Un equipo pionero de mujeres libra de minas la provincia de los budas gigantes

Una ONG danesa, con el apoyo del Ministerio de la Mujer afgano, forma a las primeras desminadoras afganas en Bamiyán

Cuando Najeeba Qasimi decidió dedicarse al desminado el primer obstáculo que se encontró estaba en su propia casa. Su padre, su madre y otros familiares se oponían frontalmente a que dedicara su vida a un trabajo que consideraban impropio para una mujer por los graves riesgos que conlleva, en un país en el que muchos no aceptan que ellas asuman los mismos trabajos que ellos.

En lugar de resignarse, esta joven afgana cogió una cámara y grabó un vídeo para mostrarles a los suyos en qué consiste su trabajo y por qué merece la pena arriesgar su vida para que no mueran más personas por pisar una mina o un artefacto explosivo improvisado.

Najeeba convenció a su familia, completó el periodo de instrucción y hoy forma parte de un equipo pionero de desminado formado únicamente por mujeres que ya ha completado el desminado de Bamiyán, la región del norte de Afganistán que durante siglos albergó los dos budas gigantes que los talibán hicieron volar por los aires en 2001 por considerar que eran estatuas contrarias al islam.

«Mi padre, mi madre y el resto de la familia no estaban de acuerdo por los riesgos asociados con el trabajo de desminado. Por eso, tuve que trabajármelo con mi familia y les hice un vídeo para convencerles de que estaba haciendo lo correcto y de que es algo que me gusta. Ese fue mi primer logro: convencer a mi familia», cuenta esta joven afgana experta en desminado, en una entrevista telefónica concedida a Europa Press.

Convencidos sus familiares, Najeeba se embarcó en 2018 con otras trece afganas en un curso de formación teórico y práctico de un mes en el marco de un proyecto impulsado por la organización no gubernamental danesa Danish Demining Group, con el apoyo del Ministerio afgano de Asuntos de la Mujer y de la Dirección de Coordinación de Acción contra Minas (DMAC), para formar un equipo de mujeres especialistas en desminado.

El curso terminó con un examen y Najeeba fue una de las diez seleccionadas para conformar el grupo de desminadoras, que luego pasó a trabajar durante seis meses sobre el terreno en Bamiyán limpiando una zona de minas y artefactos explosivos.

«Las mujeres desminadoras procedemos de diferentes distritos y diferentes provincias, incluidas las regiones de Bamiyan, Daikondi y Balj. Una de las desminadoras tiene 26 años y trabajaba para la Comisión Electoral antes de convertirse en desminadora. Otra de 32 años trabajaba como profesora. Cada una de nosotras viene de un sector profesional distinto y de un distrito y una provincia distinta pero somos principalmente de dos grupos étnicos: hazaras y sadats», explica Najeeba Qasimi, de 23 años y miembro de la minoría sadat.

Cuando empezaron a trabajar en Bamiyán limpiando el terreno de minas, los primeros problemas que afrontaron las desminadoras estaban relacionados con el traslado de sus pesados equipos, que tenían que llevar cada una de ellas encima porque no disponían de medios. «Los equipos que llevábamos cada día pesan de 30 a 35 kilogramos. Los teníamos que llevar a pie durante unos 50 minutos. Primero teníamos que llevarlos cada una, luego ya contamos con carros para llevar los equipos hasta la cima de la montaña», señala.

En 2018, este grupo de mujeres completó siete meses de trabajo sobre el terreno en Bamiyán limpiando la zona de minas y restos de explosivos y en abril de 2019 comenzó otro proyecto de desminado que terminó en noviembre y con el que esta provincia del norte de Afganistán ha sido declarada como libre de minas.

AMENAZADA POR HACER UN TRABAJO QUE «NO DEBERÍAN HACER LAS MUJERES»

En estos dos años de trabajo, Najeeba ha tenido que aguantar amenazas por teléfono y también desde las redes sociales de personas que le exigen que abandone su trabajo y que le reprochan que lo que hace no es algo que deban hacer las mujeres, menos aún las musulmanas.

«He recibido llamadas telefónicas y mensajes anónimos de amenazas, incluso en mi cuenta de Facebook, donde he tenido que cambiar mi identidad. Me decían que esas imágenes que he puesto en Facebook haciendo desminado son cosas que no deberían hacer las mujeres, especialmente las mujeres musulmanas», explica.

Las amenazas no sabe si pueden haber llegado «de familiares» ni tampoco «si van en serio o en broma» pero Najeeba se mantiene firme en su apuesta por un trabajo que considera necesario y con el que disfruta y dice que las desminadoras sienten el respaldo de las instituciones afganas.

«Nosotras sentimos sin duda el apoyo de las autoridades locales, de la dirección provincial del Ministerio de la Mujer y de la Dirección Nacional de Gestión de Desastres, de la que depende la Dirección de Coordinación de Acción contra Minas de Afganistán», asegura.

Ante la pregunta de si confía en que el ejemplo de su equipo de desminado sea un modelo a imitar en otras regiones de Afganistán, no duda en que la experiencia debería poder trasladarse a otras provincias del país.

«PODEMOS TRABAJAR COMO LOS HOMBRES POR LA PAZ»

«El equipo es un buen ejemplo para nosotras y para otras partes del país, para que se perciba que las mujeres pueden trabajar en desminado y para que sea vea que podemos trabajar como los hombres por la paz de Afganistán», subraya.

Najeeba deja claro que las mujeres pueden hacer todo aquello que se planteen siempre que afronten sus objetivos con «valentía». «Como miembro del equipo de desminado, mi mensaje para las mujeres es que si quieren hacer algo tienen la capacidad de hacerlo siempre que tengan la valentía de intentarlo. Si quieren empezar a trabajar, a pesar de que parezca algo muy alejado de su alcance, tienen que tener la valentía de intentarlo y convencer a los miembros de la familia para poder hacerlo y para poder disfrutarlo», señala.

«Mi familia está muy orgullosa del trabajo que hago en el campo del desminado», concluye, antes de explicar que cuando empezó a hablar con periodistas sobre el trabajo de su equipo de desminado prefería no mostrar su cara en los medios de comunicación y que ahora ya habla a cara descubierta.

Najeeba Qasimi y el resto de mujeres que componen el primer equipo de desminadoras de Afganistán han sido nominadas por la Asociación de Control de Armas para el Premio a la Mejor Persona del año 2019, por su ejemplo de «empoderamiento» de la mujer y por haber conseguido que Bamiyán sea declarada la primera provincia afgana libre de minas.

«Sus tenaces esfuerzos son importantes ejemplos de empoderamiento en el país y subrayan la importancia del desarme humanitario», destacó la ONG, en el comunicado en el que anunció la nominación.

Según datos del Centro de Coordinación de Acción contra Minas de Afganistán (DMAC), las primeras mujeres expertas en detección y retirada de minas han conseguido liberar más de 180 millones de metros cuadrados de superficie en esta provincia, hasta lograr que sea declarada la primera región libre de minas de las 34 que componen en Afganistán. Bamiyán cuenta actualmente con 20 desminadoras, distribuidas en dos equipos distintos.

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