Exteriores no ve fácil el acuerdo sobre Gibraltar: el Gobierno de Johnson no parece propenso a cesiones de soberanía
Dice que plantear un acuerdo comercial UE-Reino Unido inspirado en el de Canadá sería como meter el Ebro en una tubería de un metro
El secretario de Estado para la UE, Juan González-Barba, ha reconocido este martes que el acuerdo entre España y Reino Unido sobre la relación futura con Gibraltar «no será sencillo» y ha mencionado como primera dificultad que «España tiene unas aspiraciones irrenunciables en temas de soberanía» y el actual gobierno británico, «que ha decidido salir de la UE precisamente por cuestiones nacionales y de soberanía no es al más indicado, en principio, sobre el papel, para transigir sobre estos asuntos».
La segunda dificultad, ha proseguido, es que la población gibraltareña se manifestó en un 96 por ciento a favor de seguir en la UE cuando votó en el referéndum del Brexit, y eso ha creado «una situación complicada» que España quiere tener en cuenta en la negociación pero que también tendrán que examinar los británicos y los propios gibraltareños.
En una comparecencia ante la Comisión Mixta Congreso-Senado para la UE, González-Barba ha señalado que la intención es cerrar un acuerdo en el mes de octubre, para que lo relativo a Gibraltar, con su «enorme dificultad» porque incluye aspectos bilaterales y comunitarios, pueda incluirlo el negociador en el acuerdo global sobre el Brexit.
González-Barba ha subrayado la importancia de la cuestión de Gibraltar para España, que motivó una «una reacción excepcional» en 2017 y 2018, con el presidente del Gobierno amenazando con vetar un Consejo Europeo si no se garantizaba que lo relativo a Gibraltar en la relación post Brexit necesitaba el visto bueno de España. Esa amenaza por una «cuestión tan nacional», ha señalado, hizo darse cuenta a la UE, a los británicos y a Gibraltar «de la importancia esencial que tiene este dosier para España».
Además, ha hecho hincapié en que el equipo negociador es el mismo que había en 2017, con el Gobierno de Mariano Rajoy, y que se decidió «dar continuidad» a su trabajo y ha pedido a todos ser coherentes en un asunto «que es tan de Estado».
Tras asegurar a los parlamentarios que les mantendrá informados, aunque sin desvelar estrategias negociadoras, ha asegurado también al portavoz de Vox, Carlos Fernández-Roca, que el Gobierno comparte sus preocupaciones en este asunto.
El Fernández-Roca ha reclamado «euroexigencia» para hacer valer los intereses españoles, que no se contente con un «tratadito fiscal», y que denuncie las prácticas de bunkering en la bahía de Algeciras, además de lamentar la presencia de una base militar extranjera y de «un paraíso fiscal en la península».
En todo caso, le ha recordado que, después de que en el siglo XVIII hubiera intentos de recuperar Gibraltar por la fuerza, desde entonces se opta por la vía negociada y que, por lo tanto, hay que tener en cuenta los intereses de las demás partes en juego.
Por el momento, el pasado 9 de junio hubo una primera reunión en Málaga en la que ambas partes presentaron sus posiciones, que están en estudio. Junto a funcionarios del Ministerio de Exteriores, por parte española acudieron también de Hacienda y Defensa.
EL GOBIERNO CREE QUE «HAY JUEGO»
En todo caso, ha señalado que hay «máximo interés» por parte de España y cree que también de Reino Unido. El propio González-Barba habló el día 10 con el negociador británico, David Frost, y sacó la conclusión de que «hay juego». «Esperamos que llegue a buen puerto», ha añadido.
González-Barba también ha explicado que el caso de Gibraltar demuestra claramente por qué los negociadores europeos del Brexit no aceptan que Reino Unido haga un uso selectivo del mercado interior europeo.
Según ha explicado, el Peñón ha estado 35 años exento de las obligaciones fiscales y medioambientales europeas pero tenía acceso al mercado interior en una serie de ámbitos y eso, y no su «especial ingenio», es lo que le ha convertido en el tercer territorio del mundo por renta per cápita.
Ese uso «privilegiado y selectivo» por parte de Gibraltar –que España tuvo como imposición cuando negoció su adhesión– es lo que la UE quiere evitar ahora a mayor escala con todo Reino Unido. Este país, por su parte, tiene «posiciones ofensivas» para mantener el acceso al mercado interior en lo que le conviene, pero en lo que no «si te he visto no me acuerdo y tendrá que haber una especie de compromiso».
«FUERA DE LA UE HACE MUCHO FRÍO»
Dada la dificultad que atraviesan las negociaciones entre Bruselas y Londres, cree que hay que estar preparados para una salida británica el 31 de diciembre sin acuerdo, cosa que sería «catastrófica», pero más para Reino Unido que para la UE. Es más, cree que ahora con el Covid-19 se ha puesto de manifiesto que «fuera de la UE hace mucho frío».
En todo caso, ha aventurado que las conversaciones «terminaran cuajando a última hora en un acuerdo porque las dos partes lo quieren de verdad» y, al margen de «postureos», ciudadanos y empresas necesitan una mínima seguridad.
Eso sí, esa seguridad debe ser «en términos razonables» y, a su juicio, no es razonable decir –como han propuesto los británicos– que se quiere un acuerdo comercial UE-Reino Unido inspirado en el que la UE tiene con Canadá, igual de poco razonable que pedir que el caudal del Ebro en su desembocadura se canalice en una tubería de un metro de diámetro. «Ese es el nivel de la relación comercial», ha señalado.
Con todo, el secretario de Estado cree que aún existe «un margen razonable» para un acuerdo, a partir de ahora en una especie de «túnel negociador» que llevará a que posiblemente se negocie también en agosto. También ha señalado que la «dinámica de llevar los plazos al límite» hizo posible el acuerdo de retirada. Está previsto que en la reunión telemática de líderes de este viernes 19 los Veintisiete reafirmen su apoyo al mandato del negociador, Michel Barnier.
El Gobierno español ha recalcado a los equipos negociadores que los puntos clave para España son la protección de los derechos de los ciudadanos, las garantías para la flota pesquera, el acceso al mercado británico para los productos agrícolas españolas y un acuerdo lo más ambicioso posible en cuanto a movilidad y transporte.