Los desplazados por la violencia en el norte de Mozambique, amenazados ahora por la COVID-19
La intensificación de los ataques yihadistas empuja a miles de personas a abandonar sus hogares, según el CICR
La intensificación de los ataques por parte de terroristas islamistas en el norte de Mozambique ha dejado miles de desplazados que, tras huir para salvar sus vidas, se enfrentan ahora a un nuevo desafío, la pandemia de coronavirus, que tiene en la provincia de Cabo Delgado uno de sus principales focos, según ha alertado el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Los ataques yihadistas en esta provincia mozambiqueña, atribuidos a un grupo al que popularmente se conoce como Al Shabaab –sin ninguna relación con el homónimo somalí–, se han recrudecido en el último año y ahora son reivindicados por Estado Islámico en África Central (ISCA), la filial del grupo terrorista para esta parte del continente.
Como resultado de ello, miles de personas han huido a pie, en barco o por carretera a la capital de la provincia, Pemba, donde se registra un grave brote de COVID-19. Según el CICR, las familias han llegado exhaustas y traumatizadas tras haber abandonado sus hogares con pocas o ninguna pertenencia, y se teme que en las próximas semanas lleguen más tras los últimos ataques en Mocimboa da Praia y otras localidades de la provincia.
«Las personas que huyen del conflicto armado en Mozambique cambian este peligro que amenaza su vida por el riesgo de contraer la COVID-19», ha lamentado el jefe de operaciones del CICR en Pemba, Raoul Bittel. Según datos de la ONU, más de 250.000 personas se han visto desplazadas en Cabo Delgado, una cifra que se ha duplicado desde marzo.
Para hacer frente a este riesgo, el CICR ha ayudado a construir el mayor centro de tratamiento del país, que abre sus puertas este miércoles, en colaboración con la OMS y UNICEF. El establecimiento puede alojar de forma inmediata a 200 pacientes y puede ampliarse para albergar hasta 400.
Según Bittel, «el nuevo centro de tratamiento ayudará a la comunidad a responder a la crisis de salud, pero esas familias no podrán regresar hasta que las hostilidades se alejen de los lugares donde viven los personas civiles».
El CICR ha advertido de que el riesgo de contraer COVID-19 es «muy real», habida cuenta de que la mayoría de los desplazados se alojan con familiares, lo cual representa una carga adicional para estos y agrava las condiciones de hacinamiento que favorecen la propagación del virus, ya que el distanciamiento físico se torna imposible.
El nuevo centro de tratamiento, Décimo Congresso , será el más grande de este tipo de Mozambique. «Esperamos no tener que utilizar la infraestructura al máximo de su capacidad pero, si resultara necesario, se dan todas las condiciones para responder a tal situación», ha destacado el doctor Basilio dos Mwelus, jefe del Departamento de Planificación de la Dirección Provincial de Salud.
«Esto es especialmente importante en la provincia de Cabo Delgado, que presenta un elevado número de personas desplazadas y una mayor concentración de población particularmente expuesta al riesgo de infección», ha añadido.
Al margen de la pandemia, el CICR también ha expresado su preocupación «por el bienestar de las familias que viven con el temor de ser atacadas y que no pueden acceder a la asistencia humanitaria básica a la que tienen derecho conforme a la ley, como la atención de salud, la vivienda, los alimentos y el agua potable».
El organismo tuvo que suspender su trabajo en la ciudad de Macomia, a raíz de un ataque ocurrido a finales de mayo cuando aún no había concluido sus trabajos destinados a mejorar el suministro de agua en la ciudad. Además, la maternidad que el CICR había reparado tras el paso del ciclón Kenneth y que había reanudado su actividad en diciembre de 2019 quedó destruida durante los enfrentamientos.