Afganistán supera los 1.000 contagios en medio de la persistente violencia y la falta de recursos
El país cuenta con un sistema de salud muy debilitado y la población tiene problemas para acceder a la atención médica
Afganistán ha superado ya la barrera de los 1.000 contagios por coronavirus si bien por ahora la cifra de fallecidos se mantiene en 41 en un país donde años de conflicto han dejado un sistema de salud maltrecho con problemas para afrontar una pandemia de este tipo y en el que la violencia no ha remitido en las últimas semanas pese a los llamamientos al alto el fuego.
Según el último balance ofrecido este miércoles por las autoridades, en las últimas 24 horas se han registrado otros 51 casos más, por lo que el total asciende ya a 1.143, mientras que hasta el momento ha habido 41 víctimas mortales –35 de las cuales presentaban dolencias previas– y unas 160 personas han superado la enfermedad.
«Se espera que los casos aumenten rápidamente en las próximas semanas a medida que se incremente la transmisión comunitaria, lo que conllevaría serias implicaciones para la economía y el bienestar de la población de Afganistán», ha advertido la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en su último informe, en el que precisa que Kabul es la zona más afectada del país seguida por Herat, una provincia fronteriza con Irán.
Según este organismo, alrededor del 30 por ciento de los afganos tienen un acceso limitado a servicios básicos de salud en un radio de viaje de dos horas. Además, el frágil sistema de salud se ve sobrecargado por las víctimas de los continuos ataques –principalmente obra de los talibán pero también de Estado Islámico–, así como por los brotes de otras enfermedades así como la desnutrición.
En un reciente informe, Médicos Sin Fronteras (MSF) ya advertía de que pese las décadas de inversión y ayuda internacional a Afganistán, los afganos siguen teniendo serios problemas para acceder a atención sanitaria debido a la inseguridad, la distancia, los costes y el hecho de que muchas de las instalaciones carecen del personal y el material adecuado.
Muchos de los pacientes a los que trata en el hospital de Boost, en Lashkar Gah (Helmand), han contado a la ONG que antes de decidirse a acudir al centro tuvieron que sopesar en otras cosas si las carreteras habían sido minadas, si había puestos de control en el camino y si era seguro viajar durante la noche o mientras había combates en curso.
LOS PACIENTES LLEGAN DEMASIADO TARDE
Como consecuencia de ello, muchos pacientes demoran su traslado y cuando lo hacen ya es demasiado tarde. Durante los seis primeros meses de 2019, según MSF, el 44 por ciento de niños que murieron en las 24 horas siguientes a su llegada a la UCI de pediatría llegaron muy tarde y con sus dolencias en estado muy avanzado.
La pobreza también es un factor clave a la hora de buscar atención médica. Hasta el 89 por ciento de los pacientes y cuidadores consultados en el Hospital Regional de Herat contaron a MSF que habían aplazado esta opción por falta de dinero. Un padre, por ejemplo, contó que tardó 8 días en llevar a su hijo desnutrido hasta que pudo reunir el dinero para alquilar un coche y que finalmente tuvo que pedirlo prestado.
«Nuestros pacientes nos relatan largos y peligrosos viajes para traer a bebés desnutridos, mujeres embarazadas o seres queridos heridos al hospital. Describen clínicas con medicinas insuficientes o personal no cualificado y tienen que lidiar con una creciente deuda para pagar el tratamiento», resume el representante de MSF en Afganistán, Julien Raickman.
Por otra parte, según subraya la OCHA, ya antes de la pandemia la cobertura de los servicios de agua y saneamiento, incluido el suministro de agua potable o la promoción de suministros para la higiene como jabones ya eran escasos antes del coronavirus tanto por el conflicto como por los recurrentes desastres naturales.
En este sentido, advierte de que la población en las zonas de mayor riesgo necesita asistencia en este ámbito, incluidos kits específicos de higiene así como agua potable e información específica sobre las prácticas más adecuadas para frenar la propagación.
PREOCUPACIÓN POR LOS DESPLAZADOS
También preocupan por su especial vulnerabilidad y las condiciones en las que viven los más de 4,1 millones de desplazados internos que hay en el país, así como quienes regresan de Irán y Pakistán y que no disponen de un lugar en el que poder cobijarse.
Así las cosas, la OCHA ha advertido de que los confinamientos que se han declarado a nivel local están teniendo efectos en la movilidad del personal de las ONG y las agencia de la ONU, lo que podría tener un impacto en las operaciones humanitarias en curso para cubrir las necesidades que ya había antes de la pandemia.
«A los trabajadores humanitarios les preocupa el impacto que las medidas de confinamiento prolongadas tenga en los más vulnerables, en particular las familias que dependen de los trabajos diarios y que carecen de otras fuentes de ingresos alternativas», ha subrayado la OCHA.