Psiquiatra asegura que es «primordial» tratar la salud mental y «humanizar» al paciente
CARMONA (SEVILLA), 8
El doctor en Medicina y Cirugía y profesor titular del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Sevilla (US) Lucas Giner Jiménez ha declarado que tratar la salud mental de los pacientes aunque no padezcan ningún trastorno mental es «primordial», y ha insistido en «no olvidar nunca la parte psicológica en ninguna especialidad médica» así como «humanizar» al paciente en su tratamiento médico.
Así lo ha manifestado en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su participación en el curso de verano Humanizar la salud para mejorar la vida de las personas dirigido por el especialista en Urología, Andrología y Medicina Sexual y experto en Bioética y Gestión Sanitaria Juan Manuel Poyato Galán, que ha comenzado este lunes en la sede de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Carmona (Sevilla).
Ha expuesto que tener una buena salud mental es «la ausencia de sufrimiento y desasosiego mental» por lo que hay que intentar que, en ese sentido, el paciente también esté «lo mejor posible» para sobrellevar su enfermedad. Además ha reconocido que, aunque «no siempre es posible evitar situaciones incómodas psicológicas, eso no implica que haya un trastorno».
Ha definido la «humanización» en el ámbito sanitario como una forma en la que el paciente es «el protagonista a la hora de proporcionarle el tratamiento médico» y en la que no se dejan de lado «sus necesidades, su historia personal ni sus deseos». Consiste en que sea «el centro de su atención, que sea partícipe de las decisiones que se tomen en su tratamiento y que disponga de toda la información necesaria para opinar», ha explicado.
Es importante que el médico proporcione la información «que cree necesaria» pero también debe «escuchar la necesidad del paciente», ya que a lo mejor requiere otra información complementaria que no se le ha dado pero que, por sus características y si pregunta, hay que comunicarle. Se trata de estar pendiente de la «individualización» de la persona y de sus necesidades a la hora de realizar un tratamiento.
La ética de las Ciencias de la Salud juega un papel «fundamental» en la humanización de los pacientes y es en lo que se basa este tipo de procedimiento y lo que lo promueve. Engloba «tratar al paciente como se merece y seguir los principios de beneficencia éticos de no dañarlos en ninguno de los sentidos», ha detallado. Ha asegurado que la medicina tiene que tender a que el paciente «esté lo más cómodo posible y darle la máxima dignidad en la enfermedad que, al final, es suya».
Esto conlleva que el médico no «imponga» su decisión, sino que dé su punto de vista o haga recomendaciones, pero que la «última decisión» la tome el paciente «siempre que tenga la capacidad de decidir», ha matizado. En caso de que el paciente sea menor de edad o no sea capaz de tomar decisiones, por ejemplo, porque en ese momento esté inconsciente, «la familia es la que se encargaría de decidir por él».
En este ámbito existe lo que se le conoce como la «toma de decisiones compartida», que resume lo comentado anteriormente. Es un proceso basado en un consenso en el se negocian los tratamientos y decisiones que se tienen que ir tomando en la evolución del tratamiento de la enfermedad entre el médico y el paciente, pero este último es quien toma «la decisión definitiva».
El doctor ha explicado que el código deontológico médico español es el que «marca la dirección» de la ética y de la humanización del paciente, aunque previamente se recoge una normativa a nivel mundial de recomendaciones que da la ONU o a nivel europeo. Agrupa todo lo referente a la «dignidad, la voluntad o el deseo» de un paciente dentro del tratamiento médico o leyes como «la ley de autonomía del paciente». «Es una forma más humana de transformar una ley», ha afirmado.
Para terminar, ha opinado que se están haciendo avances «en el mundo entero» en este aspecto de la sanidad y que se está dejando de lado la forma «paternalista» que se tenía antes de tratar a los pacientes, en la que el médico decidía lo que se tenía que hacer y el paciente no tenía «ni voz ni voto». «Esa jerarquía ha cambiado y ha mejorado mucho la calidad humana del tratamiento», ha concluido.