINE no constituye un factor de riesgo y de peor pronóstico para la infección por coronavirus.
Respecto a los efectos adversos de la hidroxicloroquina, los autores de la investigación confirmaron la toxicidad ocular del fármaco, «aunque estos pacientes se encuentran controlados, ya que son derivados periódicamente para revisión por oftalmología».
Sin embargo, los farmacéuticos de atención primaria se muestran más preocupados por otro efecto adverso del tratamiento, la alteración del intervalo QT (detectada en 42 pacientes del estudio), a la que en su opinión «no se le presta la atención adecuada, ya que el seguimiento de esta posible reacción adversa es mínimo en estos pacientes».
Por último, otro dato destacado de la investigación fue la constatación de la elevada prescripción de hidroxicloroquina en indicaciones no recogidas en ficha técnica. Hasta un 20 por ciento de los pacientes participantes en el estudio consumía el fármaco en esas circunstancias, concretamente para patologías como el síndrome antifosfolípido o diferentes afecciones dermatológicas.
«Este es un dato no relacionado con la pandemia COVID-19, pero de especial importancia para los farmacéuticos de atención primaria. Tratándose de un fármaco que presenta problemas de seguridad, tanto solo como usado de forma concomitante con otros fármacos que alargan el intervalo QT, esta constatación nos debe guiar por un lado a seguir trabajando en promover y garantizar la seguridad de los medicamentos y, por otro, a liderar y promover investigaciones relacionadas con los medicamentos en atención primaria», concluyen los portavoces de SEFAP.