Sanidad financia Lunsumio (Roche) para tratar el segundo linfoma más frecuente en España
El Ministerio de Sanidad ha dado luz verde a la financiación de Lunsumio (mosunetuzumab) como tratamiento de pacientes adultos con linfoma folicular –el segundo linfoma más frecuente en España– en recaída o refractario y que hayan recibido al menos dos terapias sistémicas previas.
Este tratamiento, libre de quimioterapia, podría beneficiar potencialmente a los 2.000 pacientes que se diagnostican al año en España, ya que se trata de una enfermedad con «un patrón continuo de recaídas», según ha expresado el doctor Juan Manuel Sancho, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Trías i Pujol ICO Badalona y coordinador del Grupo de Trabajo de Linfomas Indolentes en GELTAMO, en rueda de prensa este jueves.
Se trata del primer y único anticuerpo biespecífico aprobado y financiado en España por el Sistema Nacional de Salud (SNS) para estos pacientes, de administración finita y disponible en el hospital.
A pesar de los avances, el linfoma folicular continúa considerándose una enfermedad incurable y las recaídas son frecuentes, con resultados que empeoran en cada tratamiento consecutivo. Por ello, el objetivo terapéutico en estos pacientes es aumentar la supervivencia con una buena calidad de vida.
Todo ello implica que los nuevos tratamientos, además de ser más eficaces, deberían tener un mejor perfil de toxicidad respecto a los convencionales, que se han basado clásicamente en quimioterapias citotóxicas. «Con quimioterapia, las respuestas son cada vez más inferiores en cada recaída, con más efecto acumulativo de la toxicidad», ha explicado el doctor.
Así, Lunsumio es un fármaco que «se tolera bien», según el doctor, y que, además, «se da de forma ambulatoria, sin ingreso». En cuanto a su mecanismo de acción, Sancho ha explicado que «el anticuerpo se une a los linfocitos –las células del sistema inmunitario– del paciente y a las células tumorales, aproximando los primeros a las segundas, de tal manera que la célula linfoide destruye a la célula tumoral sin destruir otras células benignas, «que es uno de los problemas de la quimioterapia».
Así las cosas, este tratamiento «consigue lo que quiere en poco tiempo», ya que en los estudios se ha planteado que, desde el inicio, tenga una duración corta. Se administra cada 21 días mediante infusión y, después, el paciente se puede marchar a casa. Tras las primeras ocho dosis, se hace evaluación y, si el paciente ya está en remisión completa, se para el fármaco.
«Esta duración evita que los pacientes tengan que estar recibiendo un fármaco cuando ya ha conseguido la respuesta. Además, así se evitan toxicidades, porque también cuentan las toxicidades que se acumulan de los tratamientos anteriores», ha explicado Sancho. «En caso de recaída, se puede volver a utilizar, consiguiéndose respuestas en un porcentaje muy alto», ha señalado.
Asimismo, el doctor ha detallado que la edad media de diagnóstico se sitúa en los 60 años, advirtiendo de que la incidencia «está aumentando de manera espectacular», igualándose al linfoma B difuso de células grandes en número de casos nuevos, que es el linfoma más frecuente en España. «Además, como los pacientes recaen, te encuentras pacientes nuevos y los que están recayendo», ha detallado.
Esta aprobación se ha basado en los resultados positivos de un estudio en el que han participado cuatro hospitales españoles (Vall d Hebron de Barcelona, Clínica Universitaria de Navarra, La Paz de Madrid y el Clínico de Salamanca).
La investigación alcanzó su objetivo primario, mostrando altas tasas de respuesta completa y respuesta objetiva, un 60 y 80 por ciento respectivamente, y un perfil de seguridad favorable en pacientes con la enfermedad muy pretratados.
Los datos del análisis de seguimiento a tres años mostraron respuestas duraderas mantenidas en el tiempo y un perfil de seguridad manejable tras el tratamiento, presentando una mediana de supervivencia libre de progresión de 24 meses. Se estima que el 72,7 por ciento de los pacientes con una remisión completa seguían con vida y sin progresión de la enfermedad 30 meses después de su primera respuesta.
Uno de los objetivos de los hematólogos en este linfoma es tratar de evitar el trasplante, porque es «el paradigma de tratamiento tóxico», según el doctor Sancho, y, además, no siempre es una opción.