Un estudio arroja luz sobre el origen del síndrome por el que personas ciegas experimentan alucinaciones realistas

Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Ciencia de Weizmann en Rehovot (Israel) sobre el síndrome de Charles Bonnet, que consiste en la capacidad de algunas personas ciegas de experimentar alucinaciones con imágenes claras, demuestra la relación entre estas alucinaciones y la actividad cerebral espontánea.

Este fenómeno, que supone que algunas personas que han perdido la visión puedan continuar «viendo», se caracteriza por la aparición de una suerte de alucinaciones realistas. Fue registrado después de que el doctor suizo Charles Bonnet describiera en 1769 cómo su abuelo, completamente ciego, experimentaba visiones detalladas y vívidas de personas, animales y objetos.

Así, los hallazgos de este grupo de científicos israelíes, publicados en Brain , sugieren la existencia de un mecanismo por el cual la actividad normal y espontánea en los centros visuales del cerebro puede desencadenar alucinaciones visuales en las personas con ceguera. Concretamente, el profesor Rafi Malach, uno de los impulsores del informe, y los miembros de su grupo del departamento de Neurobiología investigan el fenómeno de las fluctuaciones espontáneas del «estado de reposo» en el cerebro.

Estas misteriosas y lentas oscilaciones, que tienen lugar en el cerebro, tienen lugar muy por debajo del umbral de la conciencia. A pesar de la cantidad de investigaciones que se han realizado sobre este fenómeno espontáneo, todavía se desconoce en gran medida su función. La hipótesis de estos investigadores es que estas fluctuaciones subyacen a comportamientos espontáneos.

Sin embargo, normalmente es difícil investigar de manera científica los comportamientos verdaderamente no deseados por dos razones; por un lado, instruir a las personas para que se comporten espontáneamente se suele «matar la espontaneidad», como señalan los autores. En segundo lugar, es difícil separar las fluctuaciones espontáneas del cerebro de otras actividades cerebrales relacionadas con las tareas voluntarias. Entonces, los investigadores se preguntaron si era posible aislar un caso de comportamiento verdaderamente espontáneo, esto es, no provocado, en el que se pudiera probar el papel de la actividad cerebral espontánea.

Así las cosas, una vez comenzado el estudio, los individuos que experimentan estas alucinaciones visuales rara vez dieron la oportunidad al grupo de investigar su hipótesis. Esto se debe a que, en este síndrome, las alucinaciones aparecen aleatoriamente, de una manera realmente espontánea, y los centros visuales del cerebro no procesan los estímulos externos porque estos individuos son ciegos.

En primer lugar, los científicos, dirigidos por el doctor Avital Hahamy, del mismo equipo del doctor Malach, invitaron a cinco personas que habían perdido su visión y que previamente había informado de que a veces experimentaban alucinaciones visualmente claras. Así, se midió la actividad cerebral de estos pacientes mediante un escáner fMRI, mientras describían sus visiones al mismo tiempo que estas ocurrían.

Después, los científicos crearon piezas audiovisuales basadas en las descripciones verbales que habían hecho los participantes, y mostraron estas películas a un grupo de control vidente, a los que también se había realizado escáner de fMRI. Por otro lado, también había un segundo grupo de control, que estaba compuesto por personas ciegas que habían perdido su visión, pero que nunca habían experimentado alucinaciones visuales. A estos se les pidió imaginar visiones similares mientras se escaneaba su actividad.

Entonces, los científicos descubrieron que las mismas áreas visuales estaban activas en los tres grupos (los que alucinaban, los que veían las películas y aquellos que creaban imágenes en su mente). Sin embargo, también observaron una diferencia en el tiempo de la actividad neuronal entre estos grupos.

Tanto en los participantes videntes como en los del grupo de imágenes, se observó que la actividad tenía lugar en respuesta a la aportación visual o a las instrucciones establecidas por los investigadores. Pero en el grupo con el síndrome de Charles Bonnet, los científicos observaron una ola de actividad gradualmente creciente, que recordaba las lentas fluctuaciones espontáneas, que surgían justo antes del comienzo de las alucinaciones. En otras palabras, las alucinaciones no eran el resultado de estímulos externos (por ejemplo, imágenes sensoriales o instrucciones para imaginar cosas específicas), sino que eran evocadas internamente por las lentas y espontáneas fluctuaciones de la actividad cerebral.

«Nuestra investigación muestra claramente que se activa el mismo sistema visual cuando vemos el mundo exterior, cuando lo imaginamos y cuando alucinamos y, probablemente, cuando soñamos», expresa MArch. Esto también ejemplifica, a su juicio, el poder creativo de la visión y la contribución de la actividad espontánea del cerebro a comportamientos creativos.

Además del valor científico de este trabajo, Hahamy espera que este cree consciencia acerca del síndrome de Charles Bonnet, que puede ser «aterrador» para aquellos que lo viven. «Es posible que estos individuos mantengan sus alucinaciones visuales en secreto, incluso para sus doctores y sus familias, y lo que queremos es que entiendan que estas visiones son una prueba natural de la salud del cerebro, donde los centros de visión se mantienen intactos, incluso si los ojos han dejado de enviar estímulos sensoriales», concluye.

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