El IEBF pide que la UE introduzca un objetivo explícito de competitividad en la regulación financiera
El Instituto Español de Banca y Finanzas (IEBF) ha pedido a la Unión Europea que comience a considerar, al menos, la introducción de objetivos «explícitos» en términos de competitividad o eficiencia en el mandato de las agencias reguladoras y supervisoras, como son la Asociación Europea de Banca (EBA, por sus siglas en inglés) o el Mecanismo Único de Supervisión (SSM, también por sus siglas en inglés).
En su séptima nota técnica, firmada por el director global de Regulación de BBVA, Santiago Fernández de Lis, realiza un análisis en profundidad de los cambios regulatorios y una comparativa con otras regiones, como el Reino Unido, donde la nueva canciller de la Hacienda y laborista, Rachael Reeves, ha señalado que los cambios tras la crisis financiera de 2008 han creado un sistema que buscaba eliminar la asunción de riesgos, pero no apostar por el crecimiento.
«Eso ha ido demasiado lejos […] el Reino Unido ha estado regulando para el riesgo, pero no para el crecimiento. Hemos enviado sendas cartas sobre sus tareas, centradas en el crecimiento, a la Autoridad de Conducta Financiera (FCA, por sus siglas en inglés), la Autoridad de Regulación Prudencial (PRA), el Comité de Política Monetaria (MPC), el Comité de Política Financiera (FPC) y el Regulador de Sistemas de Pago (PSR). Estas cartas dejan claro que espero que apoyen plenamente las ambiciones de este gobierno en materia de crecimiento económico», ha señalado Reeves, según recoge el artículo.
El IEBF, promovido por CUNEF Universidad y la Fundación AEB, señala que la regulación financiera tiene «ciclos largos»: tras la crisis de 1929 se desencadenó un endurecimiento de la regulación que se mantuvo hasta la década de los años 70, cuando comenzó una tendencia de desregulación que «desembocó (y seguramente propició) en la crisis financiera global de 2008.
«Ahora estamos en una fase de endurecimiento regulatorio que lleva casi veinte años en marcha. Algunas voces empiezan a abogar por una desregulación, pero aún no está claro si se materializará una nueva tendencia en esa dirección y cuándo», afirma Fernández de Lis.
Sin embargo, cree que esta desregulación no comenzará en la UE: «No es el candidato más obvio», defiende, al tiempo que señala que en EEUU y Reino Unido, las fuerzas desreguladoras «parecen ser más fuertes».
En este contexto, el IEBF cree que la UE debería considerar, al menos, la introducción de objetivos explícitos en términos de competitividad o eficiencia en el mandato de las agencias reguladoras y supervisoras que «compensen el aparente sesgo hacia un impacto más restrictivo de las regulaciones y una arquitectura regulatoria financiera más compleja».
De hecho, concluye asegurando que hacer explícito un objetivo que «hasta ahora ha sido implícito» –en referencia a que, en la práctica, estas agencias y supervisores también tienen un mandato de apoyar las políticas económicas generales de la UE– no va en contra de un mandato acotado de las agencias independientes, «necesario para su rendición de cuentas democrática».