Álvarez (Santander) justifica la caída de Popular por la baja rentabilidad
El consejero delegado de Banco Santander, José Antonio Álvarez, ha atribuido la resolución de Banco Popular y su posterior venta por euro a su baja rentabilidad, que le impidió llevar a cabo una ampliación de capital del volumen que necesitaba.
Así lo ha señalado durante su intervención en la Comisión de investigación del Congreso relativa a la crisis financiera de España y el programa de asistencia financiera, donde ha puesto de manifiesto la baja rentabilidad del sector bancario español en general.
Según ha explicado Álvarez, Popular tenía necesidad de ampliar capital y, por su característica de entidad cotizada, tenía acceso al mercado (en teoría). «Pero la baja rentabilidad del banco y de perspectivas de mejora hicieron que no pudiera acudir al mercado en la cantidad que necesitaba para evitar su intervención y subasta con adjudicación a Santander», ha señalado el directivo.
De esta manera, fue la entidad presidida por Ana Botín la que «tuvo» que ampliar capital por 7.000 millones de euros, una capacidad de acudir al mercado que «solo se gana a base de tener una base inversora que crea en el futuro del banco», ha asegurado Álvarez, quien ha apuntado que la compra de Popular –cuyo proceso de resolución se hizo con capital privado– ahorró al Estado entre 28.000 y 36.000 millones de euros.
En este contexto, el consejero delegado de Santander ha señalado que aumentar su rentabilidad es el principal reto en el corto plazo del sector bancario español, ya que ha pasado del 17% en 2007 al 4% en 2017, frente a una rentabilidad media de las empresas no financieras del Ibex del 17%. «Hoy es mucho menos rentable que casi cualquier otro sector cotizado», ha asegurado.
«La rentabilidad es preocupantemente baja, este es el principal reto en el corto plazo, porque un sector financiero no rentable no será capaz de financiar adecuadamente la economía en el largo plazo», ha advertido Álvarez.
El directivo ha asegurado que bancos fuertes y rentables serán capaces de seguir prestando capital en «momentos difíciles» y de aguantar los cambios de ciclo. «Es más, ningún inversor internacional estaría dispuesto a financiar a un banco que no genere un retorno de capital al menos igual a su coste de capital», ha ejemplificado.