El secretario de Estado de Memoria Democrática defiende la memoria como «antídoto ante el neofascismo y populismo»
Gogora llama a alzar la voz ante «el sectarismo y el odio» y defiende una memoria crítica frente a relatos «tejidos con medias verdades»
BILBAO, 31
El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, ha afirmado en Gernika (Bizkaia) que la memoria es el «principal antídoto» ante las posiciones «populistas y neofascistas» existentes y ha recordado a los presos republicanos que fallecieron en el antiguo Hospital Militar de Prisioneros de Guerra de esta localidad, cuyo edificio ha sido declarado como «Lugar de la Memoria» y que, en la actualidad, es un Centro de Educación Secundaria.
En el acto desarollado en el exterior del edificio han participado también el director del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos-Gogora, Alberto Alonso; el alcalde de Gernika, Jose Mari Gorroño; el director del Instituto de Educación Secundaria de Gernika, Andoni Agirre; así como José Mari Sahelices y Amagoia López de Larrucea, miembros de la Asociación Pipergorri, y Begoña Fernández, hija de Constantino Fernández, prisionero fallecido en el Hospital, además de familiares de otros presos que estuvieron en ese edificio.
Todos ellos han tomado parte en el acto que señala como «Lugar de Memoria» el edificio que albergó el Hospital Militar de Prisioneros de Guerra entre 1938 y 1940, en Gernika. Al menos 269 prisioneros fallecieron en este hospital.
Con motivo de esta declaración del edificio como «Lugar de Memoria», se ha colocado un panel explicativo frente al Instituto de Educación Secundaria, que albergó el Hospital y un monumento de piedra.
En el acto, el secretario de Estado de Memoria Democrática ha destacado la importancia de este acto para recordar a víctimas «olvidadas» como los presos republicanos que estuvieron en este hospital y que quedaron «en el silencio y olvido», donde ha indicado que a las víctimas hay que tenerlas «siempre presentes» y devolverles «la dignidad que les arrebataron por parte de la dictadura franquista».
También ha destacado a todos aquellos hombres y mujeres que «dieron su vida por defender la Segunda República Española» y que defendían una España «mejor, que tuviera mejores condiciones de vida, libertades, que hubiera democracia y reconocimiento de los pueblos de España, que no se reconocían porque había un proceso durísimo de descentralización», en definitiva, «que el pueblo español pudiera levantar la cabeza».
Asimismo, ha subrayado la importancia de transmitir a los jóvenes la memoria porque «un pueblo sin memoria es un pueblo que puede volver a repetir hechos traumáticos del pasado, y eso hay que paralizarlo». A su juicio, la única manera de transmitir esa memoria es que en los centros educativos se hable de ello, «de las víctimas, de la represión del franquismo, del exilio o también del holocausto».
«Estamos viviendo unos momentos en los que están apareciendo y extendiéndose por el mundo posiciones populistas, neofascistas, cuando escuchamos las últimas atrocidades que está haciendo el presidente de los Estados Unidos, nos llevamos las manos a la cabeza todos y, de alguna manera, hay que buscar algún antídoto, hay que estar alerta, porque las libertades nos ha costado muchísimo conquistarlas», ha añadido.
Por ello, cree que la memoria es el «principal antídoto» para «poner freno a todo este proceso de neofascismo, de populismo, que se está extendiendo en nuestro país».
DIRECTOR DE GOGORA
Por su parte, el director del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos-Gogora, Alberto Alonso, ha señalado que este acto sirve para recordar «a un colectivo de víctimas olvidadas, dentro de lo que supuso la tragedia de la Guerra Civil y la posterior represión en Gernika y en Euskadi».
Alonso se ha referido a las personas que fallecieron en el que fue el Hospital Militar de Prisioneros de Guerra de Gernika, un colectivo «olvidado, más de 250 personas que sufrieron la crueldad de la guerra, el trato inhumano de los batallones de trabajo, obligados a trabajar como prisioneros, esclavos, en la reconstrucción de un nuevo Estado donde no tenían cabida y abandonados hasta la muertes en este hospital».
