Las necesidades de los niños en el Sahel se multiplican mientras la COVID-19 empeora su situación
UNICEF denuncia que la inseguridad en la región no ha parado con la pandemia y alerta del «alto precio» que pagan los niños
La creciente violencia e inseguridad imperante en el Sahel central ha dejado a 2,3 millones de niños necesitados de protección en un momento en el que la pandemia de coronavirus está contribuyendo a agravar su situación, según alerta el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
«La pandemia de COVID-19 añade más riesgos a los derechos y la seguridad de millones de niños que ya estaban atrapados en una o más crisis humanitarias en la región de Sahel central», ha explicado la directora regional de UNICEF para África Central y Occidental.
«En un contexto de altos niveles de inseguridad, los niños han sido víctimas de abuso y violencia, de explotación sexual o económica, de trata de personas y de matrimonio infantil. Muchos de ellos han sido obligados a separarse de sus familias o fueron reclutados por grupos armados», ha ilustrado.
Según UNICEF, en el último año los niños necesitados de protección en Burkina Faso, Malí y Níger han pasado de 1,2 millones a 2,3 millones, un 80 por ciento más. En el caso del primero de los tres países, el dato se ha multiplicado por diez –de 35.800 a 368.000– mientras que en Malí hay más de un millón de niños en esta situación, el doble que un año antes. En Níger hay más de 867.000 niños necesitados de protección, 200.000 más que en 2019.
Ahora, la COVID-19 está empeorando la situación, ya «crítica», de los niños de la región especialmente la de las niñas, los desplazados y los que viven en la calle. El cierre de las escuelas en los tres países como medida de prevención ha dejado a 12 millones de estudiantes temporalmente fuera de la escuela que vienen a sumarse a los más de 8 millones de 6 y 14 años que ya no iban a clase antes de la pandemia.
MAYOR RIESGO POR NO IR A LA ESCUELA
La agencia de la ONU ha subrayado que «cuando los niños no van al colegio aumenta el riesgo de que sean reclutados por grupos armados, de sufrir violencia sexual y de género y de ser víctimas de trabajo infantil y otras formas de explotación y abuso».
En Burkina Faso, donde la violencia y la inseguridad han provocado casi 840.000 desplazados, hubo en marzo 34 incidentes de seguridad en los que murieron 139 civiles, incluidos cuatro niños, un dato superior a enero y febrero juntos.
Del total de desplazados, el 61 por ciento son niños y la mayoría viven en familias de acogida o asentamientos para desplazados, sin un acceso adecuado a agua limpia, higiene y saneamiento básico, «el caldo de cultivo perfecto para la transmisión del coronavirus», resalta UNICEF.
En Malí, durante 2019 la ONU registró al menos 745 violaciones graves contra la infancia, el dato más alto desde 2017, como el reclutamiento por parte de grupos armados, asesinatos, mutilaciones, violaciones y otros tipos de violencia sexual, ataques contra escuelas y hospitales, secuestros y privación de acceso a servicios humanitarios. Hasta finales de marzo de este año se contabilizaban ya 228 incidentes de este tipo. Además, hay 137.000 niños desplazados.
Por lo que se refiere a Níger, según UNICEF, las medidas frente al coronavirus han dejado en un mayor riesgo aún a grupos vulnerables concretos, como los que viven en la calle o los que acuden a escuelas coránicas. Además, añade, la violencia de género se ha convertido en una tendencia preocupante, con un alto incremento en marzo y más víctimas infantiles, debido a las restricciones físicas y económicas derivadas de la pandemia y su impacto en los ingresos y seguridad de los hogares.
LA ASISTENCIA HUMANITARIA, RALENTIZADA
Según ha explicado Poirier, «las medidas para contener la propagación del coronavirus han ralentizado la distribución de ayuda humanitaria y la provisión de servicios sociales para la atención y protección de los niños del Sahel central». Al mismo tiempo, ha añadido, «la inseguridad no se ha detenido, y los niños siguen pagando el precio más alto».
Por todo ello, ha defendido, «ahora más que nunca es el momento de la solidaridad global». «Mientras los gobiernos y los aliados humanitarios trabajan juntos para proteger a los niños del impacto sanitario de la COVID-19, debemos seguir protegiendo a los niños más vulnerables frente a la violencia, la explotación y el abuso, haciendo nuestros programas a prueba de COVID «, ha añadido.
En este sentido, UNICEF insta a los gobiernos a invertir en servicios de protección infantil y en personal de asistencia social como pilares fundamentales de la respuesta a la COVID-19, así como del fortalecimiento de los sistemas nacionales de protección, los mecanismos de derivación de víctimas de violencia de género y la provisión de apoyo psicosocial, especialmente para los niños en contextos de conflicto.
La agencia de la ONU ha pedido 268 millones de dólares (cerca de 246 millones de euros) para poder proporcionar ayuda a los afectados por la COVID-19 y a las poblaciones en riesgo en el Sahel central, a la vez que continúa ofreciendo a los niños y sus familias servicios de protección, educación, salud, nutrición y agua y saneamiento. Sin embargo, hasta abril, había un déficit de fondos del 76 por ciento en Burkina Faso, del 76 por ciento en Malí y del 71 por ciento en Níger.