La exposición a sustancias tóxicas a lo largo de generaciones muestra efectos acumulativos y hereditarios en la salud
Un estudio reciente de la Universidad de Washington (Estados Unidos) en animales ha descubierto que la exposición a múltiples tóxicos diferentes a lo largo de generaciones puede amplificar la susceptibilidad hereditaria a las enfermedades.
En el estudio, publicado en la revista Environmental Epigenetics , una primera generación de ratas preñadas fue expuesta a un fungicida común, luego su progenie al combustible de aviones y la generación siguiente al diclorodifeniltricloroetano (DDT), un plaguicida.
Cuando esas ratas se reprodujeron en una quinta generación no expuesta, la incidencia de obesidad y enfermedades renales y de próstata en esos animales se agravó, aumentando hasta en un 70 por ciento.
Los investigadores también descubrieron que su epigenética, es decir, los procesos moleculares independientes del ADN que influyen en la expresión de los genes, también estaba muy alterada.
«Analizamos la exposición de varias generaciones porque este tipo de cosas ocurren de forma rutinaria, y las investigaciones anteriores solo se habían centrado en una única exposición», explica Michael Skinner, profesor de biología de la WSU y autor del estudio.
«Descubrimos que si varias generaciones se exponen a cosas diferentes, se produce una amplificación o un efecto compuesto en algunas enfermedades», ha apuntado.
El estudio demostró que en otras enfermedades, las relacionadas con los ovarios y los testículos, la incidencia aumentaba en la primera generación de la progenie, pero parecía estabilizarse con las exposiciones generacionales adicionales.
Skinner y sus colegas también realizaron análisis epigenéticos de cada generación de animales y descubrieron que la exposición a los tóxicos modificaba drásticamente toda su epigenética. Junto con los cambios en los propios genes, se considera que la epigenética heredada, que influye en la expresión de los genes, tiene un impacto significativo en la evolución.
«Cuando hicimos las comparaciones con distintas generaciones, no encontramos mucho solapamiento en la epigenética. En otras palabras, cada vez que cada generación tenía una nueva exposición, parecía reprogramar todo el epigenoma», ha afirmado Skinner.
Aunque el estudio no imita exactamente lo que puede haber ocurrido a las generaciones humanas, la población estadounidense ha estado expuesta a estos tóxicos concretos en distintos momentos. Los autores señalan que una exposición secuencial probable a lo largo de las generaciones humanas podría implicar una exposición al DDT, que se utilizó ampliamente en la década de 1950, y luego a los plásticos en la década de 1970, seguidos de muchos herbicidas modernos que aún se utilizan hoy en día.
El estudio demuestra que la exposición a múltiples sustancias tóxicas en generaciones pasadas puede tener un efecto combinado en nietos y bisnietos. «Conocer estas posibles repercusiones puede ayudar a las personas y a los médicos a abordar posibles enfermedades antes de que se desarrollen», afirma Skinner.
Investigadores como los del laboratorio de Skinner en la Universidad de Washington trabajan en la identificación de biomarcadores epigenéticos de enfermedades hereditarias, como la obesidad, el autismo y los partos prematuros.
«Necesitamos saber en qué medida nos han afectado las actividades de generaciones pasadas», ha señalado Skinner. «No podemos solucionar necesariamente este problema, pero es importante saber que ocurrió para poder tratar mejor los posibles problemas de salud mediante la medicina preventiva», ha añadido.