También ha recordado cómo defendieron la República, «libre y democráticamente elegida por la ciudadanía», una defensa «frente a quienes se sublevaron con la intención de imponer su visión excluyente, totalitaria y uniforme a toda la sociedad». Sobre esos prisioneros republicanos del Hospital militar pesó un «doble olvido», el «impuesto por el régimen franquista» y el «de haber permanecido bajo la sombra del Bombardeo de Gernika».
«Decadas de silencio», ha lamentado Alberto Alonso, que ha querido reconocer el «trabajo y el buen hacer» de las asociaciones memorialistas, en referencia a Pipergorri y Gernikazarra, de las que ha destacado «su compromiso y trabajo» para tratar de identificar a las personas que estuvieron en ese hospital.
Alberto Alonso ha pedido «no cerrar los ojos ante un pasado duro e incómodo» y ha incidido en la necesidad de «levantar la voz» ante quienes pretenden «una vez más envenenar la convivencia con odio, falsedades, sectarismo e intolerancia», como «deber» hacia las víctimas primero y también hacia las nuevas generaciones.
«Ellas tienen que saber, conocer, construir su propia memoria de una forma crítica y reflexiva. Tienen que construir la ciudadanía del futuro interrogando al pasado. No podemos dejarles un relato precariamente tejido con medias verdades, silencios y dogmas cuestionables», ha asegurado.
HIJA DE UN PRISIONERO
En el acto, además de José Mari Sahelices y Amagoia López de Larrucea, miembros de Pipergorri y del director y alumnos del actual Instituto, ha tomado la palabra Begoña Fernández, hija de Constantino Fernández, prisionero fallecido por tuberculosis en el Hospital el 12 de octubre de 1938.
Precisamente, el panel presentado este viernes recoge parte del testimonio de Begoña Fernández cuando visitó a su padre enfermo y, hasta donde se conoce, el suyo es el único testimonio vivo de una persona que visitó el hospital.
Según ha recordado, su hermana y ella solo pudieron ir a ver a su padre una vez y casi no le podían reconocer de lo debilitado que estaba. «Recuerdo que nos besó y con lágrimas en los ojos dijo a mi madre no las abandones . Y ése fue el final de mi padre para mí», ha explicado a los asistentes.
Begoña Fernández, de 96 años de edad, ha añadido que, cuando falleció su padre, empezó otra vida para su familia, «una vida sin marido para mi madre, y una vida sin padre para nosotras» y ha querido reivindicar «dignidad y memoria» para todos.
Por su parte, el alcalde de Gernika ha defendido que «las víctimas de atrocidades no sólo necesitan justicia legal, sino también un reconocimiento simbólico que las restituya en su humanidad».
«Cuando una sociedad reconoce el dolor de las víctimas y lo incorpora en su narrativa, está enviando un mensaje contundente. Toda vida humana importa y el sufrimiento ajeno no debe ser ignorado», ha subrayado Gorroño, que ha añadido que «la educación en memoria histórica y estos actos simbólicos son una herramienta poderosa para construir una ciudadanía consciente, crítica y solidaria».
EDIFICIO
El Hospital Militar de Prisioneros de Guerra de Gernika (1938-1940) estuvo situado en el antiguo Colegio de los Agustinos -hoy Instituto de Educación Secundaria de Gernika-. En este hospital militar fallecieron, al menos, 269 prisioneros republicanos a consecuencia de enfermedades infecciosas (80% de tuberculosis) entre el 2 de junio de 1938 y el 3 de junio de 1940.
Los fallecidos, cuya muerte en muchas ocasiones no se notificó a sus familiares, fueron enterrados en el Cementerio Municipal de Zallo, donde se ha erigido el Memorial 269 en su memoria.