El entrenamiento acuático puede tener beneficios moderados en pacientes con Parkinson, según experto
El neurólogo del Hospital Beata María Ana y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, el doctor Juan Pablo Romero, ha señalado que, a pesar de que el Parkinson «no se puede parar» ni ralentizar, «156 ensayos clínicos con casi 8.000 pacientes» han demostrado que «el entrenamiento acuático», entre otros, puede tener «un beneficio moderado sobre la progresión de la enfermedad».
A través de su conferencia Lo que está por llegar, nuevos ensayos clínicos en la enfermedad de Parkinson , enmarcada en la jornada de la Asociación Española de Parkinson (AEP) acontecida este lunes en Madrid, el experto ha destacado que el ejercicio físico y mental, como el Tai Chi o yoga, «pueden tener un beneficio pequeño y, por ahora, no se ha demostrado un gran efecto de los ejercicios de elasticidad y flexibilidad».
No obstante, ante este contexto, el doctor Romero ha expuesto una serie de ensayos clínicos actualmente activos, tanto en España como en el extranjero en diferentes fases clínicas, que «buscan parar la enfermedad o incluso hacer que no se produzca», con el fin de acercar y actualizar nueva información a los pacientes y expertos asistentes.
NUEVOS ENSAYOS CLÍNICOS En concreto, el ensayo Annovis Bio Inc: Butanetap/Posiphen , en fase 3, es un ensayo desarrollado en España que se basa en la supresión de la traducción de ADN a Mrna de proteínas cruciales, que actúa previniendo la formación de agregados insolubles que afectan a la función celular.
«Este medicamento lo que trata de hacer es que el ADN, que es la información genética que tenemos en nuestra célula, se traduzca y forme proteínas que producen la acumulación de alfa-sinopleina», ha detallado el experto.
Como consecuencia, esta formación de proteínas reduciría «la acción del cerebro», así como «la muerte celular y por tanto la enfermedad de Parkinson podría detenerse o ralentizarse», ha añadido el experto.
Así, el ensayo revela una reducción de la inflamación, preservación de la integridad axonal y las funciones sinápticas, así como la disminución de proteínas neurotóxicas, según ha detallado el doctor Romero.
Otro de los ensayos mencionados por el neurólogo ha sido Inhibikase Therapeutics, Inc: IkT-148009 que, en fase 2 y desarrollado en Estados Unidos, está diseñado para bloquear la activación de la proteína C-ABL, con el objetivo de detener y revertir la pérdida de neuronas secretoras de dopamina en el cerebro y el tracto gastrointestinal mediante la restauración de los mecanismos neuroprotectores.
Según ha explicado el experto, estas proteínas, que «se producen en las células que están expuestas a la alfa-sinucleína», mandan un «mensaje a la célula que dice «muérete». Con lo cual, la célula que recibe el C-ABL se muere».
En esta línea, el objetivo del fármaco es bloquear ese C-ABL «para que la célula no reciba ese mensaje de morirse y por tanto se preserven durante más tiempo, en la célula de la sustancia negra, y se produzcan los aminoendógenos durante más tiempo».
Asimismo, el experto ha mencionado la existencia de otro ensayo «diferente al resto», que «no busca detener la producción de la enfermedad» ni su «progresión», sino ofrecer a los pacientes «células que producen dopamina» en forma de «medicamento endógeno» (que se origina dentro del paciente).
«LA FORMA DE TRATAR HA CAMBIADO»
Ante este contexto, el experto ha destacado que «la forma de tratar ha cambiado», debido a que, en la actualidad, los pacientes están «más empoderados» y «saben más de la enfermedad».
Asimismo, ha asegurado que los expertos están «empezando a comprender la enfermedad como una enfermedad en general de todo el cuerpo, y no solo como una enfermedad cerebral», otorgando una mayor importancia a abordar otros síntomas «más allá de las complicaciones de movimientos».
Por último ha detallado que «lo importante no es sólo focalizarse en que tratar a un paciente para que progrese menos de la enfermedad, sino recibir tratamiento precoz para tener una mejor calidad de vida».
«Ese debe ser el objetivo, y si la calidad de vida del paciente es buena y el paciente no quiere el tratamiento, por lo menos tiene información de qué tratamientos puede tener y de qué momento va a empezar, pues debe ser un acuerdo entre el neurólogo y el paciente», ha concluido el doctor Juan Pablo Romero.