CIDOB augura una recuperación frágil y desigual en un 2021 en el que el malestar podría generar protestas
El think-tank pronostica un aumento de la desigualdad y con ello de las migraciones y advierte de que el populismo no se irá con Trump
Después de un año 2020 marcado a todos los niveles por la pandemia, 2021 deberá ser un año de grandes decisiones que definirán el mundo en los años venideros y que en función de cómo sean las respuestas podrían generar un mayor malestar en la ciudadanía, con nuevos estallidos de protesta como los que se vivieron en la Primavera Árabe o los que surgieron en la recta final de 2019 y no han quedado del todo superados.
Esta es una de las advertencias que desde el CIDOB, en colaboración con EsadeGeo, formulan de cara al año entrante en su informe EL MUNDO EN 2021: Diez temas que marcarán la agenda global y que su coordinador, Eduard Soler, resume con un contundente: «En 2021 nos la jugamos».
Después del shock que ha supuesto la pandemia, los próximos doce meses deberán ser de toma de decisiones, tanto individuales como colectivas cuyo impacto irá mucho más allá. Según Soler, el mundo se encuentra ante una «bifurcación» y dependiendo del camino a seguir para 2030 seguramente se podrán trazar en este año las «dinámicas que marcarán entonces tanto las relaciones interpersonales como las relaciones internacionales».
En el plano económico, se espera una recuperación, si bien el experto del CIDOB advierte de que seguramente «será frágil y profundamente desigual si no se hace nada para evitarlo». Debido a la pandemia, todas las desigualdades preexistentes se han ampliado, comprometiendo incluso avances conseguidos durante los últimos años en aspectos como la igualdad de género, destaca el informe.
Además, puesto que el impacto ha sido desigual, la recuperación también lo será, augura el think-tank , que apunta a una recuperación en forma de K, en la que habrá quienes se recuperen muy rápido y terminen 2021 con mayor riqueza y bienestar y quienes se queden rezagados, en particular en los países de rentas medias y bajas.
EFECTO TÚNEL
En este sentido, Soler ha recurrido a la idea del «efecto túnel». «En 2020 casi todos hemos estado parados en el túnel y ahora vemos la luz al final. Los del carril izquierdo empiezan a circular y los del derecho esperan hacerlo pronto», ilustra. Para estos últimos, al ver que no avanzan «la tentación de dar un volantazo es inmensa» y también la frustración.
Si a la desigualdad existente se le suma la «desigualdad emocional» al verse rezagados y sin esperanzas de futuro, entonces hay un claro riesgo de «una explosión de malestar», ha advertido el coordinador del informe, recordando que además se cumplen justo 10 años de la Primavera árabe , que las protestas vividas a finales de 2019 en países de América Latina y en otros como Irak o Líbano quedaron «confinadas» pero no resueltas del todo y que 2020 acaba también con nueva protestas, como las vividas en Nigeria bajo el lema #EndSARS.
En opinión de Soler, en los países árabes se dan las condiciones para un nuevo estallido, como el que se vivió en 2019, puesto que la situación no solo no ha mejorado sino que en algunos casos ha empeorado. En todo caso, está por ver, ha subrayado, la importancia «emocional» que tienen los aniversarios, si movilizan a la población y de los «miedos» que puedan generar en quienes «ven su poder tambalearse» y que podrían responder incluso «con mayor violencia que en 2011».
Pero la UE no es inmune a este riesgo. Según Carme Colomina, investigadora de CIDOB, «la desigualdad es el gran reto en la UE» que debe asegurarse de que de esta crisis «no se sale más desigual como ha pasado en crisis anteriores».
Así ha recordado que tras la de 2008 se produjeron «vuelcos electorales» en muchos países y se produjo la «irrupción de la extrema derecha». Por tanto, «hay un riesgo de un nuevo malestar por una salida otra vez desigual a esta crisis» si bien en esta ocasión «hay más medios sobre la mesa que en 2008».
RETO MIGRATORIO
Otro de los fenómenos a observar el próximo año, según CIDOB, será el migratorio. Según su investigadora Blanca Garcés, en 2021 cabe esperar tanto más integración como más exclusión e igualmente momentos de más migración y de menos, como ya se ha visto durante la pandemia, cuando el cierre de fronteras freno los flujos migratorios.
Sin embargo, como está ocurriendo ahora en Canarias, donde se ha vuelto a los niveles de llegadas de 2018, «el aumento de las desigualdades y el impacto de la COVID-19 va a reforzar los factores que empujaban a más migración», ha explicado. Además, habrá que ver cómo se encaja la necesidad de «cierta inclusión» de los migrantes, en particular en lo relativo a los temporeros y otra mano de obra estacional.
Otro asunto clave, según Garcés, será la gestión sanitaria que se haga de la migración. En este sentido, ha llamado la atención sobre el riesgo que supone el excluir a los migrantes de las campañas de vacunación en ciernes en todo el mundo, en particular en los países con una población migrante muy numerosa, puesto que «la exclusión no solo les afecta a ellos, sino al resto de la población».
LLEGADA DE BIDEN
Por otra parte, resalta Soler, el año 2021 no quedará como oficialmente inaugurado a nivel internacional hasta que Joe Biden no asuma la Presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero. Según el experto del CIDOB, el nuevo presidente apostará por la «restauración» pero en determinadas cuestiones, como puede ser China, «no va a ser menos firme que Trump, pero lo será de forma distinta».
En este sentido, el director del CIDOB, Pol Morillas, ha apostado porque Biden intentará restaurar las alianzas tradicionales de Estados Unidos sustentadas en los valores compartidos, principalmente en lo que se refiere a la democracia, pero sin dejar de lado a países autoritarios o dictaroriales cuando estructuralmente sea necesario porque «para hacer una política exterior efectiva se necesita cooperar».
«La competición en la escena internacional es natural pero la rivalidad es una opción. La que ha potenciado Trump es una opción política, pero Biden no va a jugar el mismo juego», ha resumido Morillas, que también ha llamado la atención de que la salida del magnate de la Casa Blanca no pondrá fin la populismo.
Igual que no se creó una «internacional populista» con su llegada al poder, «difícilmente se puede pensar que con la desaparición de su figura central el movimiento desaparezca», ha resaltado el director del CIDOB, incidiendo en que los «factores de fondo» que sustentan a este movimiento no han desaparecido y en general son de carácter nacional.