Las complicaciones neurológicas en niños por COVID-19 son raras pero siguen un patrón, según un estudio
Aunque las complicaciones neurológicas de la COVID-19 en los niños son poco frecuentes, en contraste con los adultos, una revisión internacional de expertos ha evidenciado que las anomalías más comunes se asemejaban a patrones de enfermedad inmunomediados que afectaban al cerebro, la columna vertebral y los nervios.
Los accidentes cerebrovasculares, que son más comunes en los adultos con COVID-19, fueron mucho menos frecuentes en los niños. El estudio de 38 niños, publicado en la revista The Lancet , es el mayor realizado hasta la fecha sobre las manifestaciones de la COVID-19 en el sistema nervioso central (SNC) en niños.
«Gracias a una importante colaboración internacional, descubrimos que las manifestaciones por neuroimagen de la infección por COVID-19 en niños podían variar de leves a graves y que las afecciones preexistentes solían estar ausentes. La atención a los efectos neurológicos de la COVID-19 y el reconocimiento de las manifestaciones de neuroimagen que pueden encontrarse en los niños pueden facilitar un diagnóstico correcto y oportuno, mitigar la propagación de la enfermedad y prevenir una morbilidad y mortalidad significativas», explica una de las autoras, Susan Palasis, del Hospital Infantil Ann & Robert H. Lurie de Chicago y profesora asociada de Radiología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Estados Unidos).
Para comprender los hallazgos de neuroimagen encontrados en el contexto clínico, los investigadores dividieron los casos en cuatro categorías de enfermedad basadas en los síntomas de los niños y los hallazgos de laboratorio. De este modo, pudieron evaluar un gran número de casos simultáneamente e identificar patrones de neuroimagen recurrentes en las fases aguda y postinfecciosa de la enfermedad.
En muchos de los casos se observó un realce anormal de las raíces nerviosas de la columna vertebral en la resonancia magnética. Este hallazgo de neuroimagen es típico del síndrome de Guillain-Barré (SGB), una enfermedad autoinmune postinfecciosa. El estudio demostró que el SGB asociado a COVID-19 puede presentarse como un proceso parainfeccioso agudo en lugar de la típica lesión neuronal postinfecciosa.
Otra observación significativa fue que el realce del nervio craneal también estaba presente con frecuencia. «Observamos que el realce anormal de los nervios no siempre se correlacionaba con los correspondientes síntomas nerviosos. Esto indica que los neurorradiólogos deben realizar búsquedas específicas de anomalías insospechadas, ya que podrían ser la pista de que la COVID-19 es la causa subyacente de la enfermedad», apunta Palasis.
Otros hallazgos que se observaron con frecuencia fueron áreas de anormalidad en la resonancia magnética dentro de un área específica del cerebro, el esplenio del cuerpo calloso y la inflamación muscular. Éstas se identificaron con mayor frecuencia en el síndrome inflamatorio multisistémico infantil (MIS-C), una complicación grave de la COVID-19.
La mielitis, una afección infecciosa o postinfecciosa desmielinizante de la médula espinal, también fue un patrón de enfermedad frecuente. La mayoría de los casos entraban en el espectro de un proceso postinfeccioso y los niños eran normales en el seguimiento o tenían síntomas residuales leves. Un niño desarrolló una mielitis severa y finalmente quedó tetrapléjico.
«Nuestras observaciones indican que, aunque la mayoría de los niños con enfermedades del sistema nervioso relacionadas con COVID-19 evolucionan bien, algunos pueden verse gravemente afectados. Encontramos cuatro casos de infecciones atípicas del sistema nervioso central en niños previamente sanos diagnosticados de COVID-19 aguda, que fueron uniformemente mortales. Los resultados de nuestro estudio subrayan la importancia de ser conscientes de las secuelas atípicas y menos frecuentes de la enfermedad neurológica por COVID-19 en niños con infecciones recientes o concurrentes por COVID-19. Los patrones de neuroimagen que identificamos en nuestro estudio deberían impulsar la investigación de una posible COVID-19 como factor etiológico subyacente de la enfermedad», concluye Palasis.