Visto para sentencia el juicio por la mujer rumana con discapacidad prostituida en Reinosa


Los tres acusados usan su última palabra para insistir en su inocencia, mientras la acusación particular ve «prueba de sobra» para condenarles

El juicio contra el acusado de traer a Reinosa a una mujer con discapacidad intelectual para prostituirla, y otros dos hombres, ha quedado este jueves visto para sentencia en la Audiencia Provincial después de que los tres procesados hayan usado su derecho a la última palabra para insistir en su inocencia y su abogada haya pedido su absolución al considerar que no hay prueba para enervar su presunción de inocencia.

En contraposición, la acusación particular, al igual que en la anterior sesión del juicio ya hizo la Fiscalía, ha defendido que «hay prueba de sobra» para una sentencia condenatoria contra los tres.

Concretamente, tanto la Fiscalía como la acusación particular atribuye al principal encausado, también de nacionalidad rumana, un delito de trata de seres humanos en concurso con uno de prostitución de persona con discapacidad por el que le pide nueve años de cárcel e indemnización para la víctima.

Y para los otros dos acusados, españoles y conocidos del principal implicado, les imputan haber mantenido relaciones sexuales con la víctima pese a conocer su discapacidad, por lo que les pide tres años de prisión y también que la indemnicen.

LA ACUSACIÓN PARTICULAR VE PRUEBA «DE SOBRA»

La acusación particular, que representa a la víctima, ha insistido en que hay «prueba suficiente» y «de sobra» para una sentencia condenatoria contra los tres acusados.

A su juicio, esta prueba proviene tanto de la declaración de la víctima, cuyo testimonio ha sido, según la abogada, «contrastado y reiterado en sus términos esenciales» por ésta en sus declaraciones durante el proceso pese a su deficiencia, como de «todos los indicios» hallados durante las diligencias de esta «exhaustiva» investigación.

También ha mantenido, en contra de lo sostenido por la defensa, que se dan todos los requisitos que exigen los tipos penales de los que acusa a estos tres hombres.

Respecto al testimonio de la víctima –cuya declaración en el juicio ha sido a través de una prueba preconstituida–, ha apuntado que esta mujer reiteradas veces en sus declaraciones durante el proceso ha mantenido que inició en Rumanía una relación con el principal acusado, que la trajo bajo «engaño» a España y «con promesas de una vida mejor».

Aseguró a la chica, que provenía de una familia pobre de Rumanía, que trabajaría en la vendimia o en labores de limpieza y que tendría dinero, pero una vez aquí se vio obligada por éste a prostituirse.

Así, señaló que, además de a mantener relaciones no consentidas con este acusado, tuvo que tener sexo con los otros dos procesados a instancias del primero.

También en varias ocasiones aludió a un episodio en el que fue violada en una tienda de campaña por dos hombres, un rumano y un español, mientras el principal acusado la grababa y se reía.

Por otra parte, la abogada de la acusación ha subrayado que, en un reconocimiento fotográfico, la chica identificó «sin ningún género de duda» a los acusados.

También ha destacado que «todos» los agentes que han declarado en el juicio, así como las médicos forenses, las trabajadoras de la fundación que gestiona el centro donde fue llevada inicialmente y la psicóloga de Padre Menni, donde ingresó posteriormente, han coincidido en que la discapacidad de la víctima era «evidente» y hacía que su comportamiento se correspondiera al de una «menor de edad» y no fuera acorde con los 28 años que tenía cuando sucedieron los hechos, que se remontan a 2021.

Esto choca contra el testimonio de los tres acusados, que en el juicio afirmaron que no sabían que la chica tuviera una deficiencia, y con lo mantenido este jueves por su abogada, cuando ha asegurado que la minusvalía de la víctima, valorada por el Gobierno de Cantabria en un 65%, «no se nota a simple vista».

Respecto a la declaración de la víctima en la prueba preconstituida, la defensa cree que «no es válida para enervar la presunción de inocencia de los acusados» y ha insistido en que, en ella, la chica «se contradice» y «cambia la versión» e incurre en «múltiples incoherencias». Además, aprecia una «intención de perjuicio» contra los acusados que, a su juicio, «minusvalora» su declaración como prueba.

También ha explicado que, ya en el centro donde fue llevada tras los hechos denunciados, la víctima denunció a varios de sus compañeros por haberla «forzado sexualmente» y «luego dijo que todo era falso», algo en lo que cree que «se repiten patrones» de lo enjuiciado.

Mantiene, además, que «no existe» prueba de carácter periférico que confirme la veracidad del testimonio de la víctima y de los hechos de los que acusa a sus representados. A su juicio, «no hay prueba» ni de las relaciones sexuales ni que por ellas mediara ningún tipo de pago.

Tampoco considera que se den los requisitos que exige el delito de trata de seres humanos, como la existencia de una situación de superioridad. Y es que, según ha mantenido, el principal acusado y la víctima tiene una «situación absolutamente paralela e igualitaria»: los dos tienen, según ha señalado, una discapacidad, un grado de inteligencia similar y una misma enfermedad.

Respecto a los otros dos encausados, ha argumentado que éstos difícilmente pueden haber cometido los hechos de los que se les acusa: uno por las dificultades económicas que, a su juicio, le impedirían pagar por servicios sexuales y al otro por la minusvalía del 75% que padece por tener Parkinson.

ÚLTIMA PALABRA

Tras concluir la fase de informes, la presidenta de la Sala ha dado a los acusados la posibilidad de ejercer el derecho a la última palabra, que los tres han usado para reiterar su inocencia.

El principal acusado, ayudado por una traductora de rumano, ha insistido en que «no está de acuerdo con las cosas de las que se les está acusando».

Otro ha insistido en que es «absolutamente falso» de lo que se le acusa y ha aludido a la falta de pruebas contra él. «Soy una buena persona y estoy juzgado por una cosa que nunca se me ocurriría hacer», ha afirmado.

El restante ha comenzado su intervención afirmando: «Con toda mi fuerza digo que soy inocente» y ha asegurado que «lo que más siente de todo esto es que soy padre de familia y abuelo y pregunto cómo mirarán a mis nietas en el colegio». «Qué difícil es ser juzgado por alguien que te señale con el dedo sin medir las consecuencias», ha continuado.

Además, «para seguir proclamando su inocencia», ha señalado que está enfermo de Parkinson, tiene una minusvalía del 75%, «con las limitaciones que ello le supone».

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