La junta birmana impone la ley marcial en el tercer día de movilizaciones masivas

La junta militar que gobierna ahora Birmania ha impuesto la ley marcial en las principales ciudades y ha advertido a los manifestantes que salen a las calles de que podrían enfrentarse a procesos legales, en el tercer día de movilizaciones antigolpistas, reprimidas con cañones de agua por parte de las fuerzas de seguridad.

Las Fuerzas Armadas se hicieron con el poder hace una semana, horas antes de que arrancase la nueva legislatura en el Parlamento. Detuvieron a los principales representantes políticos del país y de la Liga Nacional para la Democracia, entre ellos la líder de facto del Gobierno, Aung San Suu Kyi.

Las protestas se han sucedido de nuevo este lunes, con concentraciones multitudinarias en ciudades como Naipidó, Rangún y Mandalay y llamamientos a una huelga general. El Ejército ha respondido con la proclamación de la ley marcial, en virtud de la cual prohíbe las concentraciones de más de cinco personas, informa la agencia Bloomberg.

La junta militar también ha utilizado los medios oficiales para dejar claro que actuará contra aquellas personas que puedan poner en peligro la estabilidad del Estado, la seguridad pública o el Estado de Derecho, una puerta abierta a la adopción de medidas contra los manifestantes.

Las autoridades han censurado las comunicaciones por Internet para intentar controlar las informaciones, lo que no evita que surjan imágenes que muestran a las fuerzas de seguridad utilizando cañones de agua para reprimir a los manifestantes. Según el portal independiente The Irrawaddy , varias personas han resultado heridas en Naipidó.

Además, se han impuesto toques de queda en varias zonas de Mandalay, en un intento por contener estas movilizaciones. Las restricciones de movilidad comenzarán a las 20.00 (hora local) y durarán hasta las 4.00, según The Myanmar Times .

«NO TENEMOS MIEDO»

Muchos de los asistentes a las multitudinarias marchas iniciadas el sábado son jóvenes sin apenas referencias de la Revolución del Azafrán 2007, en la que perdieron la vida más de una treintena de personas, según una investigación de Naciones Unidas.

«No tenemos miedo de una potencial intervención militar», ha afirmado Aung Ko Min, alumno de una universidad de Rangún, al sumarse a las movilizaciones de este lunes. «Esperamos que algunos policías y militares terminen uniéndose a las protestas», ha declarado, según Bloomberg.

Zaw Phyo Wai, un tendero de 45 años, aspira a formar parte de «la última generación que vive bajo el régimen militar en Birmania», argumentando que lo que se libra estos días no es un pulso entre el partido de Suu Kyi y las Fuerzas Armadas, sino «una lucha entre la democracia y la dictadura».

En la misma línea, un médico que acudía a otra de estas movilizaciones ha contado a la cadena británica BBC que pretenden demostrar que toda la ciudadanía está unida frente a la junta militar: «Nuestro objetivo es el mismo, hacer que caiga la dictadura».

Suu Kyi, imputada por la importación de aparatos de comunicación no autorizados, ha llamado a través de su partido a la movilización, mientras desde la comunidad internacional se cuestiona la evolución de una crisis que retrotrae a Birmania más de una década atrás. El embajador de Estados Unidos, Thomas Vajda, ha vuelto a pedir este lunes la liberación de los detenidos y la vuelta de un régimen democrático.

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