Científicos desarrollan una estrategia de vacunación contra las infecciones del tracto urinario en ratones
Investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) han descrito una nueva estrategia de vacunación que, según ellos, podría reprogramar el organismo para combatir las bacterias que causan las infecciones del tracto urinario.
Cualquiera que haya sufrido una infección del tracto urinario (ITU) sabe que puede ser dolorosa, molesta y persistente. Las infecciones urinarias tienen un alto índice de recurrencia y afectan principalmente a las mujeres: hasta el 50 por ciento de ellas sufrirán al menos una infección urinaria a lo largo de su vida.
«Aunque se han investigado varias vacunas contra las infecciones del tracto urinario en ensayos clínicos, hasta ahora han tenido un éxito limitado», explica doctor Soman Abraham, autor principal del artículo, que se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .
La estrategia, que el equipo demostró ser eficaz en modelos de ratón, consiste en reprogramar una respuesta inmunitaria inadecuada que el equipo identificó el año pasado. Observaron que cuando las vejigas de los ratones se infectan con la bacteria E. coli, el sistema inmunitario envía células reparadoras para curar el tejido dañado, mientras que lanza muy pocas células guerreras para combatir al atacante. Esto hace que las bacterias nunca se eliminen del todo y sigan viviendo en la vejiga para volver a atacar.
Esta nueva estrategia de vacunación trata de enseñar a la vejiga a combatir más eficazmente las bacterias atacantes. Al administrar la vacuna directamente en la vejiga, donde se alojan las bacterias residuales, el antígeno de la vacuna, de gran eficacia, en combinación con un adyuvante conocido por potenciar el reclutamiento de células limpiadoras de bacterias, funcionó mejor que la vacunación intramuscular tradicional.
Los investigadores informaron de que los ratones inmunizados contra la vejiga combatieron eficazmente la E. coli infectante y eliminaron todas las bacterias residuales de la vejiga, lo que sugiere que el lugar de administración podría ser una consideración importante para determinar la eficacia de una vacuna.
«Estos resultados nos animan y, dado que los componentes individuales de la vacuna han demostrado ser seguros para el uso humano, la realización de estudios clínicos para validar estos resultados podría llevarse a cabo con relativa rapidez», concluyen los autores.