Experto dice que la patología tromboembólica, frecuente en el Covid-19, puede aumentar por las cuarentenas
La enfermedad tromboembólica es frecuente en pacientes con COVID-19 y cáncer, y puede incrementarse por las cuarentenas o la falta de ejercicio, según ha asegurado el doctor del Hospital Universitario Morales Meseguer (Murcia), Alberto Carmona Bayona, durante la celebración del XXIII Simposio de Revisiones en Cáncer.
La enfermedad tromboembólica (incluyendo trombosis venosas y arteriales, embolia de pulmón y coagulación intravascular diseminada) es habitual en pacientes con COVID-19 grave, con una incidencia de alrededor del 14 por ciento. A su vez, la trombosis en pacientes con cáncer tiene una incidencia acumulada que oscila entre el 4-20 por ciento.
De esta forma, no es infrecuente en la práctica clínica actual enfrentarse a pacientes oncológicos que han desarrollado la COVID-19 y que tienen un alto riesgo de experimentar una ETV o que la terminan presentando. Con todo, ante un diagnóstico de COVID-19 grave, las series publicadas no indican claramente que la población oncológica tenga más riesgo de sufrir una enfermedad tromboembólica en comparación la población general.
«Eso sí, todo ello tiene matices y vacíos de conocimiento, y a su vez está condicionado por el uso de profilaxis en casi todos los pacientes hospitalizados. No obstante no hay prácticamente información sobre el riesgo trombótico de pacientes oncológicos ambulatorios, que constituyen un amplio colectivo de personas en cuarentena, sin moverse mucho y que podrían trombosarse», ha dicho el experto, para avisar de que tampoco existen datos apropiados que aclaren el riesgo trombótico en función de rasgos individuales.
Por otra parte, durante el encuentro se ha puesto de manifiesto que la invasión pulmonar por el beta-coronavirus SARS-CoV2 suele producir una infección limitada. Sin embargo, en personas vulnerables, entre los que se incluyen algunos pacientes oncológicos, pueden ocurrir complicaciones graves, como insuficiencia respiratoria aguda, síndrome de respuesta inflamatoria sistémica o shock.
Un meta-análisis reciente demuestra que los enfermos con cáncer tienen más mortalidad, si bien no está claro que el riesgo se distribuya de manera homogénea en todos los enfermos con cáncer, y posiblemente hay factores de vulnerabilidad no muy bien conocidos que distinguen entre unos individuos y otros.
Otras cuestiones que se discuten en la actualidad son las estrategias de mitigación de riesgo, la adaptación de la terapia sistémica durante la pandemia, el momento óptimo de reiniciar los tratamientos antineoplásicos tras el diagnóstico de COVID-19 o la diseminación viral persistente en pacientes inmunodeprimidos, entre otros.
Por ahora, las recomendaciones sobre tromboprofilaxis primaria en la población oncológica con COVID-19 son equiparables a las del paciente sin COVID-19, aunque las evidencias son limitadas. «La estrategia antitrombótica en este grupo se extrapola a partir de los principios generales para el manejo de la ETV en población oncológica», ha argumentado Carmona, para recalcar que «hasta que no existan datos de más calidad, el manejo debe individualizarse según el juicio clínico, para adaptarlo a circunstancias individuales de cada momento».
La tromboprofilaxis con heparina de bajo peso molecular (HBPM) no se recomienda de forma rutinaria, aunque de forma individualizada es posible que algún paciente en cuarentena domiciliaria pueda beneficiarse si confluyen varios factores de riesgo y en ausencia de riesgo hemorrágico.
En cuanto a la terapia anticoagulante, se siguen las mismas directrices de la población general, con varios matices. «Los anticoagulantes orales directos (ACODs) tienen múltiples interacciones con la terapia específica antiCOVID-19», ha enfatizado el doctor.
Por su parte, el doctor de la Clínica Santa Isabel (Sevilla), Manuel E. Codes de Villena, ha explicado que la actual pandemia de coronavirus, y sus implicaciones en la afectación tromboembólica que acompaña en muchas ocasiones al paciente de COVID-19, hace especialmente necesaria la profilaxis de la ETV, así como tratar al paciente con todas las medidas disponibles a día de hoy.
LA IMPORTANCIA DE LOS CUIDADOS CONTINUOS
Asimismo, en el encuentro se ha tratado la importancia de los cuidados continuos de pacientes oncológicos, siendo la anemia un aspecto esencial. «La anemia no solo es un trastorno frecuente en el paciente oncológico, sino que también tiene una enorme y negativa influencia en su calidad de vida. Además impacta significativamente en la supervivencia, de ahí la importancia de no descuidar la atención de este síntoma», ha apuntado Codes.
Junto a la anemia, también se pondrá especialmente el acento en este foro en el manejo de otros síntomas asociados tanto al tratamiento como a la propia enfermedad: estreñimiento, náuseas, vómitos, anorexia y caquexia. «La identificación precoz de estos síntomas (que son especialmente frecuentes) y su adecuado manejo contribuirá a optimizar los resultados del tratamiento y a la mejoría en la calidad de vida de los pacientes», ha detallado el doctor del Hospital Universitario Clínico San Carlos (Madrid), Fernando Moreno Antón,
Tanto la ponencia referente al estreñimiento inducido por opiáceos como la dedicada a la antiemesis en Oncología mostrarán datos de fármacos con nuevos mecanismos de acción que han conseguido mejorar el control de síntomas refractarios a tratamientos previos. «En general, el cuidado del paciente con cáncer está experimentando grandes cambios y somos conocedores de que tanto ellos como sus familiares tienen unas necesidades físicas y psicológicas cada vez más complejas que exigen ser abordadas adecuadamente», ha manifestado el doctor del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa (Sevilla), Juan Virizuela Echaburu.
Por ello, enfatiza, los cuidados continuos y el tratamiento de soporte (que abarcan desde el momento del diagnóstico hasta la etapa final de la vida) deben formar parte del quehacer cotidiano de los oncólogos médicos.
Aspectos como la información al paciente, el control de síntomas provocados por la enfermedad o por los tratamientos específicos (como pueden ser las nauseas/vómitos, el estreñimiento, el dolor o la anorexia /caquexia) son aspectos que precisan una adecuada formación por parte de los oncólogos médicos.
«Tenemos que estar perfectamente preparados para afrontarlos y apoyar al paciente a lo largo de su proceso, sobre todo porque sabemos que el control de los síntomas puede ser tan eficaz, y en ocasiones más, que el propio tratamiento especifico del cáncer», ha zanjado Virizuela.