(AMP) El Banco de España mantiene en el 2,7% el crecimiento de este año y eleva al 2,4% el de 2019
Advierte de que la «fragmentación parlamentaria» puede dificultar las reformas y la reducción del déficit, y de un «hipotético repunte» de la incertidumbre por Cataluña
El Banco de España mantiene en el 2,7% su estimación de crecimiento del PIB para este año y ha elevado una décima, hasta el 2,4%, la previsión para 2019, según sus nuevas proyecciones macroeconómicas de la economía española para el periodo 2018-2020, que también mantienen en el 2,1% el crecimiento para 2020.
Las primeras previsiones económicas del Banco de España tras la llegada de Pablo Hernández de Cos al frente del organismo destacan que la revisión al alza del PIB para el próximo año se debe a la orientación algo más expansiva de la política fiscal y, en menor medida, a la perspectiva de un tipo de cambio del euro más depreciado que el observado en trimestres anteriores.
Según la autoridad monetaria, se prolonga la actual fase expansión del PIB, favorecida por los avances alcanzados en la corrección de los desequilibrios macrofinancieros de la economía, que la han dotado de una «mayor capacidad de resistencia» ante perturbaciones adversas de diversa naturaleza, si bien proyecta una moderación del crecimiento del PIB debido, entre otros factores, al encarecimiento del crudo, a una desaceleración de los mercados exteriores y a una moderación del impacto positivo procedente de la política monetaria.
No obstante, indica que el carácter expansivo de las recientes medidas fiscales recogidas en el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 contrarrestaría «parcialmente» los factores de signo opuesto. Entre ellas, destaca la subida de las pensiones, el crecimiento del salario de los funcionarios, la rebaja del IRPF o el aumento de la inversión pública.
EMPEORA LA ESTIMACIÓN DE DÉFICIT Y DE EMPLEO
De hecho, como consecuencia de esta mayor expansión fiscal, el organismo ha empeorado sus previsiones de déficit público los tres años. Así, prevé ahora un déficit del 2,7% este año, del 2,3% en 2019 y del 2% en 2020, tres décimas más en cada año respecto a las estimaciones anteriores del mes de marzo y en los tres casos por encima de los objetivos acordados con Bruselas.
Según el Banco de España, el crecimiento seguirá sustentado en la demanda nacional para la que, no obstante, se prevé cierta desaceleración en los próximos años, ya que crecerá un 2,5% este año, un 2,2% en 2019 y un 2% en 2020. A su vez, la demanda exterior neta continuaría ejerciendo una contribución ligeramente positiva a lo largo del horizonte, con una aportación de dos décimas este año y el que viene, y una décima en 2020, menos de lo estimado inicialmente.
Asimismo, destaca que el empleo seguirá siendo muy elevado en los próximos años, con un crecimiento del 2,4% este año, del 2% en 2019 y del 1,9% en 2020, si bien ha revisado a la baja en tres décimas el aumento del empleo para este año. No obstante, la creación de nuevos puestos de trabajo propiciará descensos continuados de la tasa de paro, hasta situarse, a finales de 2020, cercana al 11%.
En el ámbito de la inflación, se prevé una aceleración del IPC en el corto plazo, ligada al ascenso reciente del precio del crudo. En concreto, indica que a partir del otoño la presión del componente energético comenzará a reducirse, si bien esta reducción se verá contrarrestada en gran parte por el ascenso gradual de la inflación subyacente.
ELEVA LA PREVISIÓN DE INFLACIÓN POR EL CRUDO
De esta forma, el IPC crecería un 1,9% en 2018 (la misma tasa que en 2017), para posteriormente moderarse hasta el 1,7% y el 1,6% en 2019 y 2020, con lo que las proyecciones actuales de inflación han sido revisadas al alza tanto este año como el que viene en seis y cuatro décimas, respectivamente, como reflejo sobre todo de la nueva senda esperada del precio del crudo.
Los riesgos de estas previsiones, añade el Banco de España, se inclinan «a la baja», dado que en la esfera exterior no se descarta un «posible resurgimiento» de tensiones financieras asociadas a la incertidumbre geopolítica o al proceso de normalización de las políticas monetarias.
Asimismo, resalta que una eventual escalada en la adopción de medidas proteccionistas podría afectar al dinamismo del comercio e impactar negativamente en España, cuyas exportaciones se han erigido como palanca del crecimiento.
EL RIESGO CATALÁN Y LA FALTA DE REFORMAS
En el plano interno, entre los riesgos advierte de que la actual fragmentación parlamentaria podría «dificultar» la implementación de reformas estructurales y aminorar el ritmo del proceso de reducción del endeudamiento público, lo que podría ocasionar «efectos adversos» sobre la confianza de los agentes económicos.
Además, no excluye la posibilidad de un «hipotético repunte de la incertidumbre relacionada con la situación política de Cataluña».