La ropa podría usarse para controlar la salud y registrar las constantes vitales de un paciente, según un estudio
Una camisa que controla la presión arterial o unos calcetines que pueden controlar los niveles de colesterol podrían estar «a unos años de hacerse realidad», según los científicos de la Universidad Nacional de Singapur, que han impulsado un estudio sobre cómo la ropa podría controlar la salud e, incluso, registrar las constantes vitales de un paciente, a través del uso de la tecnología microfibras y nanofibras más pequeñas.
De esta forma, es posible satisfacer «la creciente demanda de un sistema de atención médica personalizado que detecte las señales biológicas de los usuarios en cualquier lugar y momento», ha explicado la autora del estudio, Rituparna Ghosh, que ha añadido que «podría ser útil para controlar enfermedades crónicas como la diabetes, el asma, la obesidad y la hipertensión arterial a medida que la población envejece».
Precisamente, en el estudio, publicado en la revista Applied Physics Reviews , de AIP Publishing, los investigadores apuestan por el uso de unas fibras muy sensibles y flexibles y que pueden utilizarse para medir la presión arterial, el ritmo cardíaco, la calidad del sueño, los niveles de colesterol, los niveles de oxígeno y otros signos vitales. Debido a su pequeño tamaño, pueden aplicarse directamente sobre la piel o tejerse en prendas de vestir como camisas, calcetines, ropa de cuello o muñequeras.
«Se podrían tener relojes; se podrían tener tatuajes. Se puede usar en casi cualquier forma», ha especificado Ghosh, añadiendo que el producto también podría ser «algo como una máscara facial, o un pañuelo que se pone en la muñeca y empieza a dar datos».
Por su parte, otro de los autores del documento, Seeram Ramakrishna, ha adelantado que una de las tecnologías de nanofibras más prometedoras, los sensores piezoeléctricos, que son alimentados por energía mecánica, podría estar lista para salir al mercado en menos de tres años. Otras tecnologías, en cambio, «podrían estar listas para el uso público en cualquier lugar de cinco a ocho años», ha añadido.
Asimismo, Ramakrishna ha afirmado que se necesita más investigación para hacer que los sensores de fibra sean más duraderos, con el fin de que puedan ser usados repetidamente, y para encontrar una fuente de energía para ellos que sea «confiable y portátil». También llevará tiempo, ha añadido, asegurar a la comunidad médica «que la tecnología es precisa, y que sus datos pueden ser fiables para su uso con pacientes del mundo real».
«La comunidad médica siempre es escéptica, mientras que la industria del bienestar ya está usando estos conceptos», ha manifestado. «Necesitamos muchos más estudios de causa y efecto, y también necesitamos acumular información para que los médicos acepten realmente que es un método en el que pueden confiar», ha asegurado.
Así las cosas, se estimaba que el valor del mercado mundial de la tecnología para vestirse iba a superar los 32.000 millones de dólares en 2019, y, además, se espera que esta cifra aumente hasta los 74.000 millones de dólares en 2025, a medida que sigan surgiendo nuevas aplicaciones